España se ha
desplomado en estos ocho años de crisis desde el séptimo al decimocuarto
puesto en el ránking de riqueza de países. Simplemente, el PIB todavía
hoy es inferior al de 2008 y otros vienen arreando. En otras listas,
España ocupa lugares todavía más tibios, como en la treintena:
competitividad, facilidad para hacer negocios, transparencia y otros. Si
acaso, en fútbol todavía está en el Top Ten, más bien justo en el Ten,
lejos del primer puesto de 2010.
Un
momento: en gastronomía España acaba de proclamarse subcampeón
mundial detrás de Italia, según el ranking elaborado por la
revista US News and World Report con una encuesta en 60 países. Podio
también en turismo y farándulas varias. En dominio de un segundo
idioma como el inglés, la clasificación vuelve a bajar, de
acuerdo con el resultado recién publicado del EF English
Proficiency Index. Los holandeses son los que mejor hablan inglés, y
los españoles se descuelgan hasta el puesto 25; eso sí, por delante
de francees e italianos...
Sin embargo, diez días después del
triunfo de Donald Trump en la carrera a la Casa Blanca, el teléfono
todavía no ha sonado en Moncloa. Ya ha habido conversaciones
telefónicas de Trump y su vicepresidente Mike Pence con
dirigentes de 29 países, de acuerdo con una lista divulgada anoche
desde la Trump Tower de Nueva York. Rajoy no está en la lista de esos
dirigentes. Uno de los que sí están, el primer ministro japonés
Shinzo Abe, se entrevista este jueves cara a cara con el presidente
electo de EEUU.
Será la primera entrevista en la cumbre del
magnate inmobiliario convertido en ‘líder del mundo libre’, como
lo describe The New York Times, el periódico de referencia mundial
que a su vez se está consagrando como símbolo del antagonismo de
Trump con la libertad de prensa. Hace pocas horas, el presidente que
había prometido portarse bien y estar a la altura, disparó un tuit
de este tenor: ‘He recibido y he hecho llamadas a y de muchos
líderes extranjeros, pese a lo que dice el quebrado NYT: Rusia,
Reino Unido, China, Arabia Saudita, Japón…’.
Siempre ha sido
peleón, y sigue peleón. Discutible actitud de un presidente electo,
que ha vuelto a saltar contra el NYT porque se había atrevido a
escribir que ‘la transición es un desbarajuste, con despidos,
lucha intestine y revelaciones de que aliados de EEUU están
llamando a ciegas a la Trump Tower’. Pero están ocurriendo esos
despidos, y esas disputas internas, y está habiendo dimisiones.
El periodo de transición, al menos en estos primeros diez días, está
resultando revuelto.
Otro de lo disparos tuiteros de Trump
ha sido para desmentir que esté tratando de que sus hijos Donald, Eric
e Ivanka tengan bula de la seguridad nacional e incluso cargos en
la Casa Blanca para sus familiares. Pero este mismo jueves, The Wall
Street Journal titula a cuatro columnas en primera plana lo
siguiente: ‘El yerno de Trump aspira a un puesto en la Casa Blanca’. Y
eso que el WSJ no se ha distinguido por su s críticas al presidene
electo, sino lo contrario. Total, que parece que Jared Kusher,
marido de Ivanka Trump, lleva camino de ser un asesor o consejero de
su suegro, con despacho y todo.
La perspectiva de los
vínculos familiares en la presidencia norteamericana no es la
única chinita en el zapatón del presidente con sus 120 kilos de
peso. Entre otros de los elementos en juego dentro de su
conglomerado económico-financiero de hasta 500 empresas, la
Inspección de Trabajo de Las Vegas acaba de ordenar a uno de sus
hoteles que negocie sin dilación con la representacioón
sindical. Por cierto, dentro de la polarización en el país a favo y
en contra de Trump, tres equipos de la NBA de baloncesto han
anunciado que a partir de ahora dejarán de alojarse en hoteles de
Trump en sus desplazamientos.
Y también este jueves, el
mismo NYT pone el dedo en la llaga. Muchos habían creído que el
periódico había pedido perdón por apoyar a Hillary Clinton y que
entonaba el mea culpa con Trump. Pues parece que no. El editorial
de hoy se titula ‘La enmarañada red de Trump’. En corto: el diario
exige que Trump dé ejemplo de una vez por todas y se aleje de toda
posibilidad de conflicto de intereses. Tanto por él mismo como por
sus hijos y otros familiares. Por higiene democrática para la
toma de decisiones: por ejemplo, el grupo Trump debe ‘centenares de
millones de dólares’ a Deutsche Bank, acogotado por una posible
multa de 14.000 millones por hipotecas subprime.
El último
párrafo del editorial es un trallazo: ‘El pasado mes de enero,
Trump dijo que ‘si soy elegido presidente, me importará un bledo mi
empresa, es calderilla; quiero hacer que América sea de nuevo rica,
y que que sea otra vez grandiosa’; si realmente decía la verdad, lo
mejor sería demostrarlo vendiendo sus negocios’.
Mientras
decide si vende o no, o si sus hijos pueden dedicarse a los
negocios y a una responsabilidad pública, el teléfono seguirá
sonando. Hasta ahora, el timbre ha sonado en (por orden alfabético
en inglés, según la lista facilitada desde el cuartel general de la
Trump Tower): Argentina, Australia, Canadá, China, Colombia, Egipto,
Dinamarca, Alemania, Francia, Irlanda, Israel, Italia, Japón, Jordania,
Líbano, México, Nueva Zelanda, Qatar, India, Corea del Sur, Turquía
(presidente y primer ministro), Rusia, Arabia Saudita, Ucrania,
Emiratos Árabes Unidos, Abu Dhabi, Reino Unido y el secretario
general de la ONU, Ban Ki-moon.
(*) Periodista
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