Todos contra todos. Esta es la situación real que está viviendo el
partido socialista, en vísperas de la decisiva reunión del Comité
Federal del partido que se reúne dentro de 72 horas para intentar
arreglar lo que en estos momentos se presenta como imposible: cerrar la
profunda crisis que está viviendo el partido, ante el desafío que ha
planteado Pedro Sánchez con la celebración de un “Congreso exprés” y
unas primarias para renovar la secretaría general del partido, antes de
que se haya resuelto la gobernabilidad del país, y encontrar un camino
que permita recuperar la unidad, en un partido que, desde el abandono
del marxismo, en la etapa de Felipe González, no había vivido una
situación tan crítica como la actual.
Sin hacer, todavía, un análisis críticos de los malísimos resultados
del PSOE en las autonómicas de Galicia (con un partido roto que hubo que
cambiar al candidato por supuestos delitos de corrupción y de tráfico
de influencias, e incluso las listas, desde Ferraz) y Euskadi donde el
PSE, de ser un partido gobernante, o alternativa de poder siempre, se ha
instalado en la irrelevancia, con Podemos además, situado por delante,
sin hacer como dicen toda la ciudadanía, un mínimo análisis de los
resultados. En este escenario, el sector de la Ejecutiva socialista más
cercano a las posiciones de Sánchez, ha dado un salto en el vacío y ha
propuesto un congreso y unas primarias, para la secretaría general, que
ha roto el poco consenso que existía entre los barones territoriales y
el actual secretario general que les ha ido retirando la palabra a los
disidentes, conforme arreciaban las críticas.
Ahora, cercado por los barones; atacado en el grupo parlamentario
donde existe el peligro de que empiecen a no obedecer las órdenes del
portavoz, Antonio Hernando, que precisamente el martes tuvo que oír de
todo por parte de once diputados que se expresaron con una contundencia
en contra de la dirección actual, desconocida en los últimos años en el
grupo parlamentario (Pedro Sánchez no asistió, probablemente, porque
sabía que el conflicto era inevitable), y criticado por todos los que
han sido secretarios generales del PSOE, desde Felipe González a
Zapatero, pasando por Joaquín Almunia y Pérez Rubalcaba, Sánchez, como
adelantó este cronista está dispuesto, a pesar de todas las
dificultades, a luchar hasta el final (ver republica.com “Sánchez dispuesto, a morir matando“)
Con varias operaciones en marcha todavía no será decidido si serán
los 18 miembros de la actual Ejecutiva (de 35) los que darán el paso de
presentar la dimisión de sus cargos, con lo que se forzaría la formación
de una gestora que tomaría el control de la organización, tras la
obligada salida del secretario general (un auténtico golpe de estado) o,
por el contrario sería el Comité a Federal (290 miembros) de este
sábado, el que decidiese si efectivamente, rechaza la celebración de ese
Congreso exprés, antes de resolver el problema de la gobernabilidad del
país. Contando con que ya Sánchez ha anunciado que no dimitiría si su
propuesta es rechazada, con lo cual, volvería a ser candidato a las
generales del 18 de Diciembre.
En medio de este laberinto Sánchez insiste en que quiere formar
Gobierno con Podemos y Ciudadanos, algo imposible porque los dos se han
negado, por incompatibilidad de programas, y porque Iglesias no sólo
impone un trato de Gobierno de Coalición, con los referéndums de
independencia incluidos para las llamadas Nacionalidades históricas,
sino con una lista de peticiones que todavía no ha sacado del cajón.
Para demostrar quién manda, Podemos ha roto su acuerdo de investidura
con García-Page en Castilla la Mancha y en varios pueblos de Extremadura
donde gobierna Fernández Vara.
Felipe González que este miércoles ha tenido una agria polémica con
Sánchez, al que acusa de haberlo engañado porque le dijo que en la
segunda votación en la investidura de Rajoy se abstendría, arremete
también contra ese gobierno Frankenstein o Walt Disney. “Yo no creo que
pueda formarlo. Y creo que puede caer en la trampa de que le voten para
pasar la investidura, pero luego va a tener que formar un Gobierno con
85 diputados, y no”. Pero, ¿puede formarse ese ejecutivo alternativo?
“Claro que sería posible. Pero no un Gobierno de coalición con
antiproyectos, no con proyectos”.
¿Es que se puede hablar de un Gobierno de coalición – se pregunta
González – para ofrecer un proyecto a España cuando hay dentro de esa
coalición muchos componentes que ni siquiera creen que España sea un
espacio público compartido y que están dispuestos a cuestionarla?
“Cuestionarla que es cuestionar a los españoles, cuestionar los
derechos, las libertades, la igualdad de trato de todos los españoles.
Eso no es un proyecto de país, es un proyecto de reino de taifas, que
cada uno lo asuma. Pero no es un proyecto que identifica al PSOE”.
(*) Periodista y economista
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