sábado, 22 de marzo de 2014

23 detenidos y 50 policías heridos en las cargas policiales de Colón, en Madrid

MADRID.- Los detenidos en las cargas policiales producidas esta noche en las inmediaciones de la Plaza de Colón, de Madrid, tras las 'Marchas de la Dignidad', se elevan a 23 personas, mientras que ya son 50 los policías heridos, según fuentes del Ministerio del Interior.

De los 50 policías heridos, todos ellos policías nacionales, cuatro han tenido que ser hospitalizados. Dos de ello por conmoción cerebral y otros tantos por pérdida de dientes.
Fuentes de la Dirección General de la Policía han destacado el "especial salvajismo de los ataques" por parte de un grupo de manifestantes.
Las detenciones se han producido por resistencia y atentado contra la autoridad. Los detenidos están acusados de agresión con lanzamiento de objetos, vallas y adoquines, de vandalismo y de destrozo inmobiliario.
Las cargas se han producido después de que un grupo de personas intentará acceder a la calle Génova, sede del PP. Además, varios manifestantes han intentado acampar en las inmediaciones de Recoletos. Según los organizadores, la participación ha superado los dos millones de personas.
A su llegada a la plaza de Colón, situada a escasos metros de una calle Génova --donde se ubica la sede del PP-- totalmente blindada por un fuerte despliegue policial, la cabecera y las distintas columnas han sido recibidas por miles de personas que se han ido concentrando allí a lo largo de la tarde.
La delegada del Gobierno en Madrid, Cristina Cifuentes, ha denunciado la "saña" contra la policía de un grupo "reducido" de manifestantes en los altercados producidos en la Plaza de Colón tras las 'Marchas por la Dignidad'.
   En declaraciones a La Sexta, Cifuentes ha asegurado que los incidentes producidos este sábado "nunca se había visto".
   Ante la intención de algunos manifestantes de acampar en Recoletos, la delegada del Gobierno en Madrid ha afirmado que las tiendas se han desmontado y que la policía no va a permitir que se acampe en la ciudad. "Acampar en Madrid fuera de las zonas autorizadas está prohibido", ha sentenciado.
   El secretario general de la Confederación Española de Policía (CEP), Ignacio López, ha anunciado que estudia exigir responsabilidades administrativas y penales a los organizadores de las 'Marchas por la Dignidad' por los policías heridos en los altercados en la Plaza de Colón.

Las 'Marchas de la Dignidad' denuncian la situación de "emergencia social"

MADRID.- Decenas de miles de personas han secundado en el centro de Madrid la manifestación conjunta convocada por las 'Marchas de la Dignidad' bajo el lema "pan, trabajo y techo para todos y todas" para pedir el fin de los recortes y la dimisión de Gobierno y para denunciar la situación límite de "emergencia social" en la que se encuentra gran parte de la población española.

   La cabecera de la marcha, portadora de una gran pancarta en la que se podía leer 'No al pago de la deuda. Fuera los Gobiernos de la Troika. No más recortes. Pan, Trabajo y Techo', ha emprendido su marcha desde Atocha hacia la plaza de Colón a las 17.00 horas, si bien muchos de los manifestantes y algunas de las columnas se han ido sumando a lo largo del recorrido. Según los organizadores, la participación supera los dos  millones de personas.
   "La sociedad despierta, se os acabó la fiesta", "Mi hija estaría aquí pero ha emigrado", "Esto es una lucha cívica, del pueblo", "Es una inyección de solidaridad", "La dignidad, en marcha", "Tu sobre, mi recorte" o "Si no hay justicia para el pueblo, no habrá paz para el Gobierno" son algunos de los mensajes que se podían leer en las pancartas de los asistentes.
   Entre las consignas coreadas por los asistentes, se han vuelto a escuchar en la capital cánticos ya habituales como "De norte a sur, de este a oeste, la lucha sigue cueste lo que cueste" o "No es una crisis, es una estafa". "Yo quisiera ver a Rajoy y Rubalcaba en la cola del INEM", "Con coraje y dignidad la victoria llegara" o "Gobierno dimisión" han sido otro de los mensajes lanzados por los manifestantes.
   A su llegada a la plaza de Colón, situada a escasos metros de una calle Génova --donde se ubica la sede del PP-- totalmente blindada por un fuerte despliegue policial, la cabecera y las distintas columnas han sido recibidas por miles de personas que se han ido concentrando allí a lo largo de la tarde.
   Una vez allí, el actor Willy Toledo y la periodista Olga Rodríguez han dado lectura al manifiesto elaborado para la ocasión desde un escenario situado en el centro de la plaza. "En 2014 nos encontramos ante una situación extremadamente difícil, una situación límite, de emergencia social, que nos convoca a dar una respuesta colectiva y masiva de la clase trabajadora, la ciudadanía y los pueblos", comienza el manifiesto.
   "Millones de trabajadores y trabajadoras se encuentran sin empleo. Tener unas manos para trabajar; tener una carrera terminada; disponer de tu capacidad tanto manual como intelectual y no encontrar un trabajo digno es humillante", continúa el texto, con el que también han exigido la dimisión del Gobierno del PP y de "todos los gobiernos que recortan derechos sociales básicos" y que "colaboran con las políticas de la Troika".
   Asimismo, han denunciado a través de este manifiesto que dichos Gobiernos "están aprovechando la crisis para recortar derechos".
 "Estas políticas de recortes están causando sufrimiento, pobreza, hambre e incluso muertes y todo para que la banca y los poderes económicos sigan teniendo grandes beneficios a costa de nuestras vidas", reza el manifiesto", ha censurado.
   "Los derechos y libertades nos han sido robados para favorecer los intereses de una minoría y asegurar sus beneficios, los mismos que nos han llevado a este estado de excepción social, a base de desmantelar la educación y la sanidad públicas, de reducir drásticamente las pensiones de nuestros mayores, de apoderarse de nuestras  viviendas y de cerrar empresas, y despedir a miles de trabajadoras y trabajadores", han rechazado.
   Al finalizar la lectura del manifiesto, han tomado la palabra representantes de las columnas procedentes de toda España que este sábado han confluido en Madrid tras más de tres semanas de marcha a pie. "Hoy empezamos a ver que el miedo está cambiando de bando, pues que nos tenga miedo, que nos tengan mucho miedo. Viva la lucha de la clase obrera. Sí se puede", ha defendido el representante de la columna asturiana.
   Para los convocantes, entre los que se encuentra el Sindicato Andaluz de Trabajadores (SAT), el Frente Cívico Somos Mayoría (FCSM) del ex dirigente de IU Julio Anguita o las mareas en defensa de los servicios públicos, la marcha es "un éxito sin precedentes".
   Además de los organizadores, se han sumado a las marchas decenas de colectivos como la Plataforma de Afectados por las Hipotecas (PAH), la Cumbre social --que integra a los sindicatos CC.OO., UGT, USO y a más de 100 organizaciones representativas de la sociedad civil-- o la Coordinadora 25S y formaciones políticas como Izquierda Unida, Compromís o Equo.
   Los afectados por los preferentes o por el ERE de Coca-Cola y de Panrico, las quejas contra los CIE y el racismo o los bomberos de Madrid tampoco han faltado en esta jornada de protestas. De hecho, los bomberos han formado un cordón para garantizar la seguridad de los manifestantes. "Rescatamos personas, no bancos", se podía leer en una de las pancarta portadas por este colectivo.

Un recuerdo personal sobre Adolfo Suárez / Francisco Poveda *

Era viernes 12 de mayo. Año 1978. Su jefe de prensa, Fernando Ónega, quiso enseñarnos la parte oficial de La Moncloa mientras Adolfo Suárez se cambiaba de ropa tras un largo Consejo de Ministros. Era amigo, porque habían trabajado juntos hacía años en Vigo, de mi fotógrafo gallego, Perfecto Arjones, lo que procuraba entre los tres una atmósfera incluso mejor que entre colegas. 

Tras una vuelta por el jardín, conocimos diversas dependencias del palacio que, antes de ser la sede de la Presidencia del Gobierno, había sido residencia oficial de los jefes de Estado en visita oficial a España. Era una forma sutil de que Ónega fuera midiendo nuestra profesionalidad 'ad hoc' antes del encuentro con su señorito y avisarle de percepciones si fuese necesario.

De pronto, apareció Suárez en lo alto de una escalera y se aproximó a nosotros cordial, encantador, directo... como si nos conociésemos de toda la vida. Nos invitó a pasar a su despacho oficial mientras encendía el primero de toda una serie de cigarrillos de tabaco negro 'Ducados'. Y nos sentamos para intentar la primera entrevista que concedía a un periodista como jefe del Gobierno que era desde el 3 de julio de 1976. No fijó tiempo alguno y, tras unos momentos coloquiales y de situación, de forma natural fueron surgiendo las preguntas que estaban en la mente de todos.

No resultó fácil conseguir la entrevista pero gracias a varias intervenciones de terceros, Suárez accedió sin reparos ni exigencia de cuestionario previo. En primer lugar, del gobernador civil de Alicante, el democristiano antifranquista ya desaparecido, José Duato, padre del luego famoso bailarín Nacho Duato; en segundo, del conseguidor alicantino y amigo de ambos, Antonio Navalón, también más que famoso luego por sus polémicos asesoramientos a Ruíz-Mateos y Mario Conde, y hombre muy cercano ya entónces al Presidente. Y en tercero, por la existencia de un muy buen amigo común de nuestros veraneos mediterráneos en la Dehesa de Campoamor. Esa combinación le hizo acceder... aunque con condiciones desveladas por él mismo muy poco antes de comenzar.

Esas condiciones eran ni grabar la entrevista ni tomar notas escritas. Hablar de lo que se nos ocurriera pero nada más. Una hora aproximadamente en la que Suárez, sin llegar a ser espontáneo, tuvo momentos de cierta espontaneidad calculada sin dejar de lado que estaba con periodistas que querían saber lo máximo, conscientes del privilegio que suponía ser los primeros en poder charlar cara a cara con el primer presidente de Gobierno de la nueva democracia española.

Creo recordar que hablamos de casi todo lo que era actualidad política del momento y de aspectos muy puntuales de su acción de gobierno. Aunque sobre estrategia inmediata se nos escapó varias veces por la tangente. El fondo de su argumentación era siempre el mismo de sus declaraciones públicas e intervenciones parlamentarias aunque alguna 'guinda' sí que logramos, como una, repito, calculada concesión a sus ocasionales visitantes llegados de la periferia peninsular y su prensa de provincias. 

El resultado luego tuvo mucho que ver con la excelente memoria que en aquella época aún conservábamos mi compañero y yo. Porque nada más abandonar La Moncloa, tras la despedida y foto de rigor con Suárez en la puerta del palacio, aparcamos nuestro 'R-12' en la Ciudad Universitaria y nos pusimos a recordar juntos lo recientemente vivido y a tomar notas como locos. Dos días después, domingo 14, apareció la entrevista en el diario "Información", de Alicante, coincidiendo con una visita del Presidente a esta provincia en su calidad de líder de UCD.

Aún recuerdo las veces que Suárez se dirigió a mí para comentarla, mientras intentaba avanzar en loor de multitud, en Elche, Elda, Alicante... Me confesó lo sorprendido que estaba de nuestra memoria a la vista de lo que pudo leer nada más aterrizar en el aeropuerto de El Altet. Años después, en Alcorcón, durante una campaña del CDS a las elecciones municipales, al verme entre los periodistas que seguían la campaña electoral, volvió a recordarme esa entrevista que, por otra parte, era más una narración de lo hablado que el clásico esquema de pregunta-respuesta.

Con el paso de los años tuve ocasión de verle algunas veces más y comprobar que esa primera entrevista seguía siendo un recuerdo entrañable para él, con el que yo había quedado irremediablemente asociado. Confieso que, haberlo podido tratar en directo en su despacho y en las condiciones tan especiales que se dieron, me provocó una especie de 'síndrome de Estocolmo' positivo porque Suárez era capaz de secuestrar el ánimo de cualquiera con su seducción de inteligencia emocional, muy bien trabajada desde que militó en la 'Acción Católica' de Ávila.

Aquella entrevista con la que me distinguió profesionalmente Suárez también me marcó para siempre al quedar entre los compañeros como uno de mis hitos periodísticos. Pero he de confesar que me dejó, hasta hoy mismo, enganchado al personaje, de forma que todo lo que afectaba al ex presidente me interesa en extremo, hasta llegar a lamentar profundamente sus sufrimientos de todo tipo durante todos estos años y de los que he tenido conocimiento de primera mano gracias a ex políticos de UCD, como el también ex gobernador de Alicante y embajador de España, José María Sanz-Pastor Mellado, que han logrado visitarlo en su casa de La Florida.

La imagen que tengo fijada de él desde aquel día de primavera madrileña, en los comienzos de esta democracia española, es la de un auténtico 'animal político' que, además, es una muy buena persona y un español con sentido extremo de la necesidad de convivencia frente a la confrontación.

Aquella gente como él, que hizo posible un país alineado con su entorno, hace tiempo que comenzó a desaparecer junto al espíritu de la Transición; un espíritu que en aquel despacho de La Moncloa, recuerdo aún hoy, ví rezumar por todas partes. Y ahora echamos de menos. Como hace una década nos pasa con Adolfo Suárez. Porque realmente hace tiempo que se nos fué con todo su bagaje de árbitro de situaciones difíciles.

(*) Periodista

Hoy estamos en Madrid / Toni Carrasco

Durante días han recorrido las carreteras varias marchas reivindicativas que acaban hoy en Madrid, con una gran manifestación. El 9 de marzo salieron de Murcia personas de distintas ciudades y pueblos de la Región, a las que se han sumado otras en las localidades por las que se ha ido pasando.

Piden cosas tan entendibles como básicas: un trabajo digno, servicios públicos de calidad y al alcance de todas las personas, derecho a una vivienda y a las mínimas necesidades vitales.

Quienes aún caminan hoy no se creen la gran mentira de la recuperación, porque cuando se dice que la economía está remontando saben que no se refieren a la vida y la economía de las personas, sino a los balances de las empresas que cotizan en Bolsa.

Los Gobiernos han facilitado los despidos afirmando que eso es lo mejor para recuperar el empleo. Cuando acaban las prestaciones por desempleo nos dicen que así nos movemos más para buscar trabajo. Quitan becas, ayudas de comedor para escolares, suben tasas y reducen la oferta educativa. Hacen pagar por medicinas y servicios sanitarios, cierran consultas o servicios de urgencias. Miles de personas dependientes no tienen ayuda de ningún tipo, salvo las que es capaz de dar el entorno familiar, sobre todo las mujeres que renuncia a su propia vida para responsabilizarse de los cuidados. Abandonan a familias en la calle y con la deuda de una hipoteca impagable para no poner en aprietos a los bancos que les sobrevaloraron sus casas. Miles de jóvenes emigran en busca de oportunidades que aquí no se les dan para volver a la triste realidad de nuestro pasado no tan lejano.

Las desastrosas aventuras de la Banca han sido colectivizadas, convirtiéndose en deuda pública (e ilegítima) que nos obligan a pagar entre toda la población anteponiendo, constitucionalmente, su pago al de los gastos sociales. La OCDE, en su informe Panorama de la Sociedad 2014, reconoce que en España las personas pobres bajaron sus ingresos y que la desigualdad ha aumentado más que en ningún otro país de la organización. Como podemos ver, la crisis no está siendo igual para todo el mundo.

Junto al Gobierno, se han sentado los dirigentes de la patronal y los de CC OO y UGT, para ayudarle a convencernos de que todo va mejor. Con esta realidad de paro, bajada de salarios y menos protección social, decirnos que vamos por buen camino es un insulto. Las personas paradas, desahuciadas, jornaleras o estudiantes que conforman las Marchas no ven la salida del túnel porque no la hay. Porque la esclavitud no es nuestra salida, aunque se empeñen en decirnos que sí. Por eso se ha decidido marchar hacia Madrid. Para que no nos tomen por idiotas, para que Gobiernos e instituciones que parecen sordos a las demandas de la mayoría de la población escuchen la petición de Pan, Trabajo Digno, Techo y Derechos que vendrá desde los cuatro puntos cardinales.

No es una marcha de grandes líderes, aunque seguro que habrá quien se haga la foto de precampaña con las Marchas como fondo. Es una rebelión de personas silenciadas. De quienes no se habla cuando se afirma, con todo cinismo, que ya estamos saliendo de la crisis. De personas que no ven un futuro claro, ni para ellas ni para sus hijas e hijos. Personas que quieren ser visibles, con sus problemas, sus anhelos y sus exigencias.

Ha sido un camino en el que ha habido de todo. Alcaldes y alcaldesas que han hecho lo posible y lo imposible para que la Marcha no pasara por el centro de sus municipios con su mensaje y que han negado la petición de un techo o una ducha. Al mismo tiempo, las Marchas han encontrado la entrañable solidaridad de vecinas y vecinos que les han preparado un caldo caliente y les han alentado en su caminata. Gentes que han entendido como propias las peticiones de las personas caminantes y han cargado de fuerza y optimismo sus gastadas piernas.

No sé qué pasará después de este 22 de marzo. No parece que el Gobierno de Mariano Rajoy vaya a ser permeable, si no lo ha sido hasta ahora, a las demandas de justicia social. Tampoco pienso que vayamos a conseguir, en el corto plazo, reorientar el sistema económico y político hacia un Estado social y democrático más justo. Lo que sí creo es que existe la posibilidad de subir un escalón en la conciencia de la población. Un salto en el convencimiento de que nadie nos solucionará los problemas y menos quienes se están aprovechando de la situación, sean políticos, instituciones financieras o grandes corporaciones. Un avance en la seguridad de que no nos vale un sistema que funciona en torno al beneficio privado de la minoría a costa de la gran mayoría.

Quienes han marchando estos días por las carreteras nos indican un camino de rebeldía y de dignidad, un camino de denuncia y de reivindicación. No sabemos cómo será el futuro, pero les aseguro que lo prefiero junto a estas personas que lo están construyendo paso a paso. Hoy, no hace falta que pregunten dónde estamos. Nos fuimos hasta Madrid a gritar, una vez más, «que se vayan».