martes, 18 de abril de 2017

¿Quién es Dios? / Guillermo Herrera *

Tocar este tema es de la mayor responsabilidad porque la Humanidad, en su ignorancia, lleva milenios masacrándose en nombre de su Creador, por culpa de las religiones y de los clérigos extremistas de cualquier signo. Esta reflexión se la debo a mis admirados compañeros de profesión Juan José Benítez y Luis Carlos Campos de “Contraperiodismo Matrix”.
La palabra ‘Dios’ no es la más afortunada que se ha inventado porque procede del latín ‘Deus’ y del griego ‘Zeus’, el padre de los dioses, equivalente a ‘Anu’ en Sumeria, que, por muy poderoso que fuera, no parece ser la Fuente Original de la Creación Universal.
Dios es el nombre que se le da en español a un ser supremo omnipotente, omnipresente, omnisciente y personal en religiones teístas y deístas. Dios también ha sido concebido como de naturaleza incorpórea, un ser personal, la fuente de toda obligación moral, y el mayor ser concebible con existencia.
A mi juicio, el testimonio más directo de su Creador no procede de los sacerdotes teóricos sino de los místicos prácticos y, especialmente, de los bebés humanos porque, al estar recién nacidos, todavía no han perdido su conexión original con la Fuente.
Precisamente la primera palabra que suele pronunciar un bebé es ‘ABA’, (y no es para pedir ‘agua’) que es exactamente la misma palabra que utilizaba Jesús de Nazaret en arameo para referirse a su Padre, y que es igual que la palabra sánscrita ‘BABA’ para referirse Dios.
Por lo tanto un bebé nos regala el mantra más poderoso para conectarse con la Fuente: ‘ABA’ porque nace con una conexión más directa con su Creador que cualquier adulto. Un bebé es una bomba de Amor, y cualquier persona que abrace a un bebé puede sentir a Dios. Este poder lo conocen muy bien las madres, pero no saben explicarlo.
También se experimenta un gran Amor al abrazar a un animalito, como nuestro perro o nuestro gato, porque ellos también están muy conectados con su Creador. En realidad, toda la Creación está conectada muy íntimamente con su Fuente, excepto los seres humanos, que nos desviamos con frecuencia del camino correcto para experimentar la separación. Este experimento nos ha dado mucha sabiduría, pero también mucho sufrimiento, y ya es hora de regresar a casa del Padre como en la parábola del Hijo Pródigo.
Por eso recomiendo un experimento muy sencillo. Visualícese como un bebé inocente en brazos de su Padre-Madre Creador y repita constantemente el mantra ‘ABA’. Resultado garantizado.


(*) Periodista

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