Enhorabuena a los conspiradores del
finde. Consiguieron su objetivo de descabezar el PSOE en un momento
especialmente adecuado. Se ve que urgía la cosa. Tanto urgía que se han
cargado el partido, al menos por una larga temporada. Un desastre tan
monumental solo puede haber sido provocado por el miedo, que obnubila el
juicio. Si no, esto no se entiende. Considérense los hechos:
La
semana pasada solo había dos opciones abiertas: a) un gobierno
alternativo al de Rajoy, aunque sin precisar; y b) unas terceras
elecciones que todo el mundo quería evitar. La otra posible opción, el
gobierno de Rajoy con abstención del PSOE había sido aplastada por el
peso del NO es NO. Sánchez amagaba (o eso decían los amotinados)
coalición con Podemos y con los indepes catalanes. La fortuna le
sonreía. La perspectiva de terceras elecciones era una buena baza. Su
firmeza frente a la derecha le había ganado muchas simpatías dentro y
fuera de su partido. Se configuraba como un líder de izquierda moderada
en España y extremista en Cataluña.
En
veinticuatro horas le montaron un motín y en otras veinticuatro lo
echaron en una jornada de truculencia tal que fue necesaria la
intervención de la fuerza pública. Después del divertido episodio de
doña Verónica Pérez, máxima autoridad del PSOE, llamando a las
puertas de Ferraz, tan cerradas como lo estuvieron las de Canossa al
emperador Enrique IV, al día siguiente se produjo la toma del baluarte
por las huestes baroniles y por la noche, Ferraz era sede vacante en
espera de la comisión gestora nombrada por los vencedores.
Al
margen de las variadas consideraciones que estos procedimientos
susciten, debidamente tratados en las redes, en donde se hablaba de la
Sultana, de conspiración, golpe de mano, oligarcas, caciques, submarinos
del PP, cabe ver el episodio de forma más distanciada :
El
lunes seguía habiendo dos opciones, pero ya no eran las mismas ni las
relaciones entre ellas: a) el gobierno de Rajoy con abstención del PSOE,
que ha resucitado; y b) terceras elecciones. Ha desaparecido la opción
del gobierno alternativo. Lógico, pues el motín se montó para hacerla
imposible. Y no tanto porque apuntara a un pacto del PSOE y Podemos (al
fin y al cabo, ya funciona en alguna comunidad autónoma) como porque
auguraba otro PSOE indepes, que es lo que verdaderamente preocupa a la
oligarquía española.
Y,
como no eran las mismas opciones ni sus relaciones eran similares, las
dos eran muy malas para los socialistas. Algo peor que una victoria
pírrica para los amotinados; mucho peor. A cambio de defenestrar a
Sánchez, los conjurados han aceptado una derrota y de vencedores han
pasado a rehenes; en el fondo, vencidos. Y vencidos por ellos mismos. La
Gestora tiene como misión dejar gobernar a Rajoy con la abstención del
PSOE. Para eso, insisto, dio el golpe. Pero ahora puede verse burlada
porque a Rajoy no le interesa formar gobierno. Prefiere terceras
elecciones que juzga ganadas frente a un PSOE descabezado y
desconcertado. Alguien calcula que pueda llegar a la mayoría absoluta de
nuevo sumando a C's. Escalofriante.
Y
esa es la lamentable situación de rehenes en que se han colocado los
dirigentes de la izquierda, por cuanto, a cambio de no convocar las
elecciones, Rajoy está en situación de dictar los términos de un acuerdo
implícito. No se piden responsabilidades de las tropelías cometidas en
la Xª legislatura y no se toca nada de la obra legislativa (reforma
laboral, ley mordaza, etc). Risa daba la oposición responsable de
Rubalcaba en la Xª legislatura; esta otra producirá incontenibles
carcajadas porque el PSOE irá atado de pies y manos donde el gobierno
quiera llevarlo.
¿Qué
interpretación podemos dar a esto? ¿Es posible que los estrategas
andalusíes no previeran que habría resistencia militante ante el golpe
de mano? Sí, seguramente, pero no les importó. Ellos actúan mejor en las
comisiones, subcomisiones, convocatorias, órdenes del día, etc. Al
final han compuesto una gestora cuya misión es girar del NO a la
abstención, que equivale a un Sí. Y, de paso, suicidarse en brazos de la
derecha.
Esa
es la auténtica finalidad del golpe al que se ha prestado la señora
Díaz pensando que lo dirigía, llegar a una especie de gran coalición. La
fórmula no despierta simpatía alguna en España, aunque no es práctica
infrecuente en Europa. Y, además, tampoco el término es exacto. Teniendo
en cuenta el supuesto problema al que quiere hacer frente, en realidad
es lo que se postularía en otros tiempos como gobierno de "salvacion
nacional". Es lo que se está preparando con ditirambos como esa
cursilada del tiempo del hombre prudente de El País al figurón que han puesto al mando del órgano de recibir los recados.
La
oligarquía sabe que se aproxima una confrontación con Cataluña y quiere
una coalición fuerte, unida, con una amplia base electoral para
defender la "unidad de España". Cuenta con un PSOE sumiso. Y hace bien,
pues lo está. Es su rehén.
Enhorabuena.
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED
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