jueves, 9 de febrero de 2017

Juan Antonio Campillo, a la presidencia del consejo social de la UMU / Ángel Montiel *

Juan Antonio Campillo ha ocupado, como vocal, la plaza de Javier Ruano, ahora diputado nacional del PP, en el Consejo Social de la Universidad de Murcia. Blanco y en botella. Queda claro que es el escalón exigido para convertirse de inmediato en presidente de este órgano. Entra en representación del Gobierno, al que corresponde decidir la presidencia, aunque formalmente el nombramiento corresponde al rector, si bien con un condicionante claro: ´oído el Gobierno´. Ni siquiera consultado: oído. En pocas fechas, pues, Campillo será el nuevo presidente del Consejo Social. 

Algo hemos avanzado, corresponde admitir. Lo habitual era colocar al frente del Consejo a políticos en línea con el presidente, una plaza más donde dejar en espera a quienes no habían encontrado ubicación en los aledaños de la Administración política o en las listas electorales. No siempre, pero casi. Juan Bernal o Ruano son algunos ejemplos, de modo que en ciertas circunstancias complejas el presidente del Consejo Social de la UMU desatendía los intereses de ésta para prestarse a los del partido al que realmente representaba. La más clara constatación de esto se produjo en la posición de Ruano en aquel convulso Consejo Interuniversitario en que se plegó a la estrategia de la Universidad Católica frente la pública, a la que representaba.

Se deduce que Pedro Antonio Sánchez, a la vista del perfil de la apuesta del Gobierno, ha decidido dar un giro a esa dinámica, y ha optado por una apuesta profesional. Juan Antonio Campillo ha sido, hasta su jubilación, subdirector de Cajamurcia, mano derecha de Carlos Egea en la gestión de la entidad, en la que se ha desempeñado con discreción y eficacia. No ha tenido notoriedad pública, como corresponde a la usanza de los gestores financieros vintage, pero es reconocido como una pieza fundamental en la estabilidad de la única Caja española que, a pesar de precisar del rescate del FROB, como todas menos una, mantuvo y mantiene a su equipo gestor, lo que marca una muy sustantiva diferencia. 

Este nombramiento atraviesa una polémica solapada por el adelanto del rector Orihuela al sugerir para el cargo a la empresaria Encarna Zamora, pero la potestad de la elección corresponde al Gobierno y es obvio que toca a Campillo, como delata el hecho de su acceso inicial al Consejo en calidad de vocal en la previa a la nominación de presidente.


(*) Columnista


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