martes, 11 de octubre de 2016

A la economía le crecen las dudas / Primo González *

La percepción sobre la economía española parece estar girando a peor de forma perceptible en los últimos días. Las agencias de calificación y algunos bancos de inversión empiezan a mostrar su preocupación por la acumulación de problemas y de obstáculos tanto en el frente doméstico como en el externo, unos de índole política, otros de alcance económico.

No está claro que la gestora socialista sea capaz de domesticar a un partido que parece seriamente soliviantado tras la etapa Sánchez y su destemplada salida. El voto socialista es imprescindible para la gobernabilidad del país. La cuestión catalana se encamina por senderos de difícil manejo y, de hecho, el cisma socialista que parece barruntarse puede ser una pieza básica del desenlace de la disputa soberanista, ya que en el seno de la familia socialista parece afianzarse cada vez más la división interna de este importante grupo político, pieza fundamental para la estabilidad política española. Los últimos movimientos de los socialistas catalanes no están aportando bazas interesantes de cara a una posición del PSOE que facilite la investidura de Mariano Rajoy y que ahuyente, en suma, el riesgo de unas terceras elecciones a finales de año.

Por si fuera poco, la persistente erosión de confianza en Rajoy derivada de los procesos judiciales en curso es un argumento que se convierte en obstáculo de difícil superación para quienes apoyan darle facilidades para que forme Gobierno cuanto antes y el país recupere la gobernabilidad. Es un argumento lleno de razones y de mucho peso, pero apoyar un Gobierno del PP en estos momentos, y de Rajoy en particular, se le pone muy cuesta arriba a cualquier formación política, por buena que sea su voluntad de colaborar. Ese es el dilema que corroe en estos momentos a muchos socialistas y la dificultad derivada de ello. Darle un cheque en blanco a quien lidera un partido que está todos los días en las portadas de los diarios como protagonista de la corrupción no es asunto fácil.

En el frente exterior, la crisis desencadenada por el Brexit puede pasar una factura a la economía española más alta de la que se temía, con impacto en algunas empresas españolas muy presentes en el Reino Unido y con efectos perniciosos en el sector turístico, no sólo porque los visitantes británicos, que están en cabeza de los turistas extranjeros que cada año nos visitan sino porque la propia Gran Bretaña se ha convertido en un interesante atractivo turístico, que puede nublar en alguna medida ciertas corrientes turísticas que en condiciones normales han estado beneficiando a España.

Sobre la incierta salida británica de la UE se acumulan otros problemas económicos que en las últimas semanas han ido tomando cuerpo de forma considerable, uno de ellos el riesgo de una crisis bancaria a escala europea, en la que Alemania e Italia desempeñan papeles destacados, clon riesgo de desequilibrio financiero a escala europea. No llega a hablarse de una versión europea de la crisis de Lehman Brothers, pero la cuestión bancaria preocupa cada vez más en las capitales europeas. A España no le afecta el asunto de forma directa, ya que el sector bancario español parece ser ahora uno de los más estables y capitalizados. Pero el impacto indirecto de una crisis en la UE llegaría en un momento especialmente delicado para la economía española, en la que el rumbo político y la estabilidad son cada vez más necesarios y urgentes.


(*) Periodista y economista


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