La izquierda ha fracasado en su intento de ofrecer, en los principales
municipios de la Región (Santomera es la excepcional guinda), una
candidatura única de las distintas fuerzas que la componen. El exponente
que mejor permite entender la imposibilidad del acuerdo es el de la
capital murciana, donde ya se había formalizado una lista de
convergencia a través de un proceso de primarias.
El efecto de la
disolución permite observar las causas en las propias reacciones de
muchos de los protagonistas, que aparecen distribuidos en tres estados:
los que muestran perplejidad, los que manifiestan alivio y los que
recurren al viejo determinismo de una fatalidad supuestamente inherente a
ese estrato, lo cual restaría importancia a las voluntades
individuales.
Sin desarrollarlas por hoy demasiado ahí van unas notas que tal vez sean útiles para entender lo que les ha pasado.
1. Se han engañado conscientemente a sí mismos al
presentar como un proceso de ‘convergencia ciudadana’ lo que en la
práctica no era más que un acuerdo entre partidos políticos. El
eufemismo les ha estallado en las manos.
2. Las elecciones primarias constituyen una fórmula
insoslayable para desarrollar la democracia interna en cada uno de los
partidos, pero resultan extravagantes para conformar coaliciones, pues
cada una de las siglas cuenta con un número distinto de militantes y
simpatizantes, de modo que el resultado obedecerá necesariamente a la
correlación de fuerzas y frustrará a las de menor inserción. Si por esta
evidencia se introdujera cualquier mecanismo corrector se modificaría
la voluntad mayoritaria.
3. Un error principal consiste en intentar conformar
una coalición de izquierdas en que algunos de sus integrantes rehúyen
esa ubicación mientras otros la reivindican como gancho fundamental. Y
donde Podemos quiere estar sin estar e IU no puede renunciar a expresar
visibilidad.
4. Otro no menor reside en equiparar a grupos como
Equo o Clias, sustentados exclusivamente por sus propios aparatos, con
formaciones con estructura radial y eco en las encuestas como IU o
Podemos. En la práctica, aquéllos sirven para legitimar falsas
coaliciones a cambio de exigir una cuota.
5. Por no hablar del curioso experimento de que IU y
Podemos compartan candidatura en las municipales y compitan ante ese
mismo electorado convergente en las autonómicas.
6. Por si fuera poco, todos estos intentos de
concentración electoral han dado lugar a denominaciones nuevas y logos
improvisados que ya se prestan a la parodia por el agotamiento de las
conjugaciones verbales, lo que supone un derroche de la imagen de las
marcas y una aproximación al amateurismo de las candidaturas
independientes locales. En definitiva, casi se diría que pretenden
conducir al despiste a una gran parte del electorado, el que está poco
atento a matices y sutilezas que tan sustantivos son para los dirigentes
de la izquierda.
7. Cuestión básica en que se fundamenta la
imposibilidad es que IU y Podemos no son proyectos convergentes sino
competitivos. Sólo puede unirles el deseo común de desalojar al PP del
poder, pero ni un paso más allá. Podemos aspira a engullir a IU o a que
ésta se mantenga de manera residual para que contribuya a su imagen de
centralidad, mientras IU pretende sobrevivir en este trance aupándose al
tirón electoral de Podemos. Por su parte, Equo es un banderín
ecologista que ya pasó sin éxito su prueba electoral y cuyos fundamentos
están más que asumidos por los partidos principales, mientras Clias es
una plataforma para el trasvase de cuadros desde el PSOE a IU. Por unas u
otras motivaciones, las coincidencias pueden ser tácticas, pero no
estratégicas.
8. La incompatibilidad de los dos grupos principales
se acentúa si se atiende a que IU sufrió el rechazo del 15M, de donde
en parte surgió Podemos. Es muy probable que los líderes de éstos
votaran en otras etapas a IU, pero es obvio que nunca se decidieron a
participar activamente en esa organización. Si en la otra acera es
perceptible el traspaso de militantes desde el PP a Ciudadanos, desde IU
a Podemos apenas hay fugas. Esto no es causal, sino que habla de la
distinta naturaleza de ambas formaciones por mucho que las percepciones a
groso modo no lo hagan tan evidente. IU es, para Podemos, la ‘vieja
izquierda’, un reminiscente PCE, mientras el nuevo partido se considera
liberado de estigmas y decidido a reconstruir la socialdemocracia a
costa de un perplejo PSOE. En la práctica, IU es un lastre para Podemos,
pues la vocación del primero sería el ejercicio testimonial, en el que
viene abundando desde la Transición, mientras el segundo tiene una meta
clara: el poder.
9. Es bien expresivo que la ruptura de Podemos con
la coalición electoral que ya había sido alcanzada en el municipio de
Murcia se produzca, al margen de la letra de los comunicados, por el
hecho de que como resultado de las primarias los primeros cuatro puestos
de la lista pertenecieran a IU. En Podemos debieron concluir que no
estaban ahí para trabajar para IU. Esto indica, por otro lado, que ese
es el número aproximado de concejales, cuatro, a que aspiraba la marca
conjunta Cambiemos Murcia, lo que denota escasa ambición si el propósito
principal consistía en expulsar al PP.
10. A este respecto también se detecta un fenómeno
del que tal vez Podemos haya tomado nota: la posible desmovilización de
su propia militancia, que ha permitido que IU los rebasara con tanta
contundencia en las primarias. Ahí tal vez sea apreciable el pulso entre
las tendencias internas, y más llamativo aún es que en IU se impusiera
la opción no oficialista. ¿Votó una parte del sector denominado Ahora
Podemos al candidato no oficial de IU? Porque no se explica que si IU
resolvió previamente unas primarias internas que dieron el triunfo a
Sergio Ramos, el ganador final en las primarias para la candidatura
municipal, en las que, a la vista está, se impuso la lógica de los
partidos, resultara ser Nacho Tornel.
¿Votaron los militantes de IU a
dos personas distintas de su partido en dos elecciones consecutivas
producidas a pocas semanas de distancia? La clave podría estar en el
grupo minoritario de Podemos, que por otra parte se muestra dispuesto a
seguir apoyando la coalición Cambiemos Murcia, que persiste sin Claro
que Podemos (el sector oficial de este partido) y sin Equo. Y ahora sólo
hace falta saber qué hará Podemos: probablemente registrar una nueva
marca, aunque los más optimistas de uno y otro lado aún confían en
recuperar el acuerdo. Imposible si se atiende a todo lo anterior.