Una pena. En un día tan glorioso como
este, en que podemos disfrutar de la imagen de una banda de presuntos
chorizos multimillonarios en el banquillo de los acusados, hemos de
dedicarnos a otros menesteres porque la urgencia del momento así lo
exige. Y es lo que haremos. Pero no me dirán ustedes que no es grato
completar a estos pájaros sentados con rostro grave y hasta amargado.
¿No les vienen a la memoria las fotos de todos ellos sonriendo o riendo a
mandíbula batiente, exhibiendo su poder y su riqueza? ¿No los recuerdan
a bordo de yates de lujo, cazando piezas mayores en el África, entrando
y saliendo de suntuosos comedores, inaugurando jolgorios, todo con
nuestro dinero? Ignoro en qué medida afecta a estos payos el hecho de
que los demás pensemos de ellos que son unos granujas y unos malnacidos.
Pero supongo que lo tendrán presente. Y ojalá la justicia cumpla con su
deber y les haga pagar sus supuestas fechorías.
Y vamos a lo nuestro. El País
sigue inmisericorde en la cruzada antisánchez más destructiva. No sé si
algún otro dirigente ha tenido que soportar otra portada tan agresiva
como esta en la que no solamente se le pide la dimisión sino que su
misma propuesta de convocar primarias se convirte en causa de que se
pida esa dimisión con ese tono bronco, casi histérico, a través de un
titular de periódico en el que no se informa, sino que se difunde una
consigna: Como no cede, dimisión.
No es imposible que El País caiga más bajo; pero es difícil. Ese titular es un pasquín.
He leído en alguna ocasión que Pablo Iglesias acusa a El País
de buscar la destrucción de Podemos, igual que he escuchado a los de
Podemos repetir muchas veces que el "PSOE y el PP la misma mierda es".
Ignoro si los que decían esto habrán rectificado porque la estupidez
suele ser tan densa como tarda, pero es obvio que a quien el El País
quiere destruir de verdad es a Sánchez y al PSOE. De Podemos, ni se
acuerda. Pero estaría bien que alguien de la "verdadera" izquierda
dijera algo sobre esta persecución de un dirigente de la izquierda, este
mobbing periodístico, típico de los tabloides y la prensa amarilla.
Junto al titular, otro editorial cargado de agresividad y verdadero odio, Un partido secuestrado.
Un texto tan injusto e inmoral que seguramente lo habrán redactado a
cuatro manos Cebrián y Rubalcaba. Todos ven que el país sufre un
presidente del gobierno en funciones, declarado en rebeldía ante el
parlamento, que lleva ocho meses chantajeando a las instituciones, a los
demás partidos y a la opinión pública, que tiene a su propio partido
forzado al silencio, que se niega a retirarse pero tampoco hace nada por
presentar su candidatura. Pues bien, para El País no es el
presidente de los sobresueldos el responsable de esta situación sino que
lo es el líder de la oposición que, como es evidente, juega en
inferioridad de condiciones.
Si
había alguna duda sobre la necesidad de mantenerse firme en el NO es NO
y echar a esta peste de mangantes, corruptos e ineptos del gobierno, la
clara complicidad de los medios con este desbarajuste es ya suficiente
para no hacer caso a sus exabruptos. Repásese el editorial. En esa breve
pieza se trata a Sánchez de tramposo, chantajista, de tratar de
organizar un plebiscito a su medida, de traicionero, marrullero y de
hacer una fuga hacia delante. Ignoro cuál será la capacidad de
resistencia de Sánchez ante esta agresión pero, si quiere, puede verla
con otro ánimo a base de preguntar a quien insulta con tanta ferocidad
en petición de una dimisión, ¿quiénes serían las personas que
propugnaria como sustitutas? ¿Susana Díez? ¿Carme Chacón? ¿Eduardo
Madina? Eso es un chiste. Quienes han estado torpedeando la campaña
electoral de Sánchez no debieran alzar mucho la voz y, de hecho, no la
alzan, salvo Fernández Vara, que le viene de casta pepera.
Estos
ataques tan desmesurados (producto de la histeria de la derecha, que
quiere resolver la interinidad antes de que fragüe algo peor) pasan por
alto el hecho de que la resistencia y el coraje de Sánchez cuentan con
un apoyo fuerte en la militancia, que ha encontrado una razón
sobrevenida para movilizarse orgullosamente por su partido: apoyar a su
dirigente e impedir que las fuerzas oscuras de los oscuros despachos y
los bancos a través de sus lacayos en los medios, decidan quién gobierna
España y quién no.
En realidad, la audiencia que El País quiere
tocar son los llamados "barones", ese puñado de dirigentes territoriales
que, por razones personales, hacen el juego al PP y cargan contra su
propio secretario general. O militaron en el PP (caso de Fernández Vara)
o son amigos de los peperos (caso Rubalcaba) o tienen corazón pepero
(caso Bono, Leguina, etc) o simplemente no pueden soportar que nadie los
haga caso porque, en el fondo, no son nada; caso Díaz.
Sánchez sostiene que las medidas que parecen "un chantaje" a El País,
esto es, la convocatoria del Comité, las primarias, el congreso, son
necesarias para dar respuesta a la derecha en asuntos de gobierno y con
el lenguaje que aquella entienda y para que su partido hable "con una
sola voz". Eso en el PSOE nunca será posible porque no es el PCE, pero
es bueno que se formule. Y que quienes tienen otras voces calibren la
responsabilidad en que incurren si, por tratar de imponerlas, permiten
que el país siga gobernado por el mismo partido corrupto y el mismo
gobierno de ineptos y franquistas, con el Sobresueldos a la cabeza, es
decir por aquellos que lo han traído al estado de crisis y postración en
que se encuentra.
Porque
la cuestión no ofrece dudas: si Sánchez se va o lo echan, son cuatro
años más de Rajoy y quién sabe cuántos más del PP con sus sucesores, por
ejemplo, Feijóo. Dice El País que Sánchez no puede poner a los
ciudadanos ante la disyuntiva de Rajoy sí o no. Él prefiere librarlos de
esa angustia con un "Rajoy sí o sí".
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED
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