sábado, 14 de enero de 2017

La impunidad de los Pujol / Melchor Miralles *

A mediodía saltó la noticia. El fiscal solicita al juez José de la Mata, de la Audiencia Nacional, prisión sin fianza para Oleguer Pujol por blanqueo de millonarias comisiones obtenidas en la operación de compra-venta de 1.152 sucursales del Banco Santander en 2007. Era la primera vez que el Ministerio Público pedía una medida de prisión preventiva para uno de los miembros del clan Pujol, implicado en diversas causas por diferentes delitos de corrupción. Por la tarde la cosa queda despejada. Su señoría no hizo caso de la petición del fiscal y dejó en libertad sin fianza a Oleguer Pujol, al que ha retirado el pasaporte y prohibido, lógicamente, salir de España.

Vaya por delante que jamás me he alegrado del ingreso en prisión de nadie por el mero hecho de producirse. No creo que la prisión preventiva deba ser utilizada como una herramienta de venganza, chantaje o coacción a un detenido o investigado. Se trata de una medida excepcional previa a la sentencia que tiene tasados los supuestos en que ha de aplicarse. Esencialmente son el riesgo de fuga, la posible destrucción de pruebas o la reiteración de los delitos. Y en este caso se dan los tres. Lo que me escandaliza es que la Justicia tenga dos raseros.

 Lo que me deja anonadado es que los nueve miembros del clan Pujol estén siendo investigados por la Justicia desde hace años, en cuatro juzgados diferentes, por delitos gravísimos (cohecho, blanqueo de capitales, tráfico de influencias, delitos fiscales varios, falsedad de documentos y otros), y ninguno de ellos haya pisado una prisión, cuando las cárceles españolas están repletas de internos preventivos con acusaciones equivalentes y menores.

Los Pujol han amasado una fortuna multimillonaria desde que el patriarca, Jordi Pujol Ferrusola, presidió la Generalitat de Cataluña. Han sido una máquina insaciable dedicada al latrocinio, abusando del poder del padre. A los dos primeros fiscales que osaron comenzar a investigar lo que todo el mundo sabía, Mena y Villarejo, les cortó la cabeza Felipe González. Durante años los Gobiernos de González, Aznar, Zapatero y Rajoy, sabiendo lo que sucedía, miraron para otro lado y les dejaron hacer, porque les convenía. 

Todo dios sabía que se lo habían llevado crudo prevaliéndose del poder del padre, mandaban como los amos del cortijo, robaban el dinero de los catalanes, y parte del dinero del resto de los españoles, se lo llevaban calentito, administraban Cataluña como una finca, no se atrevía a toserles nadie. Cuando dejó de convenir, la maquinaria del Estado se puso en marcha. Pero la sociedad catalana, la burguesía y el universo nacionalista e independentista les siguen dando cobertura, quizá por tanto como les deben. 

Y el escándalo no cesa. E incluso Javier Chicote contaba en ABC estos días que es posible que Jordi hijo esté cometiendo nuevos delitos mediante oscuras operaciones financieras durante la tramitación de los procesos en marcha, y ha llegado a evadir otros 5 millones desde que comenzaron a investigarle. No se cortan un pelo.

En España han ingresado en prisión políticos del PSOE, del PP, empresarios, banqueros y golfos de todos los colores. Unos, justa y otros injustamente. Unos muchos meses, y otros muy pocos. Las prisiones están llenas de ciudadanos de a pie que por delitos menores se chupan talego a manta. Pero con los Pujol no hay cojones. 

Solo se me ocurre que hay quien tiene miedo a que el clan disponga de bombas de racimo políticas que puedan utilizar si la cosa va a más. En cualquier caso, esta impunidad de los Pujol, como el silencio cómplice de buena parte de la sociedad catalana y catalanista, me parece sencillamente repugnante. Intolerable.


(*) Periodista


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