domingo, 26 de marzo de 2017

El PSOE tiene pene... Ciudadanos no tiene vulva / Ángel Montiel *


La primera pregunta que hizo Miguel Sánchez a quien le informó por teléfono, en la mañana del pasado viernes, de que Rafael González Tovar acababa de registrar la moción de censura contra PAS, fue: «¿Cuántos diputados la firman?». Esperaba que la respuesta fuera ´siete´, el mínimo necesario, pero su interlocutor lo alertó: «Trece». El Grupo Socialista al completo, y el nombre de Tovar como candidato alternativo. 

Esto significaba varias cosas. Una, que el anuncio de Ciudadanos de presentar mañana lunes su propia moción, que debía ser suscrita por tres diputados socialistas, dejaba de ser técnicamente viable si es que en algún momento lo había sido políticamente. Dos, que el PSOE ponía todas las cartas en la misma casilla, lo que aquí hemos descrito como ´quemar las naves´: ahora o nunca, sin reservarse opción a una segunda oportunidad de censura en caso de que fracasara la primera y sin posibilidad de negociar otro nombre para evitar el de Tovar. Tres, que la iniciativa ante la crisis política pasaba de Ciudadanos al PSOE. Un golpe de efecto no por esperado más contundente. Los socialistas se habían hecho con la cabina del disckjokey y habían puesto a bailar a los demás al ritmo de su banda sonora.

La primera impresión dejaba un rastro de descortesía, pues el PSOE irrumpía en la ´hoja de ruta´ de Ciudadanos que llegaría a su fin mañana, día 27, con el ultimátum a PAS resumido en: dimisión y nuevo candidato popular, o moción de censura ´instrumental´ para la inmediata convocatoria de elecciones. Parecía un error estratégico que el PSOE no esperara al lunes hasta constatar gráficamente que PAS no dimitiría y hacer notar así lo infructuoso del ultimátum antes de emprender su iniciativa, cuyo éxito depende de Ciudadanos. Pero este partido, con su anuncio prematuro de moción propia facilitó que Tovar irrumpiera en la oficina parlamentaria del registro. 

Los socialistas no estaban dispuestos a hacerse protagonistas de los reproches de Ciudadanos, cuyos cuatro diputados habrían acudido mañana a esa oficina y se habrían hecho la foto en modo sala de espera por si aparecieran tres parlamentarios socialistas para completar el cupo de firmas que propondría a Miguel Sánchez como candidato a fugaz presidente con el compromiso de convocar elecciones autonómicas de inmediato. Ciudadanos sabía que el préstamo de diputados socialistas no se iba a producir, pero habrían seguido dejando al PSOE en un segundo plano en cuanto a iniciativa política.


El PSOE se mueve.
En realidad, Tovar encontró en la finta de Ciudadanos (que algunos socialistas califican como producto de «la frivolidad del desconocimiento» o consecuencia de un cierto amateurismo político) el pretexto perfecto para presentar la moción, que por otra parte habría querido registrar antes del congreso regional del PP del pasado sábado si no fuera porque el comité regional del PSOE le frenó los ánimos. Ahora tendrá que volver a convocar a este órgano, aunque obviamente ya no para consultarlo, sino para informarle. 

No encontrará ahí dificultades, puesto que su acción ha sido muy oportuna para activar la situación de impasse por la que se viene deslizando la solución a la crisis, ha puesto al PSOE en primera línea y ha recuperado simpatías en los ámbitos progresistas de la Región, además de que ha conseguido poner al PP en un brete, hasta el punto de que tal vez puedan esperarse movimientos importantes por ese lado antes de que se escenifique el debate de la moción.

El PSOE ya ha hecho su movimiento, el que tenía a mano, y ha puesto toda la carne en el asador. Al emplear las firmas de todo el Grupo Parlamentario se cierra a sí mismo y a los demás la posibilidad de nuevos intentos de censura (sólo queda una improbable opción Podemos más Ciudadanos). Ahora, la pelota está en el tejado de éstos: si quieren reemplazar a PAS, lo tienen fácil, les bastará con votar a favor en el pleno de la moción. Pero el precio es muy alto, pues será a costa de elevar al poder a un Gobierno socialista con trece diputados de un total de 45, que deberá apoyarse parlamentariamente en Podemos para sacar adelante sus iniciativas. 

Y así, la moción del PSOE parece haber cambiado poco el discurso de Ciudadanos: «No facilitaremos un Gobierno presidido por Tovar», siguen diciendo hasta ayer mismo sus portavoces locales, reproduciendo la frase inaugural, hace unas semanas, de líder nacional, Albert Rivera. Y desde Madrid, Arrimadas insiste en que no apoyarán otra moción de censura que no sea la preceptiva para convocar elecciones. Si se mantuviera esta postura, PSOE y Ciudadanos no convergerán en la votación, por lo que la moción de Tovar fracasaría.


El PP, al borde del abismo.
Ahora bien, si desviamos la vista hacia el PP ¿qué confianza podría tener éste en que tal fracaso se consumará? Aunque Ciudadanos mantenga su posición hasta la misma mañana del pleno ¿quién podría asegurar que cinco minutos antes del debate parlamentario no se produciría una oportuna llamada desde Madrid que cambiara por completo el sentido del voto? Recuérdese el reciente pleno sobre la estiba en el Congreso, en que Ciudadanos sorprendió al PP votando en el último momento con el resto de la oposición contra la propuesta del Gobierno.

La moción de Tovar ha conseguido acelerar el reloj político mientras el PP pretendía mantenerlo parejo al reloj judicial en la confianza de que se produzca en un corto plazo una resolución que exculpe a PAS del caso Auditorio. La moción establece, frente a esa posibilidad, una urgencia resolutiva que desmonta de cuajo la aparente tranquilidad de los populares. El cambio de hora de esta madrugada no es nada respecto al sprint que ha experimentado el reloj político desde el pasado viernes. Y no cabe duda de que Tovar cuenta con el plácet de la Gestora central, a la que consultó antes de acudir al registro, y el portavoz nacional ha avalado públicamente la iniciativa al retar a Ciudadanos a que se muestre como ´partido del cambio´.

Si Ciudadanos está en la encrucijada, mucho peor es la situación en se encuentra el PP, al borde justo del abismo. Porque una cosa es mantener a PAS en la máxima resistencia y otra arriesgarse a que por intentar salvar a éste caiga el PP con todo el equipo. Si los populares llegan con PAS al pleno de investidura sin que previamente se haya producido el archivo judicial de su caso se jugarán el poder con la fórmula de la moneda al aire. Y esto son palabras mayores. 

Sólo a efectos de empleo e influencia social directa o indirecta, miles de familias quedarían a la intemperie, y si los socialistas ocuparan la Administración se produciría un registro continuado bajo las alfombras que podría estar dando de qué hablar durante los dos próximos años con lo que se podría haber acumulado a lo largo de los últimos veinte. Un importante representante socialista me comentaba ayer que «Rivera tiene una mala estrategia, pues si en vez de oponerse a la moción de Tovar, anunciara que la apoyará, PAS tendría que dimitir para salvar al PP con otro candidato». Ese es el punto límite.

El PP ha hecho una inversión total en PAS. Ha puesto todas las fichas en su casillero (ayer, los portavoces nacionales del partido lo seguían defendiendo frente a la moción, y Rajoy representaba su papel de ´no sé, no contesto´ porque seguramente es verdad el desconcierto que sugiere), pero todavía no sabemos si este insólito apoyo se mantendrá hasta el punto de que con PAS pudiera caer todo el PP. Esto sería insólito en la historia de los partidos políticos en España, de modo que la presión que significa la iniciativa del PSOE es brutal.

 ¿No hay otro candidato para facilitar la continuidad del Gobierno del PP en Murcia? se preguntaba ayer de nuevo la ´ciudadana´ Arrimadas. La respuesta podría ser: varios, pero ninguno en que se hayan concentrado tantas expectativas como en PAS. Sus circunstancias, a estas alturas, son equivalentes a las de Rajoy: no hay otro que disponga de su poder interno, sus capacidades y habilidades en la ´cultura popular´. Es un político de factoría, pero no diseñado por un robot, sino que responde a una vocación primitiva, alguien difícil de sustituir. Sólo que tiene su talón de Aquiles precisamente en la gestión municipal previa a su promoción al liderazgo. Y el PP no dispone de recambio, salvo si hablamos de eventualidades transitorias, en las que ese partido está curado de espanto tras la ´experiencia Garre´: no hay lealtad extrema que garantice su permanencia.

Queda claro que el PP va a apurar sus posibilidades hasta el final, siempre que no sea hasta el mismísimo final, en que su poder podría quedar liquidado. El siguiente paso podría tener lugar en la Junta de Portavoces de la Asamblea, que se reúne todos los martes. En ella, el PP intentará que Ciudadanos lo apoye en que la programación de la moción de censura se fije pasada la Semana Santa, a fin de ganar tiempo para que la instrucción judicial pueda resolver favorablemente a PAS y facilite a Ciudadanos su abstención en la moción de censura. 

La pretensión de que mañana, tras la comparecencia de los peritos de parte y el del fiscal ante el juez instructor dé lugar al archivo del caso Auditorio es quimérica. El magistrado Pérez Templado no podría recuperarse de una decisión de esas características. Pero más adelante (tal vez una semana), todo es posible, y de nuevo los tiempos de la justicia se acompasarían a los de la política. En realidad, vamos a asistir a un test clarificador: si Ciudadanos apuesta en la Junta de Portavoces por la celebración del debate sobre la moción de censura más allá de la primera fecha en que sería posible, el 3 de abril, esto significará que se está dando tiempo a sí mismo para que una resolución judicial favorable o contraria a PAS le facilite las cosas y no tenga que promover un Gobierno socialista. Si PAS es exculpado, no hay más de qué hablar; si se le conduce al juicio oral, dimitirá inevitablemente y habrá, como propone Ciudadanos, un nuevo presidente popular.


Cañas y barro.
A todo esto, el frente judicial también se está enmarañando previamente, lo que conducirá a una posterior refutación política de la resolución, sobre todo si es positiva para los intereses del presidente del Gobierno regional. El mantenimiento de la costumbre del juez Pérez Templado de tomarse un respiro en el Cafeto con amigos que en este momento resultan más que inconvenientes para una exigible imagen de neutralidad no transmite precisamente impresiones tranquilizadoras sobre la posibilidad de que los imanes de las presiones inevitables que se pueden suponer dejen de afectar al hierro de la balanza inmóvil de la Justicia. 

Cosme Ruiz, que comparte cañas con Pérez Templado, es suegro de Juan Martínez Moya, hoy vocal del Consejo del Poder Judicial, y a quien Miguel Ángel Cámara, tras ser imputado en el caso Umbra en su etapa de alcalde de Murcia, elevó a concejal, sin duda para mantener un hilo conductor con la sede judicial, donde Martínez-Moya era entonces presidente del TSJ, algo sin duda imposible, pero no en la intención de quien nombró concejal al suegro. En cualquier caso, por mucha abstracción que se quiera hacer, hay amistades peligrosas que no conviene visitar en determinadas circunstancias aunque sólo fuera por un mínimo pudor. Es cierto que el hecho de que estos encuentros amigables se produzcan en público y en espacios habituales les restan el prejuicio que ofrecería la clandestinidad, pero ya sabemos por las películas que no hay mayor clandestinidad que la que se produce a los ojos de todos. De modo que, al menos, estas imágenes debiéramos ahorrarlas.

No es extraño, en este contexto, que muchos observadores, y especialmente los propios políticos de otros partidos, muestren su estupefacción por la flema y el desenvolvimiento con que se comporta PAS durante este proceso. O responde a un entrenamiento psicológico de impecable eficacia para una situación a la que sabía de antemano que tendría que enfrentarse o dispone de una extraña seguridad en que saldrá indemne del acoso judicial. No hay duda de que si es personalmente consciente de su inocencia, la seguridad en su futuro no tiene que sufrir merma, pero estamos en la vida política, y hay quienes perciben que tal seguridad, y la que transmite a su alrededor, no podría ser tan sólida si no dispusiera de previsiones establecidas. No hay lugar para estas suposiciones, pero cualquier efecto extravagante las alienta, y esto es letal para la confianza democrática.


El PSOE teme al éxito.
También el PSOE tiene su propia sopa interna, a pesar de que el efecto positivo de la presentación a una sola carta de la moción de censura le ha otorgado una nueva vitalidad. Pero, en realidad, al día de hoy y a esta hora, los socialistas son conscientes de que su moción concluirá en el fracaso. De tener éxito sería un problema para el PSOE a largo plazo. En primer lugar, para el propio Tovar, pues dirige un partido que lleva veinte años fuera del poder, escaso de cuadros y de experiencia en la gobernación, y tendría que ejercer combinando los apoyos de Podemos y de Ciudadanos, antagónicos, y con un Gobierno central del PP, del que dependen los grandes tramos de las políticas pendientes en la Región. 

Un miembro del Grupo Socialista me comentaba ayer: «No le desearía ser presidente de la Comunidad de Murcia en este momento ni a mi peor enemigo». Pero también sería un problema en el interior del PSOE: en dos años de Gobierno y de continuidad del liderazgo, Tovar aprovecharía para descabezar a sus opositores internos y para rebajar los impulsos de protagonismo político a sus alcaldes más díscolos. Esto lo saben en el PSOE y es lo que a muchos les hace desear secretamente que la moción no tenga éxito, pues entienden que sería pan para hoy.

Unidos Podemos frente a Podemos.
Y en cuanto a Podemos, un apunte. IU (traducida en Unidos Podemos en el ámbito nacional), en voz del propio Alberto Garzón se ha manifestado en la práctica en la misma línea de Ciudadanos: no a un Gobierno socialista y y sí a elecciones anticipadas. Aviso a navegantes errejonistas.

En definitiva, a esta hora, si hubiera que resumir la situación política regional en un titular para un anuncio en la fachada lateral de un autobús, como es la moda, sería: «El PSOE tiene pene; Ciudadanos no tiene vulva». A esta hora, digo.



(*) Columnista



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