martes, 25 de octubre de 2016

El Papa se mete a enterrador / Marcello *

Estábamos en este país llamado España entre asombrados y entretenidos con la inesperada, hasta hace poco, investidura de Rajoy cuando de pronto se nos aparece el Papa Francisco vestido de blanco como le corresponde y conmina a los católicos con disparatadas instrucciones sobre cómo tienen que enterrar a sus muertos.

Tenemos la impresión, a la vista de tan entrometido mensaje en el dolor y la intimidad de los creyentes, que Roma está preocupada porque ese rito y a la vez negocio (como el bautismo, las primeras comuniones y las bodas) se les está acabando con las incineraciones y el uso que los familiares y amigos de los fallecidos hacen de las cenizas del finado.

Las cenizas de Marcello, ya avisamos, serán esparcidas en la Plaza de San Pedro del Vaticano para que el espíritu de este perro guardián impida que los cuervos pecadores de la Curia romana vuelvan a volar sobre el Vaticano con sus pompas pecadoras y sus malas obras.

¡Qué desilusión y qué sorpresa! El Papa Francisco entrometiéndose en donde no debe en la defensa de un rito obsoleto que es solo para ricos o para pudientes, en vez de ocuparse de cuestiones más importantes como la democratización de la Iglesia y los derechos en ella de las mujeres, o de abolir el celibato de los curas. O de los pobres que no viven en los palacios vaticanos y de otros lares y mueren desesperados en el Mediterráneo tras huir de la guerra o de hambre o en los más miserables territorios del planeta sin que nadie se ocupe de su mala vida, su muerte y entierro, sin funerales ni responsos, ni cenizas, ni cementerios.

Pues sí que estamos bien. Con semejante invento esta Iglesia se vuelve a alejar de la realidad de su tiempo y de sus fieles. Y además no servirá para nada porque su recomendación no será atendida y, al contrario, serán más los que se enfaden por ello.

Empezando por ese hincha del Betis que, cumpliendo la promesa que hizo a su padre, lleva las cenizas del progenitor al viejo campo Benito Villamarín para que estén presentes en todos los partidos del Betis que se celebran en Sevilla.

Es verdad que algunos cementerios son hermosos y otros literarios como el del Pere-Lachaisse de París donde reposan los restos de Balzac, Moliere, Bizet, Camus, etcétera. Pero ni siquiera tan famoso camposanto se podría comparar con las aguas del Nilo, el esplendor del Sahara, el Himalaya, las calles hoy calladas de la Atlántida bajo el Mediterráneo, o el pie del monte Almanzor en la florida vega del Tiétar en la Sierra de Gredos.

Pero ¡hombre de Dios!, y nunca mejor dicho, dejad a los muertos en paz y a sus seres queridos sin más zozobras. Por cierto ¿cuánto cuesta el entierro de un Papa? Más valía esparcir sus cenizas en el Tíber y repartir todo ese dispendio entre los negritos de Haití que, como cantaba Machín, también son hijos de Dios y se van al cielo. Papa Francisco, acuérdate de la humildad de San Francisco, no te vayas por los cerros Tucumanes de Cafrune y pon las sandalias del Pescador en el suelo. Porque la tierra que debes pisar -y no los vistosos mármoles coloridos del Vaticano- es la que pisa la inmensa mayoría de la Humanidad.


(*) Pseudónimo de un veterano y prestigioso periodista cordobés


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