La Bankia de Goirigolzarri como el Superratón nació supervitaminada y mineralizada.
Pidió a De Guindos 19.000 millones de euros y floreció desde el abismo
de la quiebra. Una cifra que a todas luces fue excesiva y que, incluso,
desde organismos públicos así se ha comentado. Goiri cogió una entidad
dopada y es cierto que ha sabido mantenerla en buena forma. Ha sido,
como se diría ahora, un buen personal trainer al que habían puesto la misión de mejorar a un musculitos.
Sería injusto quitar mérito a su labor. Pero hay factores
que jugaron y juegan a su favor y escapan de su propia pericia o de la
de sus más cercanos. De momento, y de ahí este artículo, le voy solo a culpar de falta de humildad que
creo recordar no es un pecado demasiado grave. Hoy se ha despachado
Goirigolzarri con que su Bankia es la más rentable, eficiente y solvente
del panorama español. Demasía, tal vez.
Además de partir con magníficos mimbres del Erario Público, se ha encontrado con una competencia castigada y desvencijada en un entorno de retraimiento del sector bancario en España.
Algo que es malo en general pero que permite salir victorioso sin
demasiada imaginación y sin competir a cara de perro con unos colegas
ahora muy debilitados. En Bankia había que preocuparse de menos cosas
que otros colegas que tenían la espada de Damocles del cumplimiento del
capital cuando no la proximidad de la quiebra.
Otro aspecto muy a favor de Bankia ha sido la ausencia de accionistas y tensiones en su consejo de administración.
No crean que me olvido de la devolución del dinero de la salida a Bolsa
o de las preferentes. Pero para todo eso, con los recursos y la gestión
del equipo directivo de Bankia, había de sobra. Sumar también el
continuo desgaste del martilleo de los escándalos de sus productos y
gerifaltes anteriores. Pero hasta en eso, Goiri ha sido bilbaíno y si no tenía suficientes frentes ha abierto más en esta necesaria catarsis de la vida pública española.
Me refiero a un Estado como principal accionista y a un
ministro de Economía que te apoya sin reservas, en principio. Un
accionista minoritario que no pinta gran cosa y al que se puede pagar o
no dividendo por la cuantía que se precise en cada momento. Cualquier
operación societaria que se quiera hacer basta con pactarla con De
Guindos… y adelante. Eso, es un gran confort frente a las situaciones que han vivido el resto de bancos españoles y que se han saldado con la rotación de sus consejeros delegados.
Posiblemente, no podía ser de otra forma, pero Bankia ha tenido una política hacia el cliente muy conservadora.
Sin productos innovadores, sin entrar en ningún tipo de peleas de tipos
de interés –pese a su solvencia- se ha dejado beneficiar por el paso de
estos tiempos de crisis que le llevan a la cómoda cifra del 0,12% de
media en la retribución de sus depósitos a clientes.
Considero, sin embargo, que los próximos cinco
años sí que van a ser determinantes para Bankia y permitirán a su
presidente mostrar todas sus incontables virtudes en la gestión bancaria.
De momento, tiene que merendarse a BMN y quién sabe si por el camino no
tiene que lanzar el salvavidas a algún otro colega en dificultades.
Dinero tiene y ya lo ha colocado en reservas por si es necesario salir
de caza.
Además, la recuperación del resto de competidores
bancarios, la digitalización de las finanzas, etcétera supondrán retos
donde pueda mostrar toda su valía y capacidades. De momento, como decía
mi padre, ha disparado más con salvas ajenas que con propias.
(*) Periodista
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