martes, 3 de enero de 2017

El rector de la URJC y la libertad universitaria / Fernando G. Urbaneja *

El dictamen del Consejo de Estado sobre el caso Yak-42 actualiza una de las tragedias mal resueltas por el Gobierno Aznar (con las trapisondas de Federico Trillo) que se le han atragantado al gobierno Rajoy que quiere darlo por resuelto. 

El dictamen del Consejo de Estado, suscrito por personas de reconocida solvencia (Romay, Lavilla, Ledesma, Herrero…) coloca las piezas en su sitio y describe con claridad la cadena de irresponsabilidades y ligerezas que dejan en muy mal lugar al mando del Ejército por la contratación de los vuelos, y al gobierno de entonces por la gestión tumultuosa, apresurada, del accidente y, sobre todo, de sus secuelas. 

Sostenerla y no enmendarla es un vicio típico y tópico de muchos gobiernos que, sorprendentemente, no aprenden ni en cabeza propia ni en la ajena. Como prueba el comentario de Rajoy, llamándose Andana y sosteniendo que es un asunto resuelto. No es así.

El dictamen demuestra que las instituciones funcionan y que algunos abusos y excesos sufren el escrutinio público, antes o después y colocan las cosas en su sitio. Federico Trillo, jurista, militar, diputado, político, embajador por enchufe… queda en entredicho por insensible, negligente, testarudo y otros defectos que deberían inhabilitarle para la cosa pública. Pero no pasará nada, se deja pasar hasta el olvido.

Este caso me lleva de la mano a otro caso escandaloso aunque sin víctimas mortales. El del rector de la Universidad Rey Juan Carlos descubierto como plagiario reincidente que se resiste a la hora de asumir responsabilidades. No solo eso, ha movilizado a sus deudos en la universidad (que son muchos) para defender la posición contra viento y marea. Para mayor escarnio del defensores del plagiario argumentan que con el principio de “libertad universitaria” para encubrir la fechoría.

Recupera vigencia la exclamación atribuida a Madame Stael con la revolución francesa de fondo: “libertad, libertad… cuantos crímenes en tu nombre”. Argumentar con la “libertad” para tapar al rector es bochornoso. Como lo es el silencio de cuanto rodea esa Universidad que bien merece una investigación a fondo de las decisiones de la etapa de gobierno del rector plagiario por sospechoso de arbitrariedades del semejante cuño.

Antes o después, como en el caso del Yak-42 se destaparán los asuntos de esa Universidad madrileña. La última pública creada en la Comunidad, que se pretendía con vocación de excelente pero que puede pasar a la lista de los peores ejemplos.

Uno de los vicios de la democracia española es la resistencia a reconocer los abusos, a rectificarlos, a apartar de lo público a cuantos han abusado y la tendencia a encubrir y dejar pasar sin exigir responsabilidades. Algo que puede cambiar, simplemente con voluntad política y sentido de la decencia.


(*) Periodista y politólogo


No hay comentarios: