En la misma semana que en la Asamblea
Regional todos los grupos parlamentarios acuerdan la constitución de una
Comisión Especial de Empleo se presentaron los resultados de la última
Encuesta de Población Activa (EPA). Los días previos a la presentación
de la EPA la ministra había anunciado que 'venían sorpresas' dejando
claro que el Gobierno iba a 'sacar pecho' al mínimo repunte del empleo.
Así ha sido: los 412.000 nuevos empleos creados han permitido al agotado
Gobierno del PP aferrarse desesperadamente a la mejoría del empleo para
anunciar el final del largo túnel.
Pero la cuestión del empleo, a
pesar de los cánticos de las sirenas gubernamentales, nos sigue
desafiando y mucho. La problemática del empleo es, por supuesto, la del
desempleo de masas; a pesar del repunte del que hemos de congratularnos
por aquellas personas que hayan logrado mejorar su situación, el
Gobierno no tiene ninguna razón para mostrar regocijo pues las tasas de
desempleo en este país persisten en mantenerse extremadamente altas.
Pero es también la problemática de la precariedad, los salarios bajos y
la degradación de las condiciones laborales. El desafío, por tanto, es
plantearse cómo volver a hacer de las relaciones de empleo un vehículo
de integración y cohesión social.
Una sociedad cohesionada se sostiene sobre el empleo estable y con derechos, así como también sobre las redes de protección social. En el largo ciclo de la crisis hemos visto cómo ambos pilares han saltado en mil pedazos. De tal forma que se han abierto en la estructura social fracturas o heridas a través de las cuales miles de murcianos se han precipitado hacia la vulnerabilidad del empleo precario y el desempleo de masas, cuando no directamente a la exclusión o desafiliación social. Las políticas hegemónicas no han sido capaces de contener esta laceración del cuerpo social. Los recortes de los gastos sociales o la última Reforma Laboral del 2012 del Gobierno de Mariano Rajoy nos han conducido a un desastre.
A menudo los
accidentes laborales reaparecen como un síntoma de las fracturas que
pulverizan la relación de empleo. Son indicadores de la degradación del
empleo, de la pérdida de derechos laborales e indicios de precariedad. Y
vemos hoy cómo el drama de los accidentes de trabajo ha vuelto a
repuntar. De hecho, el mismo día que inaugurábamos la novena legislatura
de la Asamblea Regional, el pasado 15 de junio, conocíamos que dos
trabajadores de 52 y 53 años fallecían durante el fin de semana al
caerles encima una puerta metálica trabajando en una empresa de
carpintería de Molina de Segura.
En la reciente aprobada Comisión
Especial de Empleo en el Parlamento murciano tenemos una responsabilidad
política enorme. Hemos de configurar una salida a la crisis que vuelva a
hacer de la relación de empleo un vínculo con los derechos de
ciudadanía, con el salario con dignidad, con las condiciones laborales
estables y seguras, en definitiva, que el empleo vuelva a ser un
vehículo de integración social. Hay que comprometerse políticamente con
esta salida de la crisis por la vía alta del empleo estable y digno.
Por
el contrario, el gobierno del PP fuerza una salida de la crisis por la
vía baja del empleo precario, de los salarios bajos y de la reproducción
de las desigualdades de género (menos salario y empleo para mujeres),
de las desigualdades de edad (menos salario y empleo para los jóvenes y
para los mayores de 45) y de las desigualdades de ciudadanía (menos
salario y empleo para inmigrantes). Esta forma degradada de salida de la
crisis es la que nos refleja la EPA reciente: gracias a que el Gobierno
del PP ha cambiado todas las bases y estructuras de generación de
empleo, ha generado una lógica por la cual el empleo que se crea está
peor pagado, es más temporal, de jornadas más reducidas y con un aumento
total del número de horas trabajadas. Del empleo creado en este último
semestre, la gran mayoría (el 75%) es empleo temporal.
No es
válido que donde antes había un contrato y un salario digno, ahora se
ofrezcan dos o tres contratos temporales con sus correspondientes
salarios indignos. Esta vía baja de salida de la crisis nos conduce a la
generación del 'precariado' y de los trabajadores pobres, esto es,
personas que aún teniendo un empleo, sin embargo, su salario no les
posibilita salir de la vulnerabilidad y la incertidumbre.
Si hemos
constituido una omisión parlamentaria de Empleo es para no volver a
repetir errores. Y para ello hay que plantearse seriamente cómo
construir una salida de la crisis por la vía alta del empleo estable y
digno. Tenemos que plantearnos por qué esta región tiene una estructura
ocupacional tan frágil "tasas de eventualidad persistentemente altas (en
torno al 40%) o los salarios tan bajos". Esta fragilidad es la que hace
que cuando llega una reestructuración o una crisis se generan
inmediatamente situaciones de desempleo de masas. Este es el desafío a
plantearse: qué diseños políticos nos han de posibilitar el dejar de ser
una región socialmente vulnerable.
(*) Diputado de 'Podemos' en la Asamblea Regional
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