miércoles, 20 de diciembre de 2006

El coste de la corrupción


La querella presentada ayer por la Fiscalía contra el alcalde de Santa Cruz de Tenerife, el militante de Coalición Canaria Miguel Zerolo, y la libertad bajo fianza de 80.000 euros decretada para el presidente del PP en Telde, José Luis Sánchez, constituyen los últimos episodios de las investigaciones que se vienen sucediendo sobre posibles delitos de corrupción. Las pesquisas policiales y judiciales en marcha se están desarrollando en un período preelectoral, lo que inquieta a todas las formaciones políticas concernidas por los procedimientos abiertos y que tienden a reaccionar con visible contrariedad ante los mismos. Así, el presidente de Baleares, el popular Jaume Matas, ha llegado a sostener que las indagaciones protagonizadas por el Ministerio Público en Andratx constituyen una especie de 11 de marzo para su partido, cuya intención de voto, según las encuestas, se está viendo seriamente mermada en las islas por el escándalo.

Con independencia de que resulte inadmisible que se invoque aún hoy la tragedia del 11-M con voluntad de alentar presuntas conspiraciones fuera de lugar, no es de recibo descargar las culpas en la Fiscalía, que debe cumplir con su obligación de perseguir el delito, de las consecuencias más o menos dañinas que ocasiona la corrupción en los intereses y las expectativas de los partidos. Las acusaciones de parcialidad no sólo no contribuyen a aliviar la profunda irritación que suscitan en la ciudadanía los abusos de algunos de sus servidores públicos, sino que llevan implícita la sospecha de que jueces fiscales prevarican con actuaciones de mala fe destinadas de perjudicar a terceros. La generalización no es verosímil y, en todo caso, esas imputaciones no deberían ni siquiera insinuarse si no se cuenta con pruebas concluyentes que las respalden.

Es indudable que las investigaciones de casos de corrupción pueden provocar movimientos en el electorado, que toma en consideración todos los factores que matizan la oferta política a la hora de ponderar su voto. Pero si los partidos -y, en especial, las dos grandes formaciones llamadas a sucederse a frente del Gobierno- quieren librarse de esta destructiva rémora, deben combatir desde dentro la corrupción, prevenirla primero y erradicarla sin contemplaciones cuando se presenta, no cuestionar y desacreditar a la Justicia y a quienes la ejercen sin evidencias concluyentes que lo justifiquen. Si las fuerzas políticas tienen esa vocación compartida, deberían consensuar mecanismos eficaces para combatir cualquier atisbo de irregularidad. Los escasos intentos ya consolidados, como el Pacto Antitransfuguismo, han demostrado su eficacia aunque sus resultados hayan sido insuficientes por la ausencia de una voluntad política real de aplicarlos. Lo exigible en un sistema democrático asentado y lo que la ciudadanía reclama es que los partidos renuncien a la tentación de utilizar la corrupción como arma arrojadiza y no se amparen en argumentos o excusas de difícil justificación para tratar de eludir sus potenciales responsabilidades.

Mendoza (UCAM) y unos títulos de Enfermería


El presidente de la Fundación “San Antonio”, juzgado ayer tras la denuncia de acoso laboral por dos ex profesores, José Luis Mendoza, que gestiona la Universidad Católica de Murcia (UCAM) de titularidad diocesana, es un viejo conocido de los profesores y ex rectores de la Universidad de Murcia (UMU). También de algunos periodistas tras el fracaso de sus pretensiones mediáticas con una agencia de noticias y una emisora de televisión. Ahora pretende montar un periódico diario para competir con los tres existentes.

Al parecer Mendoza (en la fotografía participando en la manifestación del "Agua para todos", celebrada en Murcia en 2005, entre destacados dirigentes del PP) estuvo involucrado años atrás en un feo asunto de supuestos falsos títulos de enfermería, que le aconsejó poner mar de por medio y trasladarse a vivir durante una larga temporada a la República Dominicana bajo la excusa de “una llamada de Dios” para construir un templo. Allí se enfrentó enseguida a las autoridades eclesiásticas y tuvo que regresar a Murcia, cargado con diez hijos y una esposa de Albatera, pese a las recomendaciones policiales. Lo cierto es que no le sucedió nada.

Perteneciente al Movimiento Neocatecumenal, el cartagenero Mendoza le disputa ahora ser canonizado al mismo fundador de esa obra seglar, el leonés Kiko Argüello, cuando ha iniciado desde hace más de un año la persecución de los profesores de la UCAM miembros del Opus Dei con la excusa de que también son masones y quieren acabar con su gloriosa obra docente. Las diócesis circundantes de Orihuela, Albacete y Almería le han negado, hasta la fecha, abrir sucursales en sus respectivos ámbitos territoriales precisamente por no estar convencidos de la santidad de la que tanto presume y mucho menos de su competencia como gestor educativo.

El obispo Reig Pla parece dejarle hacer aunque Mendoza tuvo sus diferencias con el anterior Manuel Ureña al no aportar los recursos económicos a la diócesis de Cartagena, que esta necesita y por lo que en su día se fundó la UCAM para acabar de una vez por todas con una situación de quiebra técnica. Nuestro hombre aprovechó esa necesidad para poder burlar al Ministerio de Educación y montar una universidad privada revestida de “católica” sin serlo en realidad, como ahora denuncian sus profesores insinuando que nos podemos encontrar ante un enorme fiasco.

Su gran mentor e introductor público, el obispo emérito Javier Azagra, aparece como el responsable último ante el Vaticano de la puesta en circulación de este singular personaje con estudiada pose de iluminado para así poder embaucar mejor a santos varones como el actual nuncio en Madrid, el portugués Monteiro de Castro. Su gran aliado hoy es el cardenal primado y arzobispo de Toledo, monseñor Cañizares, mientras es utilizado en ocasiones por el arzobispo de Madrid, monseñor Rouco, al tiempo que su gran valedor en Roma es el cardenal colombiano, López Trujillo.

Mendoza, dentro de su lógica habitual, alardea falsamente de haber estudiado Medicina cuando el único currículo académico de la infancia es su fugaz paso por las Carmelitas de Cartagena y el haber sido un menor, explotado laboralmente al tener que trabajar, junto a su hermano menor Vicente, en el viejo bar que su familia poseía en el centro de la ciudad. Siempre se ha ganado la vida en lo que ha podido desde la picaresca aprendida mientras fregaba los platos y escuchaba a los clientes. Esa es su escuela.

Identificado políticamente con la extrema derecha regional que sostiene a Valcárcel en el poder, hace unos días el presidente de la Comunidad Autónoma escenificó un apoyo público a Mendoza y a la UCAM, en sus horas más bajas desde hace diez años. Una discreta inspección ministerial parece haber detectado en las últimas semanas numerosas irregularidades en la expedición de títulos después de que varios profesores denunciaran prácticas académicas un tanto heterodoxas y la degradación acelerada del peculiar centro docente.

El pasado verano se produjo un éxodo masivo de buenos profesores para no ser relacionados con la acelerada pérdida de calidad de las enseñanzas impartidas mientras Mendoza convertía la UCAM en un recinto policial para vigilar a los profesores que optaron por permanecer todavía vinculados al centro pero en espera de soluciones por parte de monseñor Reig, que todavía no han llegado. Según algunos de esos docentes, la situación de tesorería también sería desastrosa y pone en peligro el normal funcionamiento de su actividad dentro del presente curso académico.

www.vegamediapress.com