domingo, 13 de agosto de 2006

APUNTES MURCIANOS/Saura burla a Zapatero

Artículo publicado en ECONOMÍA AVANZADA

Francisco Poveda.
Las primeras decisiones preelectorales del secretario general del PSRM-PSOE, Pedro Saura, indican en su proyección regional una burla a la estrategia política general del presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, y desvelan los probables compromisos inconfesables y dependencias ajenas ocultas del aspirante socialista a la presidencia de la Comunidad Autónoma de Murcia con la oligarquía regional que ha venido sosteniendo al actual presidente, Valcárcel, del PP, en los últimos once años. Ni puñetero caso a la izquierda no militante ni a la prometedora sociedad civil, que vienen luchando más de un decenio por una región distinta y limpia de parásitos de la especulación y el delito social impune.

La designación del impresentable político Fuentes Zorita como presidente del partido, la de María José Alarcón como candidata a la alcaldía de Murcia y la de García Escribano a la de Molina, así como lo ocurrido en el último pleno del Ayuntamiento de Alhama con el radical cambio de criterio urbanístico, impuesto al Grupo Municipal Socialista desde la sede de Princesa, demuestran de sobra que Saura tiene las manos tan atadas como Collado, Navarro, Ortiz o María Antonia Martínez en su época. Más de lo mismo con este complaciente exconsejero de “Cajamurcia” y tan tolerante con la más que evidente corrupción propia en Los Alcázares, vía Marbella.

En consecuencia, que no espere nadie de este pachequero de pro la transformación política y ética de nuestra realidad social o alguna batalla democrática para conquistar otro futuro mejor para los murcianos más jóvenes. Ni me parece ya liberal, ni lo creo reformista ni lo siento modernizador. Saura, al contrario que Zapatero, no entiende el terreno que pisa ni comprende a sus paisanos del siglo XXI. No hablemos ya de que articule un presente alternativo al de Valcárcel porque no demuestra estar por esa prioridad. Le interesa más alcanzar el poder en favor de los de siempre, que hacer política en beneficio de todos. Para él, Murcia sí se vende porque conviene a sus intereses electorales y financieros. Ahí si que tiene las ideas muy claras, como el hijo de promotor de viviendas que es.

Cuando la Región ya no aguanta más el saqueo del “clan Valcárcel” y los abusos de una oligarquía egoísta, vieja y antidemocrática, Saura es incapaz de pedir paciencia, esperanza y valentía democráticas a nuestra sociedad regional más avanzada para cambiar algo decisivo. Porque no viene para eso ni es libre, hoy por hoy, ni decidido ni resolutivo para volver a estructurar un territorio esquilmado por desaprensivos y delincuentes de cuello blanco. No tiene él nada claro que sea el ciudadano de a pié quien deba mandar con su voto y, por tanto, la necesidad de devolver el poder a la sociedad. No hablemos ya de cumplir los compromisos que pueda adquirir en campaña electoral en busca de ese voto. Seguro que no le obsesionan la igualdad ni la pobreza lacerante que atenaza al 20% de los murcianos.

Saura no es tampoco ecologista ni piensa arriesgar su oportunidad de alcanzar el poder de San Esteban por unas ZEPAS o unos LICs, más o menos. No le interesan jóvenes que crean, de verdad, en la política, lo público y la democracia. Ni los que exigen sus derechos constitucionales al trabajo y a una vivienda digna. Está demasiado pendiente del trato que le dispensan determinados medios de desinformación y, al contrario que Zapatero, intenta “sintonizar” sutilmente con los no dependientes, que no se piensan callar de aquí a mayo de 2007. Porque de intentar mejor controlar a los poderes ademocráticos subyacentes, nada de nada. Obvia la más peligrosa realidad cercana y hasta considera las ventajas políticas de sublimarla.

Su profunda falta de fe democrática le impide, como ya se está demostrando, pensar en la ciudadanía, quitando poder al que tiene mucho para entregar un poco a los que no tienen ninguno. Pese a ser profesor de economía en la universidad no parece compartir el axioma de que el monopolio económico produce efectos negativos, tal como aquí sucede. De convicciones y de creer en lo que dice, más bien poco o nada. Sus cálculos electorales para complacer a una mayoría incoherente, resultan políticamente estériles por el retraso que conllevan, excepto para unos pocos inmovilistas, que se benefician así de su falta de riesgo político.

El aspirante socialista carece todavía de un proyecto real para la Región de Murcia que no sea continuar con maquillaje los disparates urbanísticos de Valcárcel. Carece, pues, de la fuerza de un pensamiento estratégico que sea producto de la transparencia, la deliberación y el debate en el seno de la sociedad regional más activa, al objeto de liquidar la influencia nada residual de los neofranquistas, que aún detentan aquí las verdaderas palancas de poder fáctico. De poco sirve a Zapatero retirar los símbolos autoritarios de las fachadas públicas si en Murcia subsisten algunas personalidades devenidas de ese pasado, que llegan hasta condicionar la línea de su propio partido.

Saura apuesta también por la economía especulativa aunque diga estar por la productiva. Torre Pacheco no es una escuela política sana para ningún demócrata. Demasiada logia y demasiada mafia. Poca tradición de modernizar nada y gentes de dudoso compromiso serio. Sus primeras decisiones precipitadas no presagian nada bueno y lo delatan por su temprana traición a esa sociedad civil que ha liquidado ella sola, políticamente, a un Valcárcel abandonado ya a su suerte frente a la Fiscalía del TSJ y las iras de quienes le confiaron su voto para luego empobrecerles.

Argumenta Saura la necesidad de moderación, casi abdicación, para no ahuyentar a los inversores y justificar así su cambio de rumbo en Alhama al objeto de no perder el voto de los trabajadores que reclaman el empleo que induce la Construcción. Y ahora considera radicales y poco prácticos a los ecologistas, que exigen un desarrollo mucho más sostenible que el aconsejado por el corto plazo y las razones electorales inamovibles del aspirante a San Esteban. Da la impresión de querer complacer, de paso, a la mafia regional más que a Zapatero y su política de progreso y modernidad. Y es que el crimen organizado trata de controlar la política y la autonomía regional para hacer frente al Estado desde una manipulada legitimidad formal. Saura no ha sido visto nunca en las manifestaciones de “Murcia no se vende” y sí, a esa misma hora, comprando zapatos en “El Corte Inglés”.

Porque ha sido Saura, y curiosamente no Valcárcel, quien se ha prestado al juego de tratar de desactivar desde el PSRM-PSOE la plataforma civil progresista, “Murcia no se vende”, aprovechando el vacío veraniego y la ausencia entre nosotros de la práctica totalidad de sus líderes de peso. Muchos huelen a dinero a cambio de… por medio para financiar la campaña electoral de los socialistas murcianos, acercándose éstos con muy poca discreción al ladrillo. Por algo a Juan Durán, su penúltimo portavoz en la Asamblea Regional, se le acaban de recalificar otros terrenos rústicos para edificar miles de viviendas cerca de Alhama, antes de que entre en vigor la nueva Ley del Suelo del Gobierno Zapatero.

En la Región de Murcia esa política del máximo líder del PSOE no la quieren ni sus compañeros de la nueva dirección del PSRM. Por eso debe Zapatero recuperar su control, tal como acaba de hacer con el PSPV de Alicante. De lo contrario su propia gente le lastrará y minará su política modernizadora y de progreso, al dar a todo marcha atrás a escala regional. Los candidatos ya conocidos son tan surrealistas como para que aquí se estrelle, sin percibirlo desde La Moncloa o Ferraz, todo el esfuerzo democratizador del presidente del Gobierno a manos de caciques, clanes y mafias. Saura no es, pues, una alternativa real madura, de poder y de gobierno, por falta de la suficiente seriedad y responsabilidad para formar un gabinete de perfil progresista, de verdad y no de mera apariencia.

Es falsa, como se ve, la renovación en el PSRM. Ha utilizado a la vanguardia de una sociedad civil muy movilizada, exclusivamente para sus fines electoralistas. Estamos ante el mismo partido putrefacto de 1995, por unas estructuras heredadas e hipotecadas. Lo que vemos, es pura simulación estética, y ahora, después del cante dado en Alhama, ya ni eso. A Miguel Navarro, por ejemplo, lo retiran de primera fila de la alcaldía de Lorca pero lo mantienen y desean de diputado otra vez en la Asamblea Regional ante la falta de autoridad moral para más reproches. Igual harán con Juan Escudero, alcalde de Los Alcázares. No limpian por falta de vocación democrática y de compromiso con la izquierda social. Ellos sabrán.

Los burócratas de Princesa hurtan el debate social para evitar que emerjan y se descubran nuevas figuras de cierto nivel y capacidad de liderazgo. Se evitan así que incordien gentes independientes y de calidad en sus candidaturas, porque se enteran y no tragan, y se opta por figuras sin el bachillerato elemental por ser susceptibles de ser manejadas desde la sombra por alguien que no desea exponerse al veredicto de las urnas sin que se adivinen sus inconfesables intenciones en el manejo ilegitimo de algún ayuntamiento importante, por generar muchos recursos.

La pregunta de Valerio

Fue muy a finales de junio cuando Saura selló un pacto secreto con alguien capaz de financiarle holgadamente, y sin agobios posteriores, la campaña electoral próxima, y procurarle los apoyos recién retirados a Valcárcel por llegado el momento del turno político en la Comunidad Autónoma.

Se convertía así, no en el candidato de los progresistas murcianos, si no en la nueva figura a manejar por la reacción de la Murcia más negra y profunda, en sustitución de la marioneta que ha sido Valcárcel, de unos y de otros, durante más de diez años. Es el atajo hacia San Esteban pero con peaje en forma de señuelo puesto por los dos más indeseables de entre nosotros.

Creo tuve acierto al contestarle al fiscal Emilio Valerio, que el PP murciano no era la mafia, cuando me lo preguntó súbitamente en su casa de Madrid a finales del año 2003. Ahora sería mucho más preciso si esa misma duda me la plantease Rodríguez Zapatero personalmente. Porque soy de los pocos periodistas murcianos que, sinceramente, no aspira a dirigir la “7” a partir del próximo mes de junio, por razones más que obvias. Cuestión elemental de principios. Algo que, a lo peor, Saura no entiende bien del todo.

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