miércoles, 19 de octubre de 2016

Boicot a González y Cebrián / Pablo Sebastián *

La crispación política de la España hoy tensa, sin Gobierno y dividida crece por doquier y ha llegado a la Real Academia Española (RAE) de la lengua castellana o española -como lo reclamaba Camilo José Cela-, donde los académicos Arturo Pérez Reverte y Francisco Rico se han tirado ‘El Quijote’ a la cabeza.

De allí la tensión se ha trasladado a la Universidad Autónoma de Madrid donde un aguerrido grupo de estudiantes ha impedido la celebración de un diálogo/conferencia entre Felipe González y Juan Luis Cebrián a propósito de ‘La sociedad civil, España y Europa’.

Gritos de ‘tenéis las manos manchadas de cal viva’ en alusión a los crímenes de los GAL y al discurso que Pablo Iglesias pronunció en contra de Felipe González en la investidura fallida de Pedro Sánchez, y otras acusaciones como el pretendido golpe de ‘los oligarcas contra Pedro Sánchez para que gobierne Rajoy’ indican que los manifestantes que aporrearon puertas e irrumpieron de manera no pacífica en el Aula Magna, podrían pertenecer al entorno de Podemos.

Al menos sus consignas coinciden con el discurso de Iglesias y su apuesta por ‘meter miedo’ y ocupar las calles en pos de un pretendido ‘poder popular’. Y están en línea con manifestaciones no pacíficas -la invasión de la capilla de la Universidad Complutense- en los campus, donde la libertad de expresión ha de primar sobre todo y para todos sin excepción pero sin violencia.

Se lo dijo Unamuno a Millán Astray en la Universidad de Salamanca, en respuesta al grito de ¡Viva la muerte! del que fuera fundador de la Legión: ‘venceréis pero no convenceréis’.

Resulta lamentable que, en las actuales circunstancias españolas, estas cosas estén ocurriendo y dañando la sagrada ‘libertad de cátedra’ en los que debieran ser los más amplios espacios de las libertades públicas y democráticas. Y a no perder de vista, en todo ello, que la división y la crisis del PSOE constituye un objetivo primordial de los alborotadores cuyas críticas -algunas basadas en hechos reales como fueron los GAL- están fuera del contexto democrático y pacífico que debe imperar.


(*) Periodista

 

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