jueves, 5 de enero de 2017

La Era Trump entra cuando nadie parece disponer de una gran estrategia / Antonio Sánchez-Gijón *

Después de más de un mes de ausencia de mi domicilio de Madrid, recojo el correo atrasado y me lanzo sobre la revista ‘ Survival’ de dic-2016/ene-2017. Su principal título de portada dice: “The United States and a disordered World”.

‘Survival’ es la pu­bli­ca­ción ban­dera del International Institute for Stratregic Studies, y por más de cua­renta años ha sido mi prin­cipal he­rra­mienta para dis­po­ner, ya que no de un sen­tido uni­ta­rio, al menos de uno con­gruente que per­mita en­tender cómo nuestro mundo ac­tual (el eu­ro­peo, el oc­ci­den­tal, el orden in­ter­na­cional con­tem­po­rá­neo…, como quieran Vds.) ha so­bre­vi­vido a los pe­li­gros de ani­qui­la­ción, sub­ver­sión, de­ca­den­cia, etc. (elijan lo que les cua­dre), y que le han ase­diado desde el final de la II Guerra Mundial, más la Guerra Fría, más la emer­gencia de más de cien nuevas na­cio­na­li­dades y la for­ma­ción de in­con­ta­bles blo­ques mer­can­tiles por todo el orbe, más re­vo­lu­ciones e in­vo­lu­ciones de todo tipo, se­guidos de ‘deshielos’ entre los blo­que, choque de ci­vi­li­za­cio­nes, fines de la his­to­ria, etc., para acabar vol­viendo al ciclo in­fernal de dic­ta­du­ra­s-­pri­ma­ve­ra­s-­dic­ta­du­ras, de cara ya al fin de los tiempos que de­ci­dirá el re­sul­tado de la lucha de los cre­yentes contra los he­rejes e in­fie­les, que somos todos los de­más.

‘Survival’, Supervivencia, puede pa­recer un tí­tulo un poco me­lo­dra­má­tico para de­no­minar algo que no ha ocu­rrido: la ani­qui­la­ción de la ci­vi­li­za­ción mo­derna en un ho­lo­causto nu­clear. Hoy sa­bemos que ‘no fue’. Pero du­rante la ‘Crisis de los Misiles’ de Cuba no lo sa­bía­mos. Aquella puerta abierta al desastre no se­ría, sin em­bargo, la úl­tima. Un ar­tículo de este nú­mero de ‘Survival’, de Gordon Barrass, di­plo­má­tico y espía bri­tá­nico (‘Able Archer: What Were the Soviets Thinking?’), nos per­mite aso­marnos a unos días de sep­tiembre de 1983, cuando el sen­tido común y el ins­tinto de su­per­vi­vencia del li­de­razgo so­vié­tico del mo­mento les hi­cieron no dar cre­di­bi­lidad al aviso de que los Estados Unidos ha­bían lan­zado cinco mi­siles nu­cleares Minuteman contra la URSS. 

Los lí­deres so­vié­ticos so­me­tieron esa alarma a la lupa de la ra­cio­na­lidad con que ambas partes ha­bían cons­truido la ‘destrucción mutua ase­gu­rada’ y con­clu­ye­ron: va contra toda ló­gica que los Estados Unidos ata­quen con sólo cinco mi­si­les, cuando saben que se­rían res­pon­didos con el lan­za­miento de cientos de armas nu­clea­res, que no de­ja­rían ciudad nor­te­ame­ri­cana o eu­ropea en pie. La alarma tenía que ser ne­ce­sa­ria­mente falsa. Este in­ci­dente in­vitó a una mi­rada con­junta de Washington y Moscú sobre el abismo, y desde en­tonces se ace­le­raron las ne­go­cia­ciones para el con­trol y li­mi­ta­ción del ar­ma­mento nu­clear.

¿Ya pasó la hora de Europa, hay quien tenga una ‘gran es­tra­te­gia’?

La ra­cio­na­li­dad, sin em­bargo, no es­tuvo pre­sente en el re­fe­réndum co­no­cido como Brexit, según da a en­tender Mathew Harris en su ar­tículo (‘Britain’s Dangerous New Politics’). Dice Harris: “Al país se le for­muló una pre­gunta clara (¿debe el Reino Unido per­ma­necer como miembro de la Unión Europea o salir de la Unión Europea?), y dio una res­puesta clara (‘salir’), y sin em­bargo el país no tiene una idea clara de qué va a hacer a partir de aho­ra”. El go­bierno tiene una ma­yoría muy dé­bil, y mu­chos la­bo­ristas ‘pro-remain’ re­pre­sentan vo­tantes ‘leave’. La pre­si­dencia de Trump arroja sobre el Reino Unido un ‘clima tó­xico’ muy pe­li­groso, y el país y ‘el resto de Europa no pueden perder tiempo en un di­vorcio con re­sen­ti­mien­to”.

La in­cóg­nita Trump tam­bién in­quieta a la Iglesia ca­tó­lica. Según Massimo Franco (del Corriere della Sera: ‘Clinton, Trump and the Catholic Churh’), el nuevo pre­si­dente nor­te­ame­ri­cano per­cibío al papa Francisco como un ad­ver­sario al ser­vicio del go­bierno me­xi­cano, desde el mo­mento en que vi­sitó la zona fron­te­riza México-EE.UU, donde se su­pone que va a cons­truir un muro contra la mi­gra­ción. El pa­pado de Francisco, sin em­bargo, tiene una tras­cen­dencia aún mayor que el de la re­la­ción bi­la­teral México DC-Washington DC y la de la Iglesia con Europa: “Se trata de una di­vi­soria cul­tu­ral: para un Francisco la­ti­noa­me­ri­cano, ya ha pa­sado el tiempo del viejo con­ti­nente, se­cular y des­acom­pa­sado con su idea de una Iglesia ca­tó­lica arrai­gada en la pe­ri­feria del mundo. La he­ge­monía oc­ci­dental no fi­gura en su vi­sión del fu­tu­ro”, con­cluye Franco.

La in­cóg­nita Trump ad­quiere un tono más omi­noso en la vi­sión de Hal Brands, prof. de la Johns Hopkins University, y Peter Feaver, prof. de Ciencia Política, Duke University (“Stress-testing American Grand Strategy”). Los au­tores se pre­guntan si “el sis­tema po­lí­tico de los Estados Unidos se ha vuelto in­capaz o poco apto para fa­ci­litar una buena y gran es­tra­te­gia”. Y se res­pon­den: "no hace falta ser alar­mista para pre­gun­tarse si es ése el ca­so”. La elec­ción de Trump no les deja tran­qui­los; así, dicen que la con­jun­ción de cam­bios a es­cala glo­bal, más la nueva si­tua­ción es­pe­rable de la pre­si­dencia de Trump, “permiten au­gurar un fu­turo som­brío tanto para la gran es­tra­tegia ame­ri­cana como para el orden pos­t-­guerra fría que lo apo­ya”.

El ac­tual se­cre­tario de Defensa, Ash Carter, que ce­sará en unos días, se va del Pentágono con una re­co­men­da­ción (“A Strong and Balanced Approach to Russia”). Antes de la ac­tual ten­sión entre Rusia y los Estados Unidos hubo un tiempo en que ambos países “neutralizaron la pro­li­fe­ra­ción nu­clear, tra­jeron la paz a los Balcanes y, lo que es más, es­tu­vimos juntos y ayu­damos a crear un mundo mejor y un orden in­ter­na­cional más fuerte… Espero que algún día ese es­pí­ritu se reavi­ve”. Carter puede quedar tran­quilo: pa­rece que Trump lo va a ha­cer; por lo menos en lo que con­cierne a su par­ti­cular es­tima por el amigo Putin.

El ac­tual sis­tema de co­mercio in­ter­na­cional es tan com­plejo, tan lleno de re­gu­la­cio­nes, tan cons­treñido por leyes e in­tereses con­tra­pues­tos, tan di­vi­dido en blo­ques, que lo que en su origen cons­ti­tuyó la prin­cipal mo­ti­va­ción para los Estados Unidos (la re­duc­ción de ta­ri­fas) “se ha si­tuado mucho más allá de la ex­pe­riencia y del man­dato de sus ac­tuales agen­cias de co­mer­cio”. Por eso, Jennifer M. Harris, del Council on Foreign Relations (“America, Europe and the Necessary Geopolitics of Trade”) cree que “es ur­gente una re­vi­sión de la bu­ro­cracia y la plan­tilla ins­ti­tu­cional de­di­cada a esa po­lí­tica co­mer­cial”.

Y por el mo­mento me dejo otros temas que pro­ba­ble­mente serán de­fi­ni­to­rios de la era Trump, de la era Putin y de la era del Estado Islámico. Por citar sólo unas po­cas. Tiempo habrá para en­trar en todas ella, si los grandes pro­blemas de este pe­queño rincón de Europa lo per­mi­ten…


(*) Periodista


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