Las vísperas de primarias del PSOE están
siendo un curioso episodio que desmonta parte del saber convencional
político contemporáneo. Por ejemplo, que en una partitocracia como la
española, el dominio de los aparatos (engrasados con dineros públicos y
dueños de los procesos electorales) sobre las bases en absoluto. Falso.
Hace meses que el PSOE vive una rebelión de la militancia contra el
aparato en todos sus niveles, incluidos los barones y señores de las
tertulias.
Otro
ejemplo: que en una sociedad mediática, democracia de audiencias, la
condena al ostracismo por los medios equivale a un certificado de
defunción civil. Falso. La candidatura de Sánchez sufre una mezcla de
silencio y sistemático boicoteo que incluye la publicación de noticias
falsas. Y, sin embargo, ahí está, doblando en expectativas la rivales.
Más viva que nunca y, me atrevo a apuntar, por dos razones: la forma y
el fondo.
En
la forma, la campaña de Sánchez es la más digital. La presencia en las
redes del ex-secretario general es muy superior a la de los otros dos,
mucho más movilizadora por espontánea. El equipo de Sánchez, si es que
lo tiene, no debe de contar con expertos digitales, de esos capaces de
manejar hordas de bots para viralizar consignas favorables. Y, sin
embargo domina las redes. De hecho, en muy buena medida, se ha
articulado través de estas. Incluso se financia mediante crowdfunding porque,
contando únicamente con el apoyo de las bases en forma de pataformas,
no tiene acceso a los recursos del partido para organizar sus actos,
como sí parece hacer Susana Díaz.
En
el fondo, el asunto es muy claro. El golpe de mano del 1º de octubre ha
provocado el efecto contrario al que buscaba. Vuelve el SG defenestrado
innoblemente y vuelve con una leyenda de víctima de una conjura. Planta
cara a los conjurados y vuelve con una imagen de justiciero y hombre
cabal, capaz de cumplir con su palabra y con el apoyo entusiasta de las
bases en algo que no es difícil proyectar como un proceso de
regeneración del partido, espontáneo y abierto.
Frente
a esa candidatura, con esa aura tan positiva del retorno a las
verdaderas esencias de la socialdemocracia de izquierda, hay una confusa
amalgama de inercias burocráticas, intereses creados, clientelismos
diversos, camarillas y grupos todos ellos representandos por la
candidatura de Susana Díaz, cuya única justificación es que no salga
Sánchez. De aquí a mayo, la campaña de Díaz no será la campaña de Díaz,
sino la campaña contra Sánchez.
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED
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