Estuve
tentado a apuntarme al programa “Mars One” cuando salió publicado.
Hubiera sido el mayor error de mi vida, porque es un contrato leonino de
viaje sin regreso, es decir, esclavitud y muerte.
Marte
no es el paraíso tropical que se encontró Cristóbal Colón en las
Antillas, sino un planeta muy hostil con el ser humano, que fue
arruinado en un pasado remoto a causa de una catástrofe cósmica o una
guerra nuclear.
Su
atmósfera es muy tóxica, su temperatura puede bajar a menos de cien
grados centígrados por la noche, y sus tormentas de arena huracanadas
pueden oscurecer el cielo durante días.
La
radiación cósmica que atraviesa su delgada atmósfera fríe las neuronas
del cerebro, y produce demencia y envejecimiento prematuro.
Su
escasa gravedad agrava la descalcificación de los huesos que se sufre
durante un viaje de seis meses encerrado en una ratonera de nave
espacial.
Además
Marte tiene dueños, ya que parece estar habitado por dos razas de seres
insectoides y reptiloides que viven bajo la superficie, ya que el
exterior es casi inhabitable.
TOMADURA DE PELO
Pero
todos los programas especiales para colonizar Marte parecen una
tomadura de pelo cuando se conoce desde hace dos años la existencia de
un programa espacial secreto muy avanzado gracias a delatores como Corey
Goode que trabajaron en el mismo.
Según
esta nueva información, Marte está colonizado desde los años treinta
por los nazis que llegaron en naves con motores antigravitatorios que
les proporcionó otra civilización, y veinte años después por los
estadounidenses que también llegaron en otras naves avanzadas producidas
por transferencia tecnológica alienígena.
Los
americanos encontraron a los alemanes en Marte en una situación muy
precaria y se asociaron con ellos rápidamente con el respaldo del
llamado Conglomerado Corporativo Interplanetario (CCI) formado por las
grandes empresas de aviación, que es el destino de los grandes fondos
que se pierden todos los años sin en control del Presidente ni del
Congreso de EE.UU. Como dijo Bill Clinton “existe otro gobierno secreto
dentro del gobierno”.
Se
sabe ahora que los nazis llegaron a tener once platillos volantes de
casco metálico pesado, porque la aeronáutica de aquella época no daba
para más, pero dotados de tres motores de plasma que les permitían volar
con gran agilidad.
Esa
fue el “arma definitiva” que anunció Hitler, pero sus socios
alienígenas no permitieron que se utilizara para ganar la guerra, y por
eso la perdieron. También formaron colonias bajo la Antártida y en la
Luna, pero todas ellas estaban arruinadas hasta que se asociaron con los
americanos.
Por
lo tanto, los cohetes de propulsión química mediante propergoles
parecen de la edad de piedra comparados con los motores
antigravitatorios, y la Nasa no sería otra cosa que una tapadera del
programa espacial secreto que cada vez se va conociendo más.
Según
cuenta Laura Eisenhower, bisnieta del expresidente del mismo apellido,
miles de estadounidenses han viajado a Marte en secreto a través de un
programa de voluntariado llamado “Veinte y regreso” que consiste en
pasar veinte años de servicio en el planeta rojo, que no es tan rojo
como lo pintan, y luego te regresan a la misma época con la memoria
borrada mediante un viaje inverso en el tiempo.
Sí,
esta mafia espacial secreta tiene tecnología para viajar en el tiempo
desde hace muchos años, y se sirven de ella para manipular a la Humanidad en beneficio de unos pocos.
Es
decir, que existen tecnologías de ciencia ficción de las que no sabemos
casi nada y que han sido utilizadas en contra de los intereses de la Humanidad. Poco a poco se va conociendo la verdad y llegará el momento
de pedir cuentas a los que han cometido tropelías contra la especie
humana.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia porque ellos serán saciados.
(*) Periodista y Oficial de Aviación Honorífico
No hay comentarios:
Publicar un comentario