Podemos y PSOE son fuerzas políticas antagónicas y complementarias,
básicamente se están disputando la hegemonía de la izquierda española y
enfrentando el dilema entre vieja y nueva política. Podemos nació de las
nuevas generaciones que nunca estuvieron en el PSOE y de las bases y
cuadros de Izquierda Unida con origen en otros grupos políticos de todo
pelaje siempre por la izquierda. Sin duda que hay viejos votantes
socialistas que se han deslizado hacia podemos pero ambos siglas pueden
ser más complementarias que competidoras.
Es evidente que podemos aspira a robar buena parte del voto
socialista para lograr la hegemonía de la izquierda, una vez que han
engullido Izquierda Unida. Pero no es tan evidente que los socialistas
necesiten a Podemos para recomponer su fuerza, de momento les sobraría
con recuperar a los abstencionistas para mantener la hegemonía.
Las últimas elecciones de junio, y las regionales de Galicia y el País Vasco, permiten sostener que ambas formaciones han perdido base electoral con resultados para cada una de ellas peores que los anteriores. Las dos siglas han perdido encanto. Y las dos formaciones andan sacudidas, una más que la otra, por tensiones internas que amenazan la estabilidad y confunden mensajes u objetivos.
La relación entre ambos es de amor y odio simultáneos, de radicalidad
verbal (enfrentamiento aparente) y pragmático entendimiento de puertas
adentro. No hay que hacer caso de las declaraciones (mucho postureo
declarativo) para atender a los acuerdos efectivos.
Empieza a haber pruebas de que Sánchez e Iglesias mantenían acuerdos
de base, cocinados desde otras instancias, suficientes como para
visualizar un gobierno alternativo al del PP. Siempre con la duda de que
no fueran secundados por todos y quedaran colgados de la brocha, sin
escalera, en el momento decisivo de las votaciones.
Hay evidencias de los acuerdos regionales y municipales que han hecho posible desalojar a los populares de varios gobiernos, a pesar de ser la fuerza más votada y de haber ofrecido a los socialistas alianzas generosas. Pero son los de Podemos los que más amenazan con romper esas alianzas y tumbar gobiernos socialistas. Son amenazas poco relevantes difíciles de explicar si abren la puerta a gobiernos del PP.
Más seria
puede ser la amenaza de los socialista (todavía no utilizada) a Podemos
de desalojarles de los Ayuntamientos en los que les sostienen el voto de
los socialistas. Para estos sería fácil mandar a la oposición a
Carmena, Colau y demás compañeros alcaldes de su familia política, con
sendas mociones de censura que se resolverían en pocas semanas.
Nadie se atreve a pasar de las musas al teatro, de las amenazas
explícitas o tácitas a los actos, pero si las cosas se ponen agrias
`puede ocurrir esa eventualidad con consecuencias imprevisibles parea el
futuro electoral de ambos. En resumen, el mapa político español está
muy abierto, es muy inestable; aquí puede pasar de todo.
(*) Periodista y economista
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