viernes, 27 de enero de 2017

Duelo a navaja / María José Gil *

Torrevieja, verano de 2002. El presidente murciano, Ramón Luis Valcárcel, coincide con el ministro de Defensa, Federico Trillo, y los portavoces de Infraestructuras y de Economía del PP en el Congreso, Andrés Ayala y Vicente Martínez-Pujalte, respectivamente, en la comida que celebra el clan pepero de Murcia y Alicante. 

Aprovecha para pedirle a Trillo un trozo del espacio aéreo militar para poner un nuevo aeropuerto. El ministro es diputado por Alicante y sabe que se expone a caerse de la lista si le ayuda, pero con la última copa se ablanda. Su oferta deja atónito a Valcárcel. Se llevará la base de Alcantarilla a la Academia General del Aire y traerá el aeropuerto de San Javier a los terrenos que dejen los paracaidistas. Si hace falta más espacio, la Cámara de Comercio de Murcia cedería las hectáreas que compró hace 50 años en previsión de que llegara ese momento. «Lo hablaré con Paco Álvarez-Cascos (titular de Fomento) y haremos que Aena y el Ejército del Aire se pongan de acuerdo», promete. 

Ayala y Pujalte, que asisten a la charla, se pican. Temen que Trillo quiera ser diputado por Murcia. El primero piensa que si trae el AVE antes de que haya nuevo aeropuerto, está salvado. Pujalte, huele el peligro. Debe ganarse a Valcárcel. Ha oído que un fabricante de coches eléctricos busca suelo para su fábrica de Europa y queda con su agente para ofrecerle algún polígono tomando unos cafelitos. El duelo es a navaja, pero en 2010 Murcia tiene AVE, aeropuerto e industria automovilística. Pudo haber sido así, pero no lo fue. Por eso, el futuro que han dejado tiene el mismo color que el Mar Menor.


(*) Periodista. Jefa de Economía en La Opinión


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