A la economía española no parece haberle sentado nada mal la larga
etapa de desgobierno por la que hemos atravesado hasta que Rajoy fue
aceptado, con resignación generalizada, como nuevo líder del Ejecutivo,
aunque con un mandato bastante frágil, cuyos efectos se dejarán notar
posiblemente a lo largo del año 2017. Pero en el año 2016, la economía
española está a punto de cerrar uno de sus mejores ejercicios desde el
año 2007, cuando el aumento del PIB rozó el 4% de subida y dio paso a
una cifra total de PIB, ya en el año 2008, de 1,1 billones de euros.
Después de tres años seguidos de salida desde lo más profundo del
bache, al que accedimos en el año 2013, la economía española puede
alcanzar en este inicio del año 2017 la cota de los 1,2 billones de
euros o, si no la alcanza, se quedará muy cerca y desde luego por encima
del nivel del año 2008, el máximo histórico alcanzado.
Para empezar el año 2017 en esa cota desconocida desde hace ocho
años, el PIB debería haber crecido durante este año que está a punto de
terminar en torno al 3,2%, en línea con el avance registrado en el año
2015. Estos dos años consecutivos de expansión económica han permitido a
España, por lo tanto, dejar atrás la etapa más dolorosa de nuestra
historia económica reciente aunque quedará todavía algún reto pendiente
de gran trascendencia.
El más importante de ellos es la recuperación del nivel de empleo y,
como segunda tarea, la búsqueda de un cierto equilibrio en las cuentas
públicas, ya que el crecimiento de los últimos años y en especial la
lucha contra la crisis durante los primeros años de la caída, entre el
año 2009 y el ejercicio 2013, han sido años de fuerte recu8rso al
crédito, años en los que el país gastó más de lo que produjo, viviendo
del crédito tanto externo como sobre todo exterior.
La tasa de paro, que es la forma más didáctica de entender lo que aún
resta por recuperar del antiguo esplendor económico, ha retrocedido ya
por debajo del 20% e incluso está a punto de situarse en el 19% de la
población activa, muy por encima de aquel 8% que se alcanzó en el
momento más brillante de la andadura económica. En esa variable, la de
reducir al mínimo posible el número de personas sin empleo, la tarea que
queda por delante es todavía bastante ardua, ya que 11 puntos de tasa
de paro nos separan lo los niveles que tendrían que ser el objetivo
irrenunciable de la política económica.
La creación de empleo ha ofrecido cifras bastante positivas en los
dos últimos años, pero manifiestamente insuficientes para alcanzar las
metas deseables, es decir, las cifras de hace ocho años, con la misma
celeridad con la que se está logrando el objetivo de igualar el
crecimiento económico respecto a nuestro mejor pasado reciente.
Comparados con el conjunto de la Unión Europea, el PIB comunitaria ha
igualado ya el del mejor momento de la economía pasada (objetivo
alcanzado a principios del año 2016. Un año antes de lo conseguido por
España) mientras la tasa de paro en el conjunto europeo se encuentra
todavía por encima de la de hace ocho años, pero apenas a unos 3 puntos
de distancia.
La tarea española para lograr las metas de recuperación del empleo
es, por lo tanto, más ardua que la del conjunto de la UE. Una de las
razones que mueve a un cierto optimismo es el hecho de que tanto el
ritmo de crecimiento como el de caída de la tasa de paro y la creación
de empleo han ido más rápido en España que en nuestro entorno. Es de
desear que así siga en el año 2017.
(*) Periodista y economista
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