La cosa consiste en que vas en tu coche en dirección a Almería, y a
la salida del túnel bajo el Castillo de Lorca apareces en los Carnavales
de Río de Janeiro. Iker Jiménez y su equipo de Cuarto Milenio denominan
a este frecuente fenómeno como teletransporte. Es algo tan socorrido
que el Gobierno de Murcia buscó en su día una aplicación autóctona
relacionada, cómo no, con el urbanismo.
Consistía en que vas y compras
un rodalito de monte poblado de pinos y después se lo permutas al
Ayuntamiento correspondiente por unos terrenos urbanizables guay del
Paraguay (de ahí lo del teletransporte) en los que elevar unos pisitos
muy apañados, a veces incluso con un plus de edificabilidad si se
recurría a la figura del convenio, consistente en suplir la obligada
inversión pública en farolas o en cualquier otro equipamiento social por
una ´mejora´ en las obras privadas que alcanzara al interés general.
Cualquiera
diría que esto se asemeja al timo, pero no: era política urbanística,
básicamente la que aplicó el gobierno municipal de Miguel Ángel Cámara
en Murcia para disfrute, goce y beneficio de los promotores amiguetes,
valga la redundancia. Sin embargo, había un problema que dificultaba los
pelotazos.
Y es que todo proyecto de urbanización precisa de unos
informes preceptivos para la garantía de los recursos básicos de
suministro, sobre todo del agua. Y era un organismo estatal, durante
casi ocho años en manos del PSOE-ZP, la Confederación Hidrográfica del
Segura, el que tenía que aprobar la viabilidad de los nuevos proyectos
de desarrollo, teletransportados o no.
¿Cómo esquivar ese molesto
trámite, casi siempre adverso por enfadosos condicionantes técnicos?
Alehop. El Gobierno regional de Valcárcel decidió ingeniar el Ente
Público del Agua, un chiringuito a medida que facilitaba las licencias
de urbanización con más generosidad que los exhibicionistas regalan
caramelos a las puertas de los colegios.
Así fueron aprobadas,
como denuncia el grupo municipal de Ahora Murcia, más de 112.000
viviendas en un buen puñado de urbanizaciones distintas, que las
sucesivas sentencias del Tribunal Supremo han desautorizado. Resulta
curioso que el mismo partido que reprocha al Gobierno catalán que
promueva medidas que desbordan sus competencias e invaden las del Estado
operara durante años en Murcia con una actitud similar en lo que
respecta a la normativa urbanística, es decir, creara sus propias leyes
para fintar las estatales, aunque, como es natural, hayan resultado
finalmente inválidas.
Casos como el de Fernando Berberena, la voz
cantante de la urbanización Joven Futura, afectada por la aprobación
virtual del suministro de agua, son muy expresivos. Pasó de acudir a la
ventanilla municipal por el lado de los promotores a ponerse del otro
lado, el oficial, una vez que fue fichado por Cámara como concejal de
Urbanismo, con las consecuencias que todos conocemos como resultado de
su vergonzante gestión en tantísimos aspectos.
Y a pesar de que estas
evidentes incompatibilidades desde el punto de vista político fueron
señaladas desde el principio, por lo menos desde esta columna, todo
transcurrió durante un largo tiempo como si respondiera a la normalidad,
hasta que se empezaron a ver las colecciones de relojes y cuadros y las
partidas de dominó en barcos innombrables.
La pregunta que
corresponde ahora es: ¿quién se hace cargo de la estafa a los
propietarios de esas casas, quién ha de dar la cara, aunque sean caras
de cemento armado, por una gestión política y urbanística en la que el
agua era un elemento virtual?
Nadie, claro. Como siempre.
(*) Columnista
http://www.laopiniondemurcia.es/opinion/2017/02/02/agua-virtual/802627.html
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