Se inauguró la duodécima legislatura como esperábamos, y apenas se
advierte un débil resplandor que señale la salida del largo túnel. Ya
estamos acostumbrados a que los simbólico, para muchos, sea una joda, y
desde la ignorancia y la falta de respeto a los mínimos esenciales, se
juega a lo moderno, que no suele ser ni lo atinado ni lo contemporáneo.
Y mientras el PSOE trata de recuperar la vida en la UCI y Sánchez
comienza su peregrinar redentor, Idoia Mendía sigue en el PSE la senda
del PSC y cierra un preacuerdo de Gobierno con Urkullu en el País Vasco a
espaldas de Ferraz a cambio de alguna cartera de segunda. Más madera
para la hoguera.
Y entre tanto, la señora Merkel colma de gestos de elogio a Rajoy en
la despedida de Obama que le consolidan como referente de estabilidad
frente a la incertidumbre generalizada, y le retrata: “Mariano, en
Alemania diríamos que tienes la piel de elefante”.
Me cuentan en su equipo que vino pletórico: “Mariano lo que más
aprecia es que se le perciba como fiable. Lo del carisma y esas
mandangas le resbala. Él quiere que la gente le vea como al vecino de al
lado al que le puedes dejar las llaves de casa con los ojos cerrados. Y
en Berlín es indudable que los principales líderes internacionales le
han dado un destacado espaldarazo. Se le notaba en la cara. Estaba
feliz, no por él, sino porque cree que es bueno para España. Lo de la
piel de elefante le hizo gracia, pero es la anécdota. Lo esencial es que
todos vean a España en la senda de la estabilidad y la recuperación”.
Percibo un optimismo quizá excesivo en Moncloa. Es cierto que, frente
a tantos líderes internacionales que las están pasando canutas y que
tienen severos problemas para contener el populismo imperante, Rajoy
puede acreditar su solvencia como líder con piel de elefante sobre la
que resbalan el populismo, la corrupción, la crisis interna, la crisis
económica y lo que venga. Rajoy lo aguanta todo, y no le aguanta el
pulso ni dios, porque a su templanza une una capacidad destructiva de
enemigos, adversarios y potenciales amenazas que ya ha quedado
acreditada como insuperable. Pero gobierna en minoría, y la legislatura
va a ser más que complicada.
La primera semana ha dibujado el escenario. La constitución de las
comisiones, que hasta ahora eran un trámite sin más, con todo cocinado
de antemano, han evidenciado que el PP tiene que andarse con cuidado. No
le salió a Rajoy la jugada para colocar a su amigo, el reprobado Jorge
Fernández, en la presidencia de la de Exteriores, y ahí está lo que le
espera, una legislatura en la que el PP no va a poder imponer su
criterio como hasta ahora con la mayoría absoluta. Y, además, PSOE,
Podemos, Ciudadanos y los demás les esperan en cada esquina para pasar
facturas pendientes de cuatro años duros. Y el PSOE, además, tiene que
limpiarse el polvo de la abstención, y va a poner todas las trabas del
mundo.
Pero además está la cosa interna. Con la designación de los segundos
niveles del Ejecutivo se adivinan cosas, se adquieren pistas para tomar
la temperatura interna del PP. Rajoy ha dejado hacer sobre la base de
que nadie gane la partida, excepto él. Ha habido clanes políticos y
familiares que han obtenido beneficio, y se han buscado perfiles
aparentemente técnicos, profesionales, sin peso político. Todo muy
Rajoy.
Cospedal y Zoido han regado sus ministerios de ex colaboradores de
ambos en Castilla La Mancha y Andalucía. Soraya Sáenz de Santamaría ha
ganado algunas batallas y ha conseguido que personas de su confianza
accedan a puestos clave. De ella dependen las negociaciones políticas de
fondo y los pactos parlamentarios y la búsqueda de soluciones al
problema catalán. Controla las secretarías de Estado de Relaciones con
las Cortes (Ayllón) y Administraciones Territoriales (Bermúdez de
Castro), la Delegación del Gobierno en Cataluña (Millo), la Oficina
Económica de Presidencia (Eva Valle) y tiene comunicación más que fluida
y sintonía política y personal con los ministros de Hacienda, Energía,
Turismo y Agenda Digital y Trabajo. Se puede afirmar que de haber algún
ganador en poder de influencia en el Gobierno, Rajoy aparte, es ella.
Llama la atención el poder de la familia Nadal, que copa puestos sin
cesar, y además de relumbrón. Alvaro es ministro de Energía, Turismo y
Agenda Digital. Su hermano Alberto es secretario de Estado de
Presupuestos. La esposa de éste, Eva Valle, es la nueva responsable de
la Oficina Económica de Presidencia, cargo en el que reemplaza a su
cuñado Álvaro.
Y de fondo, el Congreso de febrero, que no va a ser sencillo. Pero de eso hablaremos otro día.
(*) Periodista
http://www.republica.com/en-el-anden/2016/11/21/rajoy-pletorico/
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