¿Es válido el resultado de un juego en
el que se demuestra que la parte ganadora hizo trampas? El ganador, el
campeón, pierde los títulos. ¿Por qué se da por válido el resultado de
unas elecciones que se ganaron gracias a la financiación ilegal? No hay
más "razones" que la arbitrariedad por la parte ganadora y la sumisión
por la perdedora. Pero no es de recibo. En un Estado de derecho no es de
recibo.
La
cuestión es si España puede considerarse un Estado de derecho.
Empecemos por arriba. El Senado rechaza la petición de Compromis de que el Estado responda si se pagaron "aventuras cárnicas" del rey Juan Carlos con dinero público.
Ya solo la pregunta nos introduce en un jardín pintoresco, pero la
respuesta de que esa información no puede facilitarse por ser materia reservada sujeta a la ley de secretos oficiales
lleva el pintoresquismo a niveles surrealistas. ¿Por qué son "materia
reservada" y "secreto oficial" los escarceos amorosos del anterior
Borbón reinante de los que habla todo el mundo en la televisión,
incluidas sus protagonistas? Notable tufo a ridículo. Y de Estado de
Derecho, nada. ¿Por qué no puede conocer de cierto, por fuente oficial,
la ciudadanía las alegrías del Rey con presuntos dineros públicos?
Los
del silencio suelen argumentar el art. 53,6 de la Constitución, el que
hace inviolable y no sujeta a responsabilidad la persona del Rey. Ya es
insólito un Estado de derecho en el que hay alguien por encima de la
ley. Pero es que, además, es estúpido porque no se trata de si el Rey es
o no inviolable sino de si tiene el derecho a gastarse el dinero de la
ciudadanía sin dar cuentas por ello. Una cosa es ser inviolable y otra
incognoscible. Claro que tampoco ha comentado nadie en la Casa Real la
noticia publicada hace ya año en Forbes sobre la supuesta fortuna de
Juan Carlos de 1.800 millones de €. La inviolabilidad y la
irresponsabilidad no producen invisibilidad.
Es
un Estado de derecho en el que muchos cargos políticos del partido del
gobierno pasan más tiempo luchando en los tribunales que gobernando. Y
son docenas. En todos los niveles. Y las causas son siempre corrupción,
malversación, apropiación indebida, cohecho, etc. Algunos jueces que han
llegado a imputar al partido como persona jurídica lo tienen como una
asociación con ánimo de delinquir. Es verdaderamente curioso que un
partido parecido a una asociación de malhechores administre un Estado de
derecho. Se percibe cierta incongruencia: un partido en el que han
tenido importantísimas funciones de gestión personas como Fabra,
Granados, Matas, Mato, Rato, Camps, Barberá y muchísimos otros de menor
relevancia no parece el medio más idóneo para gobernar un Estado de
derecho.
Sobre
todo porque, además, si algo ha caracterizado la reacción del PP ante
la corrupción ha sido una disonancia cognitiva total desde el primer
momento. En el terreno declarativo pasó de negarlo todo ("no un montaje
del PP sino un montaje contra el PP") a ponerse al frente de la
manifestación y acaudillar el regeneracionismo con algunas normas
anti-corrupción de las que nadie hacía el menor caso. En el terreno de
la acción torpedeó sistemáticamente la acción de la justicia
(destrucción de pruebas, mala fe procesal, etc) y encubrió cuanto pudo a
los imputados, acusados o condenados.
En
este terreno del encubrimiento -que genera una desconfianza grande de
la gente en las instituciones democráticas- se juega todo el Estado de
derecho. Si a día de hoy, el presidente del gobierno recibe a los
familiares de las víctimas del Yak 42 con catorce años de retraso y con
ello, aunque sea vergonzantemente, se admite la responsabilidad del
Estado (o sea, de Trillo, que aún no ha pedido perdón), esos catorce
años ¿no han sido de encubrimiento?
Y
es el caso que tal parece ser el contenido de la pelea en el PSOE,
sobre si Estado de derecho sí o no. El campo de Susana Díaz, la Gestora,
los medios, los barones, etc lleva al PSOE a la gran coalición en la
que de hecho ya está. El mantenimiento de la alternancia de los dos
partidos dinásticos, los dos leales a la III Restauración. La
candidatura de Sánchez trae apoyos de naturaleza muy distinta,
procedente de las bases, los militantes y da la impresión de que se
orienta más a una alianza de la izquierda que restaure más que la
monarquía el Estado de derecho en el que todos somos libres e iguales
ante la ley y nadie está por encima de ella. La tercera candidatura, la
de López, no acabo de encontrarle perfil propio.
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED
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