Lo que es lo mismo, "el tiovivo" de la
realidad, cuya falta de congruencia llega a ser paradójica a poco que
identifiquemos las figuras que lo componen:
Figura primera: El PSOE se emplaza a sí mismo.
Trabajo ha costado. Según voces críticas, la convocatoria es un dislate
pues, al elegir primero al líder y decidir después cómo y hacia dónde
se quiere ser liderado, puede darse el caso de que el líder haya de
aplicar un programa al que se opone. Cierto, un riesgo. Pero menor.
Habiendo líder, tiempo tiene este para armar su plataforma y luchar por
ella en el congreso. Si, a pesar de todo, perdiera el congreso, siempre
puede dimitir. Señores/as: no creo en este programa, busquen otro líder.
No es difícil. Aunque, ¿por qué estaría mal que, habiendo sido elegido
con una plataforma, el líder se pasara a otra con más fuerza y/o apoyo?
Parece algo feo, pero lo hace todo el mundo.
Figura segunda. Corbyn se pasa al adversario. Sin
más. Sin esperar a un congreso ni primarias ni nada. Simplemente de un
día para otro que, por lo demás, es como suelen producirse las grandes
conversiones. O los procesos de mesmerización. Y no hace falta
justificar nada. Se dice lo contrario que ayer y todo el mundo lo
entiende. El Brexit no se toca, en contra del europeísmo general
del laborismo. Claro que tampoco es difícil entender que prima una
visión pragmática y el Brexit es un hecho. Ya se sabe: "if you
can't beat them, join them". Y hay que poner freno a la inmigración. Al
final va a darse la curiosa paradoja de que el país que más inmigración
recoge es Alemania, aquella que alguna vez creyó ser ein Herrenvolk.
No obstante lo curioso de estos propósitos aislacionistas es la fe que
parecen tener en su propia viabilidad. ¿Se puede frenar la inmigración?
Figura tercera. Soares en el centro del Tercer Mundo
Impresiona la imagen del catafalco en el claustro de los Jerónimos con
esa marcial guardia. Y la asistencia de personalidades y líderes
socialistas. Muy patente la nutrida representación de africanos,
musulmanes y negros, aunque puede haber también negros musulmanes. El
hecho es que son los grupos y países de los que proviene la inmigración
más tradicional en Europa. A la temida avalancha de Oriente Medio,
difícilmente contenida en Turquía está ocurriéndole como a la plataforma
Larsen C, que es como se llama ese gigantesco iceberg de 5.000 kms
cuadrados, a punto de desprenderse de la Antártida. Luego, ya se verá lo
que pasa.
Toque final. La hija como mercancía.
Cuesta tragar la noticia de los padres de Nadia. Aquí, al menos, se
monta el escándalo. Pero hay lugares del mundo en los que se casa a las
niñas de 12 años com hombres de cuarenta, que es como venderlas.
La candidatura de Mas
Hace
un año, si Mas no se retira, no hubiera habido gobierno de JxS. Inútil
pensar en una situación contrafáctica. Hubo gobierno de JxS y la hoja de
ruta independentista echó a andar porque Mas retiró su candidatura. Se
puede opinar lo que se quiera, las intenciones de la gente son libres,
pero no es fácil encontrar un ejemplo más claro de cómo alguien pone los
intereses de su causa por delante de los suyos personales.
A
partir de aquel momento, el nacionalismo español no pudo seguir
atribuyendo el independentismo catalán a una obcecación de Mas. El
independentismo no era un proyecto individual o de un grupo de amigos,
sino un movimiento social de amplio apoyo y suficiente flexibilidad
institucional. Al mismo tiempo, Mas ganaba mucha autoridad moral por su
gesto, que redobló luego con su actitud de colaboración con el gobierno
de la Generalitat, sin ninguna pretensión de tutela. Puigdemont ha sido y
es presidente de la Generalitat en pleno uso de sus competencias y
según su criterio.
El
mismo Puigdemont que, al hacerse cargo de la Presidencia, especificó
que lo hacía con conciencia de la excepcionalidad y la provisionalidad
de su mandato. Consistía este en llevar a Cataluña de la postautonomía a
la preindependencia . Y tenía además el límite de la hoja de ruta, un
año y medio, hasta septiembre de 2017. Hasta el referéndum. A partir de
ahí, la sociedad deberá actuar de acuerdo con la decisión mayoritaria.
En
el supuesto del “sí”, que recientes encuestas dan por probable, se
dibujan elecciones constituyentes y para ellas los partidos necesitan
candidatos. Causando baja Puigdemont, el candidato natural de su partido
es Mas, sin perjuicio, naturalmente de que se presenten otros. Lo es
por varias razones.
En
primer lugar, su derecho personal, incuestionable. Es muy fácil de
entender que se presente a liderar un proceso que el contribuyó a poner
en pie decisivamente y es lógico que quiera recuperar una faena para la
que está capacitado y solo factores externos y no enteramente racionales
interrumpieron.
En
segundo lugar por razones de justicia conmutativa. El independentismo
tal como se encuentra ahora ha sobrevivido gracias al sacrificio de Mas.
Es justo reconocérselo y premiárselo. Reconocérselo reconociendo su
derecho a presentarse. Votarlo luego es otra cuestión.
En
tercer lugar, Mas representa un capital nacional capaz de atraer un
voto de clases medias y medias altas, tan necesarias estratégicamente
para el proceso independentista como las más populares que representan
sus socios, los partidos de izquierda. El común valor republicano que
comparte con estos facilita notablemente las cosas, de forma que los
factores nación y república pesan más momentáneamente que el
estrictamente social. Tiempo habrá de dirimir este una vez que Cataluña
pueda tomar libremente sus decisiones. Invertir los tiempos, condicionar
la independencia a reclamaciones sociales, seguramente muy justa pero
de parte, no es un acierto estratégico. Ni siquiera táctico.
En
cuarto lugar, sin duda la candidatura de Mas reavivará los rescoldos de
la intransigencia de la CUP, empeñada hace un año en enviar a Mas a la
poubelle de l’histoire. La acusación representar una política
antipopular, represiva y de recortes y, quizá, también, negligente con
la corrupción. Es legítimo que en unas nuevas elecciones que se quieren
constituyentes (aunque los unionistas las traten de ordinarias) puedan
substanciarse o no estas acusaciones y los electores tengan todos
oportunidad de pronunciarse por sí mismos y no lo hagan solo sus
representantes. El próximo 6 de febrero Mas, al igual que Ortega y
Rigau, comparecerán ante un tribunal español (el TSJC es un tribunal
español) bajo graves acusaciones por haber puesto en marcha la consulta
del 9N.
Si,
al final, Mas no puede ser candidato, que sea por un pronunciamiento de
parte de la justicia española, un instrumento más de represión, no por
consideraciones de oportunidad política de cortos vuelos.
Al
final, no es casualidad que la represión española alcance por igual a
militantes y miembros de la CUP que a los del PDeCAT. Y por los mismos
motivos: por desobedecer.
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED
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