La invitación lanzada hace unos días por el presidente del Banco
Central Europeo (BCE), Mario Draghi, para que los bancos europeos se
lancen con más interés por la ruta de las fusiones ha tenido una rápida
respuesta en el caso de España. El anuncio de la fusión entre Bankia y
BMN, ambas entidades controladas por el Estado, que posee más del 60%
del capital de cada una, responde en parte a los estímulos que están
lanzando las autoridades comunitarias para consolidar y fortalecer el
sector bancario, que atraviesa una etapa complicada debido a las altas
tasas de morosidad y sobre todo a los bajos tipos de interés, que han
mercado sus márgenes y sus resultados.
No será esta probablemente la ica fusión bancaria que vamos a ver en
Europa en los próximos meses, a juzhar por la atribulada situación que
atraviesan varios bancos italianos, algunos incluso al borde de la
quiebra. También en Alemania hay ruido de fusiones, porque ni el
Deutsche Bank (cuya cotización está estos días en mínimos históricos,
aunque por motivos algo distintos a los que padecen sus otros colegas
europeos) ni el Commerzbank se encuentran en buena posición. Deutsche,
el mayor banco de Alemania, tiene entre sus problemas la enorme multa
que pretenden imponerle las autoridades estadounidenses, por importe de
más de 13.000 millones de euros.
La fusión de los dos bancos españoles (ambos procedentes de la suma
de diversas cajas de ahorros que se fusionaron para superar situaciones
financieras comprometidas y con importantes ayudas públicas, en su mayor
parte de la Unión Europea) tiene una dimensión bastante menor a las que
en estos momentos se están barajando en la zona euro.
Pero en España tiene una cierta significación, ya que se trata de dos
entidades que han recibido importantes ayudas públicas y por lo tanto
el éxito de una fusión y su futura evolución puede redundar en una mayor
probabilidad de que el Estado recupere una parte mayor del dinero
comprometido. En total, las ayudas a estos dos bancos rondan los 24.000
millones de euros, la mayor parte de los cuales se concentran en Bankia.
La entidad resultante de esta fusión entre Bankia y BMN podría mejorar
los resultados que suman ambas por separado, según los analistas que se
han ocupado de realizar las simulaciones pertinentes.
El objeto de toda fusión, en efecto, consiste en mejorar el resultado
que obtendrían ambas partes por separado. Hay ventajas en la fusión,
como por ejemplo el grado de complementariedad de su presencia
geográfica, ya que ambas tienen límites en la expansión de sus redes de
oficinas porque así lo exigió en su momento Bruselas a la hora de
condicionar las ayudas públicas. La fusión de dos entidades con redes de
oficinas en diferentes lugares de la geografía permite superar estas
limitaciones oficiales, por lo que aumenta el ámbito de actuación de la
entidad resultante, aumenta su mercado y por lo tanto aumenta su
expectativa de beneficio. La fusión, además, implicará una reducción de
gastos generales, con la consiguiente reducción de empleo, proceso en el
que están todavía embarcados bastantes bancos en España y en Europa. La
fusión cuenta, en suma, con el visto bueno de muchas instancias, sobre
todo porque incrementa las posibilidades de que el Estado recupere un
mayor volumen de dinero aportado en su día en forma de ayuda.
(*) Periodista y economista
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