domingo, 26 de julio de 2015

Cuando el empleo nos desafía / Andrés Pedreño *

En la misma semana que en la Asamblea Regional todos los grupos parlamentarios acuerdan la constitución de una Comisión Especial de Empleo se presentaron los resultados de la última Encuesta de Población Activa (EPA). Los días previos a la presentación de la EPA la ministra había anunciado que 'venían sorpresas' dejando claro que el Gobierno iba a 'sacar pecho' al mínimo repunte del empleo. Así ha sido: los 412.000 nuevos empleos creados han permitido al agotado Gobierno del PP aferrarse desesperadamente a la mejoría del empleo para anunciar el final del largo túnel.

Pero la cuestión del empleo, a pesar de los cánticos de las sirenas gubernamentales, nos sigue desafiando y mucho. La problemática del empleo es, por supuesto, la del desempleo de masas; a pesar del repunte del que hemos de congratularnos por aquellas personas que hayan logrado mejorar su situación, el Gobierno no tiene ninguna razón para mostrar regocijo pues las tasas de desempleo en este país persisten en mantenerse extremadamente altas. Pero es también la problemática de la precariedad, los salarios bajos y la degradación de las condiciones laborales. El desafío, por tanto, es plantearse cómo volver a hacer de las relaciones de empleo un vehículo de integración y cohesión social.

Una sociedad cohesionada se sostiene sobre el empleo estable y con derechos, así como también sobre las redes de protección social. En el largo ciclo de la crisis hemos visto cómo ambos pilares han saltado en mil pedazos. De tal forma que se han abierto en la estructura social fracturas o heridas a través de las cuales miles de murcianos se han precipitado hacia la vulnerabilidad del empleo precario y el desempleo de masas, cuando no directamente a la exclusión o desafiliación social. Las políticas hegemónicas no han sido capaces de contener esta laceración del cuerpo social. Los recortes de los gastos sociales o la última Reforma Laboral del 2012 del Gobierno de Mariano Rajoy nos han conducido a un desastre. 

A menudo los accidentes laborales reaparecen como un síntoma de las fracturas que pulverizan la relación de empleo. Son indicadores de la degradación del empleo, de la pérdida de derechos laborales e indicios de precariedad. Y vemos hoy cómo el drama de los accidentes de trabajo ha vuelto a repuntar. De hecho, el mismo día que inaugurábamos la novena legislatura de la Asamblea Regional, el pasado 15 de junio, conocíamos que dos trabajadores de 52 y 53 años fallecían durante el fin de semana al caerles encima una puerta metálica trabajando en una empresa de carpintería de Molina de Segura.

En la reciente aprobada Comisión Especial de Empleo en el Parlamento murciano tenemos una responsabilidad política enorme. Hemos de configurar una salida a la crisis que vuelva a hacer de la relación de empleo un vínculo con los derechos de ciudadanía, con el salario con dignidad, con las condiciones laborales estables y seguras, en definitiva, que el empleo vuelva a ser un vehículo de integración social. Hay que comprometerse políticamente con esta salida de la crisis por la vía alta del empleo estable y digno.

Por el contrario, el gobierno del PP fuerza una salida de la crisis por la vía baja del empleo precario, de los salarios bajos y de la reproducción de las desigualdades de género (menos salario y empleo para mujeres), de las desigualdades de edad (menos salario y empleo para los jóvenes y para los mayores de 45) y de las desigualdades de ciudadanía (menos salario y empleo para inmigrantes). Esta forma degradada de salida de la crisis es la que nos refleja la EPA reciente: gracias a que el Gobierno del PP ha cambiado todas las bases y estructuras de generación de empleo, ha generado una lógica por la cual el empleo que se crea está peor pagado, es más temporal, de jornadas más reducidas y con un aumento total del número de horas trabajadas. Del empleo creado en este último semestre, la gran mayoría (el 75%) es empleo temporal.

No es válido que donde antes había un contrato y un salario digno, ahora se ofrezcan dos o tres contratos temporales con sus correspondientes salarios indignos. Esta vía baja de salida de la crisis nos conduce a la generación del 'precariado' y de los trabajadores pobres, esto es, personas que aún teniendo un empleo, sin embargo, su salario no les posibilita salir de la vulnerabilidad y la incertidumbre.

Si hemos constituido una omisión parlamentaria de Empleo es para no volver a repetir errores. Y para ello hay que plantearse seriamente cómo construir una salida de la crisis por la vía alta del empleo estable y digno. Tenemos que plantearnos por qué esta región tiene una estructura ocupacional tan frágil "tasas de eventualidad persistentemente altas (en torno al 40%) o los salarios tan bajos". Esta fragilidad es la que hace que cuando llega una reestructuración o una crisis se generan inmediatamente situaciones de desempleo de masas. Este es el desafío a plantearse: qué diseños políticos nos han de posibilitar el dejar de ser una región socialmente vulnerable.

(*) Diputado de 'Podemos' en la Asamblea Regional

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