Las redes
sociales y portales periodísticos o pseudoperiodísticos en
todo el mundo están siendo asediados e inundados por basura
informativa. Las ‘fake news’ no nacieron en España, pero se han
aclimatado muy bien al país: memes, tuits, fotos ‘retocadas’,
whatsapps y posts en Facebok y otras plataformas convierten el
hábito cotidiano de informarse en una aventura. Más de la mitad de
los internautas españoles se enteran de las noticias sólo o
principalmente por internet.
Pero
es que muchas no son noticia ni por el forro. Son chistes, bromas o
gracietas en el mejor de los casos y veneno ideológico teledirigido casi
siempre. Se ha detectado en la injerencia de la Rusia de Putin en las
elecciones en EEUU, que a buenas horas se está investigando. Y ha
adquirido categoría de cinismo presidencial con la expresión ‘hechos
alternativos’ que se inventó Kellyanne Conway, la asesora de Trump que
luego volvió a lucirse por hacer fotos sin zapatos desde un sofá en el
Despacho Oval.
La explosión de ‘fake news’ a todos los niveles preocupa a los
Gobiernos (cuando no son ellos los que las producen, claro). Y a muchos
medios de comunicación que se ven por un lado infiltrados por la mentira
y por otro impotentes para garantizar a sus lectores una información
veraz. Y también preocupan a mucha gente que quiere saber lo que pasa,
no lo que otros quieren que se sepa para lograr sus objetivos
inconfesables.
Gigantes como Google y Facebook se han dado cuenta del peligro y
están trabajando para ver cómo ponen freno a tantos desmanes. Porque
como acaba de reconocer el consejero delegado de otro gigante como WPP,
Martin Sorrell, esas plataformas ya no deben ser consideradas empresas
tecnológicas, sino auténticos medios de comunicación.
Otra personalidad muy activa en internet desde hace mucho es Jimmy
Wales. Es ese señor que inventó la Wikipedia que todo el mundo consulta
gratis y que de vez en cuando ve una ventana para que haga una pequeña
donación con el fin de que la más famosa enciclopedia de la Historia
siga siendo útil, pese a sus errores. Este martes, Jimmy Wales ha
anunciado la puesta en marcha de Wikitribune, hermano menor de
Wikipedia.
‘Un nuevo tipo plataforma de noticias’ es como saluda Wikitribune a
los visitantes de su portal. Unas noticias ‘basadas en los hechos, en
las pruebas’. Nada de sólo porque llegue un dato se va a dar por cierto.
Hay que comprobarlo. Pero esta exigencia de siempre a los periodistas
ahora se convierte en una labor detectivesca. Con la simbiosis de dos
comandos periodísticos. Uno, periodistas asalariados. Otro, ‘un ejército
de colaboradores voluntarios’.
A grandes rasgos, es como Wikipedia, pero con un mayor énfasis en
comprobar la veracidad. No se admitirá todo lo que llegue y ya está,
sólo a la espera de que alguien detecte el fallo. No, se buscará el
fallo antes de subirlo a la red. Se financiará por microdonaciones o
‘crowdfunding’ por internet: en pocos minutos desde su nacimiento los
donantes ya eran casi 500. No admitirá publicidad.
Jimmy Wales dice que había prometido esperar a los primeros 100 días de
Trump para madurar la idea, pero que tomó la decisión en cuanto se
enteró de la barbaridad de los ‘hechos alternativos’. Y añade: ‘Será la
primera vez en que periodistas profesionales y ciudadanos periodistas
trabajarán hombro con hombro como iguales para escribir informaciones y
corregirlas en vivo y en directo a medida que van cambiando, y en todo
momento respaldados por una comunidad de gente que comprueba y vuelve a
comprobar todos los datos’.
La idea de Wikitribune no suena mal, pero detrás de la hojarasca de
palabras lo que aparece es un nuevo medio de comunicación que va a
competir con los miles y miles que ya existen, unos de pago y otros de
no acceso gratuito. Wikitribune será gratis, pero una organización de
noticias como una agencia internacional o un gran periódico de
referencia requiere enormes recursos para obtener y comprobar sus
informaciones.
Y tampoco es tan nueva esta especie de periodismo ciudadano que lanza
Wales. Ya funciona en muchos países. Al final, la única diferencia es
si se hace bien o mal.
(*) Periodista
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