miércoles, 28 de septiembre de 2016

El referente portugués de Pedro Sánchez hace aguas / Carlos Díaz-Güell *

En los pri­meros días de enero de 2016, pocos días des­pués de las elec­ciones ge­ne­rales de di­ciembre de 2015, el se­cre­tario ge­neral del PSOE, Pedro Sanchez, lan­zaba su pri­mera pro­puesta –ocurrencia para mu­chos- via­jando a Portugal para en­tre­vis­tarse con el primer mi­nistro luso, el so­cia­lista Antonio Costa, que go­ber­naba con el apoyo de los co­mu­nistas y el Bloco de Esquerda, a pesar de que el con­ser­vador Passos Coelho había ga­nado las elec­cio­nes, mos­trando desde Lisboa su de­ci­dida ad­mi­ra­ción por im­plantar en España un “pacto a la por­tu­guesa” contra Rajoy. 


Hoy, cuando no han transcurrido nueve meses desde aquel viaje, Sanchez no ha sido capaz de instrumentar un pacto similar al propuesto entonces que ha permitido al Partido Socialista Portugués gobernar con el apoyo parlamentario de los dos partidos a su izquierda, aunque éstos no se han incorporado al Ejecutivo. Nueve meses que han sido suficientes para que el FMI haya recortado en cuatro décimas la previsión de crecimiento de la economía portuguesa en 2016, hasta el 1%, mientras que en 2017 estima que la economía lusa se expandirá un 1,1%, dos décimas por debajo de la proyección anterior.

Nueve meses que han sido suficientes para que Portugal se mantenga como “bono basura” según valoración de las tres principales agencias de rating, debido a sus elevados niveles de deuda tanto pública como privada, por la fragilidad del sector bancario doméstico y por el débil mecanismo de transmisión monetaria lusa. Solo la agencia de calificación DBRS mantiene su nota de BBB, gracias a lo cual las emisiones portuguesas se contemplan para las compras del BCE, ya que de lo contrario los problemas se incrementarían.

Nueve meses, a lo largo de los cuales la situación 
económica de Portugal se ha convertido en muy peligrosa y se haya empezado a hablar de un segundo rescate por parte de la UE, como consecuencia de que el gobierno de Costa puja permanentemente por saltarse a la torera las líneas marcadas desde Europa, lo que obligó a la Comisión a llamar la atención, a la vista de que las perspectivas macroeconómicas empeoraban como consecuencia de la desaceleración de la actividad económica, el estancamiento del desempleo, el alza del déficit público, difícil situación de su sistema financiero o el incremento de la deuda pública.

Mientras que países como España e Irlanda se sitúan a la cabeza del crecimiento en Europa con cifras de inversión envidiables, al menos por lo que respecta a España hasta hace unos meses, la Grecia de Syriza y la Portugal deseada por Sanchez hace nueve meses, vuelven a bordear el precipicio en medio de una desconfianza generalizada.


(*) Periodista


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