Por fin este sábado se cumplieron las expectativas y España solicitó ayuda a la Unión Europea para el rescate del sistema financiero.
Esta petición ha despejado una de las grandes dudas, cómo se
instrumentalizaría esta ayuda más que necesaria para evitar la quiebra
de una buena parte de nuestras entidades financieras, pero deja muchas
otras que tendrán que despejarse en el plazo más corto.
En primer lugar quién y cuánto. Sobre el primer punto hay cuatro fijos, Bankia, Catalunya Caixa, NovaGalicia Banco y Banco de Valencia,
pero es seguro que se unirán muchos más. Esta semana misma han surgido
grandes dudas sobre las cuentas de Banco Mare Nostrum, convirtiéndole en
candidato firme, a lo que hay que unir con mucha seguridad ayudas
millonarias a todos los procesos de fusión vigentes, como Ibercaja con Liberbank y Caja3 por un lado y Banco Ceiss (fusión de Caja España y Caja Duero) con Unicaja,
y puede que tras la auditoría nos encontremos con más y peores
sorpresas. Según el propio FMI, en el peor de los escenarios, sólo se
salvarían de la quema BBVA y Banco Santander.
Y es que los
100.000 millones de euros, una cantidad que multiplica por más de dos
lo estimado por el FMI, es un arma de doble filo. Por un lado,
junto a la afirmación de que el rescate incluirá un “margen de
seguridad”, intenta transmitir seguridad al mercado, un mensaje de un
rescate definitivo. Pero por otro lado una cifra tan abultada puede
transmitir que hay más problemas de los detectados, con lo que parece
probable que tras la publicación de las dos auditorías independientes
tengamos algún susto.
También nos queda saber el coste de la “factura millonaria”,
sólo se nos ha dicho que será en “condiciones muy favorables, mejores
que las de mercado”, eso implica un alivio, pero para nada que no haya
coste. El organismo que nos prestará esta cifra desorbitante, Fondo
Europeo de Estabilidad Financiera (FEEF), tiene que captar este dinero
del mercado mediante una emisión de Deuda que luego prestará al FROB con
un diferencial o spread, que aunque sea mínimo, su suma, ya supone una
importante coste si tenemos en cuenta la cuantía máxima.
¿Qué
significa? Si hasta ahora había dificultades para cumplir con el
objetivo del déficit, ahora tenemos una partida más que representará
muchos millones de euros que ajustar. Si a esto añadimos la propuesta de
la Comisión Europea sobre un año de moratoria para cumplir el objetivo
de déficit marcado a cambio de una nueva ronda de reformas que incluye
retraso en la edad de jubilación y subida de impuestos indirectos,
incluido el IVA, parece claro el camino a seguir. Desde luego que se “vendería” como algo independiente del rescate o ayuda recibida,
y se separará en el tiempo, pero que una cosa es consecuencia de la
otra, al menos en una parte importante, no queda ninguna duda.
Por
último hay que despejar enormes incógnitas sobre el futuro de las
entidades intervenidas, ¿Cuáles serán las medidas que se impondrán a los
bancos? ¿Cómo quedará el sector tras la restructuración?
En primer lugar tiene que someterse a un enorme adelgazamiento, tanto
de sucursales como de estructura organizativas. Hasta ahora las fusiones
han sido un enorme fracaso en ambas vertientes, se han cerrado
oficinas, pero no las suficientes y en la parte organizativa los cambios
eran mínimos, manteniéndose en algunos casos ¡todas las sedes
corporativas! Estos desmanes se deben en buena parte por la falta de un
poder claro en la dirección de las cajas. Mientras los bancos, tienen que rendir cuentas a sus accionistas,
en el caso de las cajas sus organismos de gestión son un batiburrillo
de políticos y sindicatos sin un control adecuado como se ha demostrado.
Por ello, hay que ir más allá y finalizar la bancarización plena de las
cajas que lleven a que se conviertan en verdad en órganos
transparentes.
Pero también queda la duda si esta intervención
beneficiará al ciudadano como dejo entrever el ministro de Economía. La
respuesta en el corto plazo es negativa, y se entiende muy bien de las
propias palabras del ministro, que abogaba para que las entidades hagan
también un esfuerzo para destinar recursos propios a su saneamiento.
Siendo esto así, es más que complicado que vuelva a fluir el crédito en
cantidad adecuada para reactivar nuestra economía al menos en el corto
plazo. En el medio, desde luego que unas entidades fuertes deberían
ayudar a la reactivación, pero nos quedan muchos meses para verlo.
Y
parte de esta respuesta está en como se articulará la restructuración
de estas entidades “nacionalizadas”. Si se crea un enorme banco con
titularidad estatal tenemos la ventaja de que el proceso de saneamiento será más duro,
en cuanto se eliminarían más duplicidades. Por el contrario, su
posterior venta es más complicada y habría que hacer el proceso inverso,
volver a dividir para vender por partes.
En definitiva, nos enfrentamos a un complicado verano, con muchas incertidumbres y cuestiones que resolver.
(*) Antonio Gallardo, iAhorro.com
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