lunes, 28 de noviembre de 2016

¡Piedad Señor, piedad! / Guillermo Herrera *

Tú que dispones
de viento y mar,
haces la calma,
la tempestad.
Ten de nosotros Señor,
piedad,
piedad, Señor,
Señor, piedad.”


Esta oración al ocaso de la Armada Española me conmovió profundamente. Su autor es J. Sánchez Marraco, y su director musical es el coronel Agustín Díez Guerrero.

No conozco un solo marino que no sea creyente, porque cuando se desata una tempestad en alta mar, el mejor barco parece una cáscara de nuez ante el poder de la Naturaleza, y la vida humana parece insignificante. Eso nos hace más humildes, y a la vez más creyentes.

Ser creyente no significa ser más papista que el Papa, ni ser más oficialista que el Vaticano, porque cada uno cree en lo que siente sinceramente, según su entendimiento, y ya pasó a la historia la época de control mental en la que todos los seres humanos estábamos obligados a creer en lo mismo o ser tachados de herejes. Pero está claro que hay algo más allá de lo que ven nuestros ojos y de lo que oyen nuestros oídos.

Nuestra civilización petulante cree saberlo todo, pero el ser humano ignora casi todos los misterios del Cosmos, de la vida y de la muerte. No sabemos cómo hemos llegado aquí, ni a dónde vamos después, y somos menos que hormigas ante el poderío e infinitud del universo. Creemos que controlamos muchas cosas, pero lo único que controlamos es nuestro hormiguero para poder sobrevivir todos los días.

A los astronautas les pasa algo parecido. Bajan convertidos en místicos, después de haber contemplado la grandeza e infinitud del Cosmos. Y, los que han estado cerca de la muerte, experimentan una conversión parecida, y aprenden a valorar la vida mucho más.

Por eso nunca está de más el pedir piedad a nuestro Creador, y el ser conscientes de nuestras limitaciones humildemente, aunque llevemos una chispa divina que nos convierte en co-creadores del Ser Supremo, y no olvidar nunca que fuimos creados para cuidar de nuestra Madre Tierra, y para honrar a nuestro Creador y a nuestros semejantes.


¡Señor ten piedad!
¡Cristo ten piedad!



(*) Periodista

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