sábado, 12 de noviembre de 2016

Viaje a Marte sin retorno / Guillermo Herrera *

Estuve tentado a apuntarme al programa “Mars One” cuando salió publicado. Hubiera sido el mayor error de mi vida, porque es un contrato leonino de viaje sin regreso, es decir, esclavitud y muerte.

Marte no es el paraíso tropical que se encontró Cristóbal Colón en las Antillas, sino un planeta muy hostil con el ser humano, que fue arruinado en un pasado remoto a causa de una catástrofe cósmica o una guerra nuclear.

Su atmósfera es muy tóxica, su temperatura puede bajar a menos de cien grados centígrados por la noche, y sus tormentas de arena huracanadas pueden oscurecer el cielo durante días.

La radiación cósmica que atraviesa su delgada atmósfera fríe las neuronas del cerebro, y produce demencia y envejecimiento prematuro.

Su escasa gravedad agrava la descalcificación de los huesos que se sufre durante un viaje de seis meses encerrado en una ratonera de nave espacial.

Además Marte tiene dueños, ya que parece estar habitado por dos razas de seres insectoides y reptiloides que viven bajo la superficie, ya que el exterior es casi inhabitable.

TOMADURA DE PELO
Pero todos los programas especiales para colonizar Marte parecen una tomadura de pelo cuando se conoce desde hace dos años la existencia de un programa espacial secreto muy avanzado gracias a delatores como Corey Goode que trabajaron en el mismo.

Según esta nueva información, Marte está colonizado desde los años treinta por los nazis que llegaron en naves con motores antigravitatorios que les proporcionó otra civilización, y veinte años después por los estadounidenses que también llegaron en otras naves avanzadas producidas por transferencia tecnológica alienígena.

Los americanos encontraron a los alemanes en Marte en una situación muy precaria y se asociaron con ellos rápidamente con el respaldo del llamado Conglomerado Corporativo Interplanetario (CCI) formado por las grandes empresas de aviación, que es el destino de los grandes fondos que se pierden todos los años sin en control del Presidente ni del Congreso de EE.UU. Como dijo Bill Clinton “existe otro gobierno secreto dentro del gobierno”.

Se sabe ahora que los nazis llegaron a tener once platillos volantes de casco metálico pesado, porque la aeronáutica de aquella época no daba para más, pero dotados de tres motores de plasma que les permitían volar con gran agilidad.

Esa fue el “arma definitiva” que anunció Hitler, pero sus socios alienígenas no permitieron que se utilizara para ganar la guerra, y por eso la perdieron. También formaron colonias bajo la Antártida y en la Luna, pero todas ellas estaban arruinadas hasta que se asociaron con los americanos.

Por lo tanto, los cohetes de propulsión química mediante propergoles parecen de la edad de piedra comparados con los motores antigravitatorios, y la Nasa no sería otra cosa que una tapadera del programa espacial secreto que cada vez se va conociendo más.

Según cuenta Laura Eisenhower, bisnieta del expresidente del mismo apellido, miles de estadounidenses han viajado a Marte en secreto a través de un programa de voluntariado llamado “Veinte y regreso” que consiste en pasar veinte años de servicio en el planeta rojo, que no es tan rojo como lo pintan, y luego te regresan a la misma época con la memoria borrada mediante un viaje inverso en el tiempo.

Sí, esta mafia espacial secreta tiene tecnología para viajar en el tiempo desde hace muchos años, y se sirven de ella para manipular a la Humanidad en beneficio de unos pocos.

Es decir, que existen tecnologías de ciencia ficción de las que no sabemos casi nada y que han sido utilizadas en contra de los intereses de la Humanidad. Poco a poco se va conociendo la verdad y llegará el momento de pedir cuentas a los que han cometido tropelías contra la especie humana.

Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia porque ellos serán saciados.


(*) Periodista y Oficial de Aviación Honorífico

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