martes, 13 de octubre de 2015

Gentuza / Ramón Cotarelo *


Las redes sociales son los canales por los que fluye la información hoy. Los más veloces, más diversos, más contrastados y fáciles de contrastar. Y, dentro de las redes sociales, Twitter, bastante más rápida que FB y con capacidad para organizar campañas. Por ejemplo, esta que extraigo del twitter de @manueljarias animándonos a votar en diciembre para echar a esa gentuza. 
 
Pero en la foto faltan muchos, algunos muy importantes en esta asociación de presuntos malhechores que llevan más de veinte años enriqueciéndose de forma irregular o ilegal. Cabría conceptuarla como una forma de delincuencia organizada, una especie de banda de ladrones que parasita el país, lo ha hundido en una crisis sin precedentes a base de saquearlo y a punto está de fragmentarlo gracias a su fabulosa incompetencia. Vamos a incluir algunos de los nombres que faltan. Ponerlos todos fuera imposible.

Falta Aznar, responsable político del gatuperio e iniciador de la burbuja que nos ha traído aquí. Falta igualmente su señora, Ana Botella, responsable de una gestión municipal en Madrid tan caótica, despilfarradora, ruinosa, ridícula e incompetente que hizo buena la de su antecesor en el cargo, el monaguillo Gallardón.

Por supuesto, falta Rajoy, también responsable último del desaguisado y cuya irreprimible tendencia a la mentira y el embuste lo ha llevado a intentar engañar a la Comisión europea con unos presupuestos inventados con el único fin de no perder demasiado en las próximas elecciones y ver si aún cabe afanar algo más.

Falta Aguirre, cuya capacidad de cazatalentos está por comprobar, mientras que la de cazamangantes, la ha demostrado con creces al rodearse de auténticos perillanes de la Gürtel, de la Púnica o que esquilmaban el erario público en modo free lancer desde un gobierno dedicado literalmente al pillaje. 

Cospedal, auténtico flagelo de Castilla La Mancha, que debiera tener lugar de honor en la orla al señalar que han trabajado denodadamente para saquear el país. Un lapsus freudiano que no deja lugar a dudas sobre la dedicación de la doña manchega.

Blesa quien, como el rey Midas, convertía en oro cuanto tocaba y se metía en el bolsillo, sin escatimar prebendas a sus compadres de todo el espectro político gracias a las tarjetas black con cargo, como siempre, a los contribuyentes.

Rouco Varela, el sumo sacerdote franquista, apandador de recursos públicos para pagar medios de comunicación dedicados a insultar a los demócratas.

Trillo y Pujalte, los dos pintorescos murcianos que redondeaban ingresos con unas asesorías regiamente pagadas y hechas de palabras, de esas que se lleva el viento.

Wert, autor de una ley de educación que no piensa aplicar nadie y que, en merecida compensación, goza de un retiro áureo en París, siempre a costa del contribuyente.

Fabra, el del aeropuerto para peatones; Fernández Díaz, el de las condecoraciones a las vírgenes; Soria, el que ha privatizado el sol; Montoro, protector de presuntos defraudadores; Arenas, el campeón en vivir opíparamente del erario y sin ganar una sola elección; Floriano, el del brillante verbo; Hernando, el de los modales exquisitos; González Pons, el del milagro de los panes y los puestos de trabajo. La lista es larga.

Faltan los intelectuales orgánicos del régimen, apoltronados en las reales academias, dedicados a justificar el latrocinio general por el bien de la raza, a tanto alzado la línea.

Faltan también los 144 tertulianos de RTVE a razón de 150 a 300 euros por aparición y performance. La legion  tebana nada dispuesta al sacrificio pero sí a inventarse la realidad y hacer propaganda del gobierno.

Y, por supuesto, faltan los cientos de asesores y enchufados que pululan por los despachos, sin cualificación alguna y con salarios increíbles, entre deudos, amigos, parientes y chusma sin oficio pero con mucho beneficio.

Que el país tiene que prescindir de los servicios de esta tropa es un requisito de supervivencia.

La cuestión está en averiguar quiénes vendrán en su lugar. Ahí está el problema. 
 

(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED

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