lunes, 16 de enero de 2017

Yak-42: Después del perdón, viene… la investigación / José Oneto *

La ministra de Defensa, María Dolores de Cospedal, ha dado un paso que parecía imposible para su antecesor Federico Trillo, un político con clara responsabilidad política en el accidente del Yak-42, y, ha pedido perdón en nombre del Estado por la responsabilidad que pudiera tener en ese accidente que ocurrió el 26 de Mayo de 2003 , hace ya casi catorce años en lo que es una herida sin cerrar. En él murieron 62 militares españoles y 13 miembros de la tripulación de la aerolinea UM Air, en Trebisonda (Turquía) en un vuelo procedente de Afganistán.

“No tengo ningún problema en pedir perdón en nombre del Estado”. “Entre mis defectos no está la soberbia “, insistió este Lunes en su comparecencia a petición propia ante la Comisión de Defensa del Congreso de los Diputados, una Ministra de Defensa que en cierto modo, ha llevado algo de consuelo a los familiares de la víctimas. En presencia de una representación de esas víctimas, Cospedal asumió en sede parlamentaria las conclusiones del dictamen del Consejo de Estado que ha determinado que, con anterioridad al siniestro, hubo “hechos que habrían permitido a la Administración ponderar el especial riesgo concurrente en el transporte de tropas que se produjo el accidente”.

Por otra parte, la ministra ha reconocido también la responsabilidad del Estado en el accidente aéreo del Yak, y ha avanzado que emitirá una resolución que espera “sea por fin elemento de curación ” y “mitigue, al menos, una parte del dolor”, porque “las víctimas lo merecen, las familias lo necesitan y la sociedad nos lo pide”. Lo considera una “obligación moral” con los 62 militares fallecidos que regresaban de una misión de Afganistán, y sus familias, que tanto han sufrido.

La intervención de la Ministra de Defensa, que sigue a su entrevista con los familiares de las víctimas del Yak-42, que en la etapa de Federico Trillo no fueron tratadas con la dignidad, el respeto y el cariño que se merecían y que, en algún momento les echaron del Ministerio con modos impropios de quienes están al servicio de los ciudadanos, ha reforzado políticamente a María Dolores de Cospedal y, ha dado de ella una imagen que muchos no esperaban. Le refuerza políticamente frente a la vicepresidenta del gobierno Soraya Sáenz de Santamaría que hasta ahora ha sido la única que, públicamente, ha dado la cara cuando ha habido una rectificación que ha afectado al Gobierno.

Es verdad que no tendrá ninguna repercusión en el debate interno que actualmente existe en el partido de si es posible compatibilizar el trabajo de un Ministerio con la secretaría general del partido. Ha habido casos en que si, como en la época en que la secretaría general la ejerció Francisco Álvarez Cascos o Javier Arenas . En este caso, el problema se produce por la especial problemática del Ministerio de Defensa, que parece difícil aunque solo sea desde el punto de vista estético, la compatibilidad con un cargo político tan definido como es la secretaria general de un partido, aunque ese partido esté en el poder.

Ahora, el gran reto de la Ministra de Defensa es aclarar a los familiares y a la opinión pública, los numerosos misterio , excesos y anormalidades que se ciernen no solo sobre el grave caso del Yak-42, el mayor accidente en tiempos de paz que se ha producido en España, sino sobre esa etapa siniestra de la época de Federico Trillo en la que han desaparecido documentos claves que aclararían muchas cosas, y muchos excesos. 
 
Que, a estas alturas, todavía, no hayan aparecido los más de cuarenta contratos que se hicieron para el traslado de tropas en zonas de guerra a España, de Febrero de 2002 a Mayo de 2003, que lo único que ha aparecido sean documentos mutilados, con espacios borrados, y que, además, tampoco se pueda consultar el supuesto seguro que el Ministerio de Defensa hizo para los tripulantes del Yak delimita una cadena de responsabilidades que no se han juzgado por los Tribunales pero que tienen una trascendencia política indudable. 
 
Más sangrante es que no se firmara ningún seguro para caso de accidente. Según el contrato firmado con NAMSA, debía haberse suscrito una póliza de 75.000 dólares por pasajero, algo que después del accidente se descubrió que nunca se firmó ese seguro, sin que se haya realizado ninguna reclamación contra la Namsa. Igualmente sangrante es que por un vuelo como el del Yak-42 se pagaran 149.000 euros y, al final el avión fuese contratado por 38.500. Se desconoce a dónde fueron a parar los más de 100.000 euros. 

Si eso se repitió en los 42 vuelos estaríamos ante una cifra superior a los cuatro millones de euros. Por último, para los familiares, resulta importantísimo saber de quién partió la orden de que el funeral de Estado se celebrara sin una identificación de los cadáveres, algo que ha sido lo más doloroso para los familiares que no han podido conservar nada de sus seres queridos que además estaban luchando por la paz, y por España, en una misión humanitaria…


(*) Periodista y economista


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