sábado, 21 de octubre de 2006

Nervios en las alturas


Los escándalos de presunta corrupción urbanística que han salpicado decisivamente a la imagen pública percibida sobre la Región de Murcia en las últimas semanas, desde revelaciones de la prensa nacional y, más en concreto, desde el diario “El País” o la revista "Interviú", han provocado el nerviosismo de determinados altos cargos públicos implicados en la investigación de los fiscales anticorrupción, hasta llegar al extremo de intentar achantar abiertamente a periodistas que han colaborado en dichas informaciones y/o relacionados con determinados medios de comunicación no controlados por nuestras tramas locales, ahora bajo seria investigación de la Guardia Civil y la Fiscalía, y a los que anteriormente los mismos personajes probaron primero en persona a comprar su conciencia y/o voluntad mediante dádivas. Al no conseguirlo, ahora en algún caso, prueban con las "advertencias", gracias a una cacareada supuesta influencia sobre determinados soportes, sus directivos y propietarios, aunque a renglón seguido pidan perdón por su exceso verbal y el "farol" que se han marcado. ¡ Qué nivel moral !

A los anteriores casos de periodistas indómitos amenazados sin caretas en los últimos meses y, a partir, de comienzos de 2006, desde centros locales de poder político-económico y empresas promotoras bajo fuerte sospecha criminal, casos de Chema Gil (“Gaceta del Mar Menor”), Alberto Castillo (Radio Murcia-SER), Jesús Pons (“Vega Media Press”) y Francisco Poveda (“Economía Avanzada”), hay que añadir ahora esas nuevas coacciones, incluso sutiles presiones, de las mafias sobre alguno más concreto del resto de los periodistas independientes murcianos, por parte de quienes desesperadamente buscan una impunidad mediática, ya imposible conforme se estrecha el cerco policial en torno a ellos, hasta perder los papeles e intentar, una vez más en la última década, matar al mensajero o mensajeros con los peores modos imaginables en un régimen de libertades públicas, entre ellas las constitucionales básicas de prensa y expresión.

En paralelo, esbirros y envíados "blandos" de esa descompuesta pirámide de corrupción, hoy sin solución de continuidad, están intentando a la desesperada un acercamiento suave al grupo de los periodistas independientes de la Región de Murcia, utilizando a personajes menos pringados por ser de aristas más recortadas, en busca de un rápido pacto vergonzante y “contra natura” hasta las elecciones del 27 de mayo próximo, dadas las enormes dificultades que se avecinan para salvaguardar los nuevos intereses económicos de gentes muy destacadas, desde una impunidad puesta en riesgo objetivo por los medios de comunicación sin hipotecas que, finalmente, han provocado entre nosotros la intervención contundente e irreversible del Estado frente al crimen organizado y con todo su sistema legal democrático por delante.
La alianza entre esas mafias emergentes y una extrema derecha murciana de nuevo cuño tiene hoy su principal obstáculo, para lograr sus inconfesables objetivos, en una prensa alternativa realmente libre, que señale el camino a la Fiscalía. La creación, control, alquiler o compra onerosa de medios de comunicación complacientes, para silenciar todo lo que estaba pasando y no se veía, ha resultado un rotundo fracaso por mor de las nuevas tecnologías y la existencia entre nosotros de periodistas con dignidad y coraje en medio de tanto fango acumulado desde la codicia y la falta de principios. Sin ellos, prácticamente nada trascendente se hubiese sabido.

Tal situación de tensión emocional ha provocado ya, igual que en la Rusia de Putin por aquello de intentar vengar las propias culpas con escarmientos de corte gansteril a quienes no se doblegan ante las mafias surgidas de un capitalismo local degenerado, denuncias antes las autoridades corporativas, gubernativas, policiales y judiciales, al objeto de solicitar un mínimo de discreta, aunque eficaz, protección para esos periodistas murcianos a los que sin ningún pudor se intenta silenciar, dentro de un último esfuerzo oficial para que el cuerpo electoral no llegue a percibir, antes de esa decisiva fecha de cita con las urnas, la verdadera calaña oculta de las gentes que, desde amplios sectores del poder establecido, tienen secuestrada la soberanía popular de la Región de Murcia en beneficio de unos pocos privilegiados, cuyo único mérito consistió en financiar determinadas campañas electorales y utilizar concretos despachos profesionales, especializados en tráfico de influencias, para asesorarse sobre el método extralegal a seguir.