jueves, 14 de febrero de 2008

Votos multiusos / Juan Peña

Una de las preguntas que me hicieron en varios medios cuando se aprobó la candidatura de IU en Valladolid era: "¿Confía usted en sacar el escaño?". Una vez comprendido que el usted me aludía a mí (cosa que le permito casi exclusivamente a don Ricardo), improvisaba una respuesta del tipo: "bien, somos conscientes de que el sistema electoral no nos beneficia, pero no nos ponemos ningún techo: que nos lo pongan los electores".
En fin, respuesta de compromiso que traducido quiere decir: "está complicadísimo, lo sabe usted igual de bien que yo, solo que a usted le toca hacer preguntar de rigor y a mí decirlo bonito". Igual alguien me echa la bronca por decir esto así, abiertamente, pero lo que me parece reirse de la gente es apuntar a objetivos que realmente uno no se cree. Por supuesto que aspiramos al máximo, y si a todas las personas que te dan la palmadita y te dicen "me apetecería votaros pero..." se les cruzara el cable el 9 de marzo igual había quien se llevaba un susto. Yo, por ejemplo.
Pero es evidente que cualquiera que sepa que por Valladolid se eligen 5 diputados deducirá que para alcanzar uno hace falta un porcentaje que solo rozamos en 1996. Intentar engañar en algo que cualquiera puede calcular es ridículo.

Hay quien, ante esta situación, machaca que el voto útil es votar a IU, porque somos la opción realmente de izquierdas, y que si luego votas al PSOE te vas a arrepentir porque al final hace muchas políticas que no son de izquierdas... Yo, dar sermones, los justos. Otro argumento al uso es explicar al personal que todos los votos cuentan para conseguir Grupo Parlamentario, porque el artículo 23.1 del Reglamento del Congreso dice que si tienes cinco diputados y un porcentaje del 5%...
Demasiado complicado, y además suena a interés exclusivamente de partido. Aunque no es así, si uno cree que IU lo hace bien, debe saber que si le toca ir al Grupo Mixto tiene muy recortadas sus posibilidades de intervenir y las tiene que compartir con el BNG o el Partido Andalucista si sacan escaño. Pero me parece un argumento para explicar con un café y no para lanzar al público.

En mi opinión, hay otros buenos argumentos para pedir el voto a IU en circunscripciones donde está muy complicado lograr representación (cuando toque, que ahora está prohibido, a ver si me van a entrullar):

- El fundamental es que en política no solo cuentan los escaños: lo mucho o poco que han conseguido los diputados y diputadas de IU-ICV esta legislatura no se debe, evidentemente, a su gran peso en la composición del hemiciclo. Formalmente, Isaura, Montse, Gaspar, Joan y Carme representaban a algo menos de medio millón de votos en Madrid, Barcelona y Valencia. Pero es evidente que al intervenir, al negociar, al presentar iniciativas... pesamos también las otras 775.000 personas que votamos IU en el resto del Estado.
Eso no se puede ignorar, aunque solo fuera porque al PSOE le interesaría ganarse esos votos. Y son un testimonio de que hay cientos de miles de personas que dicen: no nos vale el mal menor, aunque sé que mi voto seguramente no se plasmará en un escaño, prefiero apoyar un proyecto con el que me identifico más.

No hablamos de una minucia: incluso quitando algunos lugares donde el escaño quedó más cerca (Asturias, Vizcaya, Sevilla...), se trata de medio millón de personas. ¡Nada menos que 13.000 personas en Valladolid, que en 2004 sabíamos que era casi imposible que Maite saliera! Ese voto tan consciente, tan combativo, casi diría que pesa más. A pesar de que se empeñen en llamarnos votantes exquisitos, expresión que, como decía Javier Ortiz, tiene algo de lapsus freudiano: ¿cuál sería el antónimo más adecuado para exquisito? Ese tipo de votante parecen demandar.

- El segundo argumento realmente no es más que un desarrollo del anterior, relacionado con esta última cuestión. Es evidente que quienes votamos a IU en una provincia como Valladolid le conferimos otro significado a la utilidad del voto. No es ya que seamos más de izquierdas, no es una cuestión de exquisitez, como dicen. Seguramente seamos gente que consideramos el momento electoral como uno más, importante desde luego, pero no definitivo en la vida social y política.

Veamos: ¿alguien cree que Zapatero hubiera retirado las tropas de Iraq tan rápido si no hubiera sido por las inmensas movilizaciones anteriores? Eso no se ganó el 14-M sino mucho tiempo antes: el que hubiera una determinada mayoría en el Congreso lo facilitó, pero sin lo anterior quizás el fervor pacifista de ZP (¡y de Bono!) no habría sido igual. Y en Afganistán hay muestras de ello.

A veces, ni siquiera ha hecho falta cambiar el color de los escaños. ¿Acaso no paramos el decretazo del PP en la huelga del 20-J? ¿O es que al parar los centros de trabajo cambió la correlación de fuerzas en el Congreso? Se echaron para atrás a pesar de tener mayoría de sobra para aprobar eso y cualquier otra cosa.

Y es que hacemos miles de acciones políticas inútiles constantemente, si reducimos la utilidad a la estrecha visión de convertir nuestros actos en escaños. ¿Para qué hacemos huelgas y manifestaciones si con ellas no cambia el gobierno ni los patrones? ¿Para qué esa sentada? ¿Para qué firmamos esa petición de Amnistía dirigida a un señor muy malo de otro país, al que si no le importa lo que piensen sus conciudadanos menos le importará lo que piense yo? ¿Por qué hacemos tantas cosas en vez de esperar a las próximas elecciones e intentar cambiar de color político que es lo único que sirve?

Pues seguramente porque, como hemos dicho antes, sabemos que no es lo único que sirve. Y porque aunque sepamos que igual no sirve de nada, no podemos quedarnos de brazos cruzados.
Decía el EZLN con motivo de la guerra de Iraq: "la pregunta no es si podremos cambiar el rumbo asesino del poderoso. No. La pregunta que nos deberíamos hacer es: ¿podremos vivir con la vergüenza de no haber hecho todo lo posible por evitar y detener esta guerra?". Ese tipo de motivación es la que nos lleva a hacer todas esas cosas, inútiles a ojos de quien considera que todo se dirime en las instituciones.

A la gente acostumbrada a hacer cientos de acciones de este tipo seguramente no le sonará tan raro cuando le pidamos el voto para IU, aún a sabiendas de que el escaño está lejos. Verán si la opción les convence o no, pero no dejarán de decantarse por ese motivo.
Mi voto en las últimas generales y autonómicas, me dicen, no ha servido para nada. Seguramente tampoco las decenas de manifestaciones a las que he ido, los cientos de peticiones que he firmado, el haberme autoinculpado en relación con el aborto o la okupación...
Pero qué le voy a hacer, ahí voy, dispuesto a tirar si hace falta otro voto a la papelera, esta vez con mi nombre a la cabeza. Al fin y al cabo, entiendo las elecciones como la continuación de la lucha por un mundo más justo por otros medios. Y si cae escaño, mejor que mejor.

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