La traca de juicios por corrupciones varias me ha permitido
presenciar por televisión -poco rato- alguno de ellos. Como novelista me
dedico a captar, intuir, prejuzgar atmósferas y calidades personales.
He llegado a la conclusión que el sector jurídico funciona en España
sino con eficacia, sí con competencia. El nivel de los miembros de la
judicatura me parece comparable a los de los diplomáticos. Creo que
estas dos instituciones, la judicatura y la diplomacia, es la que tiene
más nivel en España.
Por supuesto más nivel que la legislatura, donde los diputados llegan
por el voto de gente mal informada e influenciable, que vota a otras
gentes sin carreras ni cualidades contrastadas. Pero así es la
democracia y no hemos dado aun con otro sistema mejor.
El Presidente del Tribunal Constitucional, Francisco Pérez de los
Cobos dijo en su despedida que problemas como el planteado en Cataluña
“no pueden ser resueltos por este tribunal, cuya función es velar por la
observación estricta de la Constitución”. Añadió que el diálogo
político pedido por el propio TC es ahora una necesidad inexcusable y
urgente.
Si se quiere canalizar una demanda de independencia habría que
reformar la Constitución.
Me parece lógico, lo que yo no acabo de
entender -y no soy separatista-, aunque me he separado seis veces- es
que si una señora deseaba separarse de mí, tuviese que pedirme permiso a
mí, que era la causa del problema. Decir que, para separarse, Cataluña
debe tener el permiso de España, es negar la mayor. Se quiere separar,
precisamente, para no tener que pedir más permisos. De mí se decir que
me dejaron tres veces y que me fui otras tres, y que la vida sigue.
(*) Doctor en Economía y profesor de Urbanismo
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