lunes, 27 de junio de 2016

¿Son las encuestas un fraude? / José Miguel Larraya *

Aquí, ¿quién miente?. Los encuestados o los encuestadores. O es un problema de ineptitud, el margen de error es muy superior al que confiesan, o la cocina que se practica con los datos en bruto es fraudulenta, cuando no ideológicamente sesgada. Porque lo cierto y verdad es que los resultados electorales no se parecen en absoluto a las encuestas publicadas en los últimos meses.

El ar­gu­mento de la foto ins­tan­tánea –una en­cuesta en la foto de la opi­nión en ese mo­men­to—no con­vence. Y lo que sí pa­rece es que las en­cuestas crean opi­nión, sobre todo en los opi­na­dores pro­fe­sio­na­les. Las te­le­vi­siones pú­blicas y pri­vadas están col­madas de ter­tu­lianos que im­pro­visan sus opi­niones sobre lo que creen que va a pasar y re­sulta que lo que dice suele coin­cidir con lo que dicen las en­cues­tas. No todas las en­cues­tas, sino las en­cuestas de los me­dios a los que el ter­tu­liano es más pró­ximo.

La for­ma­ción de la opi­nión pú­blica es una parte esen­cial de la vida de­mo­crá­tica. El fra­caso de las en­cues­tas, y por ex­ten­sión de la ma­yoría de los me­dios, sobre lo que se su­ponía que opi­naba la so­ciedad sobre los lí­deres y los par­tidos po­lí­ticos de­bería obli­gar, ya que los pe­rio­distas somos tan crí­ticos con los de­más, a una se­sión de au­to­crí­tica. Tengo la sen­sa­ción que se oirán las mismas es­cusas que se es­cu­chan des­pués de cada elec­ción.

Sin em­bargo y dado los re­sul­tados de las elec­cio­nes, es plau­sible pensar que las en­cuestas y las oleadas de ter­tu­lia­nismo me­diá­tico han po­dido tener un efecto im­pre­visto y con­tra­rio, en el caso, im­pro­ba­ble, de que la fa­bri­ca­ción de en­cuestas tu­viera una in­ten­ción po­lí­tica. Si ad­mi­tié­ramos esta hi­pó­tesis –encuestas orien­tadas a dar por muerto a un líder po­lí­tico o a un par­ti­do—habrá ocu­rrido algo sor­pren­dente. Los ciu­da­danos alar­mados por lo que opinan sus com­pa­triotas se apre­suran a votar para evitar que la pro­fecía se cum­pla.

Los pro­pios par­ti­dos, y sus lí­de­res, suelen vivir ob­se­sio­nados con los son­deos de opi­nión, en­cuestas de va­lo­ra­ción de lí­de­res, y, tal vez, la fi­nan­cia­ción de al­gunas fuerzas po­lí­ticas de­penda a veces de sus ex­pec­ta­tivas de éxito. La pre­gunta me pa­rece per­ti­nente. ¿Quién y cómo se co­cina la in­for­ma­ción sobre el es­tado de la opi­nión pú­blica? Alguien de­bería res­ponder porque es fácil decir que a los es­pañoles les preo­cupa la co­rrup­ción y el paro, la crisis eco­nó­mica y el te­rro­rismo. Pero ¿sobre esas preo­cu­pa­ciones uni­ver­sales se puede hacer una pro­yec­ción de re­sul­tados elec­to­ra­les?

Los re­sul­tados en la Comunidad de Madrid y de Valencia, dos te­rri­to­rios aso­lados por los es­cán­dalos po­lí­ticos con una pre­sencia me­diá­tica abru­ma­dora, de­be­rían hace re­fle­xionar a los fa­bri­cantes de opi­nión pú­blica, los mismos que em­pa­pe­laron sus des­pa­chos con la pa­labra “Il sor­pas­so”. En España, la pe­lí­cula, ma­ra­vi­llosa, se llamó La es­ca­pada. El do­mingo al­gunos es­ca­paron a su muerte anun­ciada.


(*) Periodista


https://www.capitalmadrid.com/2016/6/27/42751/son-las-encuestas-un-fraude.html

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