sábado, 21 de enero de 2017

Alberto Garre se lo cuenta a Aznar / Joaquín García Cruz *

El mismo día -anteayer- que la ministra de Agricultura daba largas otra vez a los regantes del Trasvase, Alberto Garre se veía con José María Aznar en Madrid. También para hablar de agua, «y de ninguna cosa más», asegura el expresidente autonómico, en su afán por disipar cualquier otra suposición que pudiera hacerse en el PP acerca de lo que Garre describe como «la visita de un afiliado a otro afiliado». 

Lo cierto es que ambos políticos están hoy notoriamente distanciados de la dirección del partido, de cuya presidencia de honor Aznar acaba de apearse y de la que Garre está también muy alejado en la Región.

La reunión tuvo lugar en el despacho de Aznar en FAES (Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales), duró veinticinco minutos y había sido solicitada por Alberto Garre, que se hizo acompañar de José Gabriel Ruiz, su exconsejero de Presidencia durante su breve paso por el palacio de San Esteban. 

Aunque no hay razón para sospechar que Aznar, Garre y Ruiz hablaron no solo de recursos hídricos, la visita se presta a las conjeturas y probablemente abona el terreno para toda clase de cábalas entre militantes. Un día antes de acudir a FAES, el expresidente había lanzado en Totana la última de sus pullas al partido del que todavía es presidente del Comité de Derechos y Garantías. 

La andanada contenía, además, una dedicatoria, innominada pero clamorosa, para Pedro Antonio Sánchez, sucesor de Garre al frente del Gobierno autónomo y hombre fuerte de los populares en Murcia, que venía satisfecho de la Conferencia de Presidentes por el compromiso allí alcanzado de que este mismo año se revisará el modelo de financiación autonómica, tan perjudicial para la Región. 

Pero a Garre la Conferencia de Presidentes le pareció «un esperpento valleinclanesco, un disparate y una injusticia», porque el agua no figuaraba en la agenda. Así lo denunció durante su charla totanera con la Asociación de Mujeres Rurales. Fue más lejos aún: «Murcia ha perdido fuerza, discurso e influencia en el debate nacional», algo que, de acreditarse como una certeza, solo podría imputarse a la inoperancia de Pedro Antonio Sánchez. De ahí la maledicencia a que se presta la reunión en FAES.

Garre, sin embargo, no se sale del guión, preguntado por su visita. «Aznar es el político que más empeño ha demostrado en solucionar el problema del agua, aprobó el Plan Hidrológico Nacional (PHN) y no pudo ejecutarlo porque Zapatero lo derogó nada más llegar a La Moncloa. Pero se volcó en favor de una solución satisfactoria para todos, y siempre profesó un cariño especial a Murcia. Eso me mantiene unido a él». 

De hecho, la del jueves no fue la primera reunión en FAES, el acorazado estratégico del expresidente del Gobierno, a cuenta del agua. Cuando el entonces diputado Alberto Garre y su compañero de bancada Arsenio Pacheco rompieron en 2008 la disciplina de voto en el Congreso, y se opusieron a la toma en consideración de la reforma del Estatuto de Autonomía de Castilla-La Mancha -que amenazaba con poner fecha de caducidad al trasvase Tajo-Segura-, Aznar recibió a ambos, y respaldó su disidencia: «Quiero que sepáis que en esto estoy con vosotros y con nadie más», les dijo. Así al menos lo recuerda hoy Garre.

Queda por aclarar qué sentido tenía esta última reunión entre políticos sin mando en plaza y que, por tanto, en poco pueden contribuir, sobre el papel, a paliar el déficit hídrico. «Hablamos con Aznar de lo que debería hacerse». ¿Y qué debería hacerse? «Rescatar la parte del Plan Hidrológico Nacional que se cargó Zapatero». O sea, el trasvase del Ebro, del que, lamenta Garre, «nadie se atreve ya a hablar en mi partido». ¿Se vinieron, entonces, de vacío? Garre cree que no, porque Aznar le ofreció «todo el apoyo de FAES y los informes que sean necesarios» para devolver los trasvases al debate nacional.

A la vuelta, el nevazo les sorprendió en La Almarcha, donde Alberto Garre y José Gabriel Ruiz tuvieron que quedarse a dormir. Todavía no habían regresado a Murcia, ayer por la mañana, cuando ya mucha gente empezaba a preguntarse en el PP qué les había llevado a reunirse con Aznar en lo que Garre reitera que únicamente fue «la visita de un afiliado a otro afiliado».


(*) Columnista

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