Muchos son
los que confiaban en la victoria de Hillary Clinton, pero las cosas no
parecían tan claras en las últimas semanas, con encuestas que cambiaban
de rumbo en medio de una dura campaña electoral y de noticias poco
favorecedoras para los candidatos (desafortunadas declaraciones de
Trump, emails de Clinton investigados por el FBI….).
En
algunos momentos la carrera hacia la Casa Blanca la lucha ha estado
muy reñida, pero al final la delantera la ha conseguido Donald
Trump, personaje mediático, controvertido y sin experiencia
política, aspectos que no le han impedido convertirse en el
presidente nº 45 de los EEUU.
Aunque se esperaba una reacción
importante de los mercados, lo cierto es que los índices
europeos están soportando relativamente bien la presión. Tal
vez porque esta vez estaban más preparados para cualquier noticia,
tal vez porque se confía en que a partir de ahora la actitud de Trump
sea más conciliadora que la manifestada en campaña. El Ibex 35
conserva los 8.500 puntos, y a medida que pasa la jornada algunos
valores se atreven incluso con los números verdes.
Distinto ha
sido el caso del Nikkei japonés, que esta madrugada ha sufrido un
castigo más severo, en respuesta a la fuerte apreciación del yen.
La
victoria de Trump ya es un hecho y lo que pase de aquí en adelante
dependerá de si mantiene algunas de sus propuestas más
controvertidas o, por el contrario, comienza a matizarlas.
Trump puede hacerle daño a los mercados de muchas maneras, pero en
concreto podríamos pensar en el levantamiento de muros con México,
la derogación de los acuerdos comerciales en vigor o el aumento
irresponsable de deuda de un país que destaca ya por su
desequilibrio en este sentido.
Nada es bueno para todos ni
malo de una manera general. Algunos sectores pueden verse apoyados
por la política monetaria de Trump, mientras que otros podrían
sufrir irremisiblemente. Entre los primeros, destacaríamos al
sector salud, al constructor, al bancario y al energético.
Las
compañías del sector salud habrían estado en peor situación con
Clinton, que meses anteriores advirtió, causando gran revuelo,
sobre el precio de los medicamentos. La derogación del Obamacare
podría ser una de las prioridades del nuevo gobierno, aunque serán
necesarios muchos más detalles. Nuestra Grifols podría ser una de
las beneficiadas en este caso, si tenemos en cuenta que obtiene en
EEUU más de un 60% de sus ingresos.
Las infraestructuras,
la construcción, parecían a salvo con ambos candidatos, si bien
es cierto que en el programa de Clinton gozaban de una mayor
visibilidad. Esperemos que no sea por la vía del levantamiento de
un muro por la que vengan los ingresos de las constructoras, pero
lo que parece asegurado es un fuerte gasto en infraestructuras.
Ferrovial, ACS, OHL o FCC podrían sacar tajada en el reparto de
contratos.
Los bancos podrían agradecer la elección del nuevo
presidente, que en alguna ocasión se ha manifestado sobre los
efectos de los tipos de interés bajos. Una subida de tipos más rápida
y vertical ayudaría a recuperar los márgenes del negocio
bancario, aunque no para todos los bancos los efectos serían
iguales. BBVA, con su exposición a México, nadaría entre dos aguas,
y tendremos que ver hacia qué orilla impulsa la corriente con más
fuerte.
Importante será ver, por otro lado, cuál es la nueva
relación entre la Fed y gobierno, y si se trunca la histórica
independencia entre ambos.
Así como Hillary Clinton parecía
especialmente preocupada por el cuidado de las energías limpias,
Trump no parece que vaya a ocuparse especialmente en este tema, a
la vez que podrían darse pasos en firme en la regulación
definitiva de la actividad del fracking. En este sentido, el
impacto en nuestras empresas será desigual. Gamesa se verá
penalizada si se retira el apoyo a las renovables, Repsol o
Técnicas Reunidas podrían verse favorecidas por el nuevo gobierno e
Iberdrola se vería expuesta de diferente modo en función del tipo
de actividad.
Más allá de sectores concretos, será esencial
para la economía del país a medio plazo comprobar los derroteros
por los que irá la política del país. El crecimiento de la primera
economía mundial podría resentirse seriamente si empiezan a
ponerse restricciones importantes al libre comercio y los
inversores internacionales podrían dar la espalda al país si los
nuevos proyectos comienzan a financiarse mediante incrementos de
deuda, situación que podría despertar los temores de las agencias
de calificación crediticia.
Toca ahora esperar y ver, y confiar en que el lobo venga al final con piel de cordero.
(*) Responsable de Desarrollo de contenidos, productos y servicios en Self Bank
No hay comentarios:
Publicar un comentario