El empeño de Donald Trump de exculpar Vladimir Putin del espionaje
ruso e intromisión en la campaña presidencial de los Estados Unidos,
denunciado con pruebas por los servicios de inteligencia
norteamericanos, está subiendo la temperatura política en Washington y
ya hay quienes acusan a Trump de ‘deslealtad’ a su país, termino término
que se incluye en el artículo tercero de la Constitución USA donde se
habla de traición.
El presidente Barack Obama se lo dijo con buenas palabras cuando
recordó a Trump que ‘Rusia no juega en nuestro equipo’. Pero el
presidente electo ha insistido en mantener una buena relación con Rusia
después de recibir de los servicios secretos la información que
certifica el ataque cibernético ruso con la intención de favorecer a
Trump frente a Clinton.
Cuestión esta de la intromisión rusa en la campaña electoral que
preocupa a Trump porque deslegitima su victoria, de ahí su empeño en
negar la realidad para ponerse del lado de Putin, de quien se dice que
dio la orden de actuar contra Clinton para favorecer la victoria de
Trump que fue festejada por altos dignatarios rusos.
Apenas faltan diez días para la toma de posesión de Trump de la
presidencia de Estados Unidos y las tensiones e incidentes de todo orden
no cesan de crecer -algo nunca visto en USA- en torno al presidente
electo. Pero esta acusación de traición que ya empieza a aparecer en
medios informativos y redes sociales tiene un calado especial que
veremos hasta donde llega, porque en el interior del Partido Republicano
este debate ha causado un impacto muy especial.
Hechos como este y otros que adornaron su bronca campaña electoral y
sus primeros incidentes diplomáticos tras alcanzar su victoria frente a
Clinton hacen que sean muchos los analistas que consideran que Trump no
va a terminar en la Casa Blanca los cuatro años de su mandato. Porque si
sigue cabalgando la tempestad y jugando con la legalidad Trump puede
ser objeto de un proceso de ‘impeachment’ que lo destituya o le obligue a
dimitir.
Lo que ocurrió años atrás cuando el Congreso forzó la dimisión de
Richard Nixon, precisamente por espiar la campaña electoral del Partido
Demócrata en unas elecciones presidenciales que es lo que acaba de hacer
Putin para favorecer a Trump.
(*) Periodista
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