jueves, 30 de mayo de 2013

La Policía indaga en decenas de correos electrónicos de la pareja holandesa asesinada

MURCIA.- Juan Cuenca, el exdelegado del Club Voleibol Murcia 2005, tenía al menos una buena razón para haber querido acabar con la vida de Lodewijk Severein. Este empresario holandés había aportado la cantidad de 10.000 euros a una sociedad instrumental que ambos habían constituido en Gibraltar y con la que, supuestamente y según fuentes próximas al caso, pretendían realizar operaciones de blanqueo de capitales e inversiones opacas para el fisco en diversos sectores, revela hoy el diario 'La Verdad'.

La falta de resultados y, sobre todo, la ausencia de explicaciones sobre el destino que Cuenca había dado a ese dinero habría llevado a Severein a pedirle explicaciones, en un tono de creciente tensión, hasta un extremo que llevó al exdirectivo del CAV 2005 a sostener, en sus declaraciones ante la Policía, que se sentía seriamente amenazado por su socio holandes.
Pese a reconocer la existencia de esa sociedad en Gibraltar y las exigencias de Severein para que le devolviera el dinero, Cuenca sostuvo ante la Policía que no participó en el doble crimen y que era Evedasto Lifante, expropietario de CAV 2005, quien se encontraba tras la encerrona mortal a los dos holandeses, tal y como siguen confirmando fuentes de absoluta solvencia.
En concreto, el ya encarcelado Juan Cuenca, cuya defensa han asumido los letrados Pablo Ruiz Palacios y José María Caballero Salinas, aseguró haberse marchado de la casa rural de El Fenazar (Molina de Segura) cuando llegó hasta allí la pareja de holandeses, a la que habría dejado con los rumanos Constantin Stan y Valentín Ion. A éstos debía unirse más tarde, siempre según sus declaraciones, el propio Evedasto Lifante, con el supuesto objeto de discutir con Severein diferencias económicas en negocios que compartían. Entre éstos, Cuenca mencionó expresamente una sociedad dedicada al comercio con diamantes entre países del centro de África y Amsterdam (Holanda).
Las mismas fuentes señalaron que el detenido insistió en la existencia de tales negocios entre Lifante y Severein -que el primero niega rotundamente- y afirmó que existen innumerables correos electrónicos, cruzados entre ambas partes, que permitirían probar sus palabras.
De hecho, la Policía habría logrado recuperar decenas de correos de los ordenadores personales de la pareja de holandeses, en los que está rastreando en busca de datos que permitan aportar luz al asunto.
Todo apunta a que el único 'pecado' cometido por la exjugadora de voleibol Ingrid Visser consistió en estar junto a su marido cuando éste fue conducido, en apariencia mediante engaños, hasta la casa donde iba a ser ejecutado.