Pero en la
foto faltan muchos, algunos muy importantes en esta asociación de
presuntos malhechores que llevan más de veinte años enriqueciéndose de
forma irregular o ilegal. Cabría conceptuarla como una forma de
delincuencia organizada, una especie de banda de ladrones que parasita
el país, lo ha hundido en una crisis sin precedentes a base de saquearlo
y a punto está de fragmentarlo gracias a su fabulosa incompetencia.
Vamos a incluir algunos de los nombres que faltan. Ponerlos todos fuera
imposible.
Falta
Aznar, responsable político del gatuperio e iniciador de la burbuja que
nos ha traído aquí. Falta igualmente su señora, Ana Botella,
responsable de una gestión municipal en Madrid tan caótica,
despilfarradora, ruinosa, ridícula e incompetente que hizo buena la de
su antecesor en el cargo, el monaguillo Gallardón.
Por
supuesto, falta Rajoy, también responsable último del desaguisado y
cuya irreprimible tendencia a la mentira y el embuste lo ha llevado a
intentar engañar a la Comisión europea con unos presupuestos inventados
con el único fin de no perder demasiado en las próximas elecciones y ver
si aún cabe afanar algo más.
Falta Aguirre, cuya capacidad de cazatalentos está por comprobar, mientras que la de cazamangantes,
la ha demostrado con creces al rodearse de auténticos perillanes de la
Gürtel, de la Púnica o que esquilmaban el erario público en modo free lancer desde un gobierno dedicado literalmente al pillaje.
Cospedal,
auténtico flagelo de Castilla La Mancha, que debiera tener lugar de
honor en la orla al señalar que han trabajado denodadamente para saquear el país. Un lapsus freudiano que no deja lugar a dudas sobre la dedicación de la doña manchega.
Blesa
quien, como el rey Midas, convertía en oro cuanto tocaba y se metía en
el bolsillo, sin escatimar prebendas a sus compadres de todo el espectro
político gracias a las tarjetas black con cargo, como siempre, a los
contribuyentes.
Rouco Varela, el sumo sacerdote franquista, apandador de recursos públicos para pagar medios de comunicación dedicados a insultar a los demócratas.
Rouco Varela, el sumo sacerdote franquista, apandador de recursos públicos para pagar medios de comunicación dedicados a insultar a los demócratas.
Trillo
y Pujalte, los dos pintorescos murcianos que redondeaban ingresos con
unas asesorías regiamente pagadas y hechas de palabras, de esas que se
lleva el viento.
Wert,
autor de una ley de educación que no piensa aplicar nadie y que, en
merecida compensación, goza de un retiro áureo en París, siempre a costa
del contribuyente.
Fabra,
el del aeropuerto para peatones; Fernández Díaz, el de las
condecoraciones a las vírgenes; Soria, el que ha privatizado el sol;
Montoro, protector de presuntos defraudadores; Arenas, el campeón en
vivir opíparamente del erario y sin ganar una sola elección; Floriano,
el del brillante verbo; Hernando, el de los modales exquisitos; González
Pons, el del milagro de los panes y los puestos de trabajo. La lista es
larga.
Faltan los intelectuales orgánicos del régimen, apoltronados en las reales academias, dedicados a justificar el latrocinio general por el bien de la raza, a tanto alzado la línea.
Faltan los intelectuales orgánicos del régimen, apoltronados en las reales academias, dedicados a justificar el latrocinio general por el bien de la raza, a tanto alzado la línea.
Faltan
también los 144 tertulianos de RTVE a razón de 150 a 300 euros por
aparición y performance. La legion tebana nada dispuesta al sacrificio
pero sí a inventarse la realidad y hacer propaganda del gobierno.
Y,
por supuesto, faltan los cientos de asesores y enchufados que pululan
por los despachos, sin cualificación alguna y con salarios increíbles,
entre deudos, amigos, parientes y chusma sin oficio pero con mucho
beneficio.
Que el país tiene que prescindir de los servicios de esta tropa es un requisito de supervivencia.
La cuestión está en averiguar quiénes vendrán en su lugar. Ahí está el problema.
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED
No hay comentarios:
Publicar un comentario