El ABC es el periódico más
consistentemente reaccionario de España. Monárquico desde su origen y
borbónico para más señas, también fue militarista, partidario de la Dictadura de Primo de Rivera, franquista hasta el tuétano, fascista y
hasta nazi. Justificó la agresión de Alemania a Polonia con la que
comenzó la Segunda Guerra Mundial afirmando sin empacho alguno que
“Polonia ha atacado a Alemania”.
No quiso reconocer la derrota y aseguró
que Hitler había caído en lucha con el comunismo, pero que Dönitz
continuaba el combate. Fue y es un órgano típico del franquismo de
señoritingos, profundamente nacionalcatólico y de un nacionalismo
español tan retardatario y casposo que llevó a portada al capo
Jordi Pujol, tildándolo de español del año, quizá porque se había
enterado de que el caballero era un corrupto con nada que envidiar a la
estirpe castellana.
Que
este diario de extrema derecha dedique la portada a la caudilla, Susana
Díaz, tiene un sentido profundo: la oligarquía sabe que con esta señora
al frente del PSOE sus privilegios no corren peligro; ni la corrupción;
ni las políticas neoliberales antipopulares; ni la concepción
centralista de España como unidad de destino en lo universal. La
caudilla es la candidata de las derechas para la SG del PSOE, la que
defenestró a Sánchez en un sórdido golpe, la que se abstuvo para que
gobernara Rajoy y la derecha corrupta y cleptómana que ha arruinado el
país y el ABC defiende, la que recupera el sentido populista y
demagógico del caudillismo más desaforado, algo que el ABC entiende pero
el socialismo, no; o no debiera.
Y
no hay duda de que es la candidata de la reacción. A diferencia de la
izquierda, la derecha nunca se equivoca, no apuesta por quien no es
profundamente de su cuerda porque no pierde el tiempo con ideologías y
quisicosas teóricas sino que solamente toma en consideración sus
intereses: cuánto puede robarse aquí y allí o, cómo colocar a los
nuestros en los tribunales para que que la justicia no moleste, cómo
trincar dineros públicos y no dar explicación alguna de las cuentas,
algo que la señora lleva haciendo desde su apoteosis en el Ifema, cuyos
gastos siguen siendo un misterio.
No, la derecha no se equivoca nunca y si
dedica su portada a la caudilla es para hacerle la campaña porque le
interesa que gane las primarias. Además, no se trata de un caso aislado,
como los miles de “casos aislados” de corruptos del PP, sino reiterado.
Hace unas semanas, el mismo ABC, el ABC de la derecha, los monárquicos,
los señoritos, los franquistas y los curas dedicaba otra sensacional
portada a la caudilla, flanqueada por un Felipe González venido muy a
menos y un Zapatero, venido muy a más y un letrero que los une a los
tres en el mismo espíritu nacional español: “Por el PSOE y por España”,
dice el órgano de la oligarquía en su flamígero estilo de facherío de
sacristía. Podría añadir “por Dios”, pues la caudilla es devota
asistente a las procesiones católicas, en donde sujeta el cirio, el
Cristo el pendón o lo que los curas le ordenen.
¿Por
qué quiere la derecha a la caudilla en la SG del PSOE? Para
neutralizarlo y convertirlo en la muleta del PP. Con la izquierda
dividida entre los neocomunistas de Podemos (que ladran todo lo que no
muerden) y la sumisa claudicación de la caudilla a la derecha, quieren
que haya gobierno del PP durante años. Cosa que estará garantizada si al
frente de la única oposición responsable se pone a un política
profesional, sin ninguna convicción ideológica firme, sin discurso, sin
ideas, sin programa y solo útil para los cabildeos y las maniobras
internas entre vividores de la política, paniaguados y correveidiles.
Nadie con dignidad y entereza, que recupere la tradición izquierdista de
la socialdemocracia, que dignifique al PSOE, lo convierta en líder de
la oposición y lo lleve al gobierno con un programa reformista de
izquierdas y una oferta de solución para Cataluña. No digo que sea el
caso de Sánchez pero, ciertamente, si la derecha pepera y la caudilla
"lo quieren muerto", por algo será.
La
seguridad que la caudilla inspira en la derecha se compensa con la
inseguridad que cunde en la izquierda. De los más de 50 altos cargos y
figurones del PSOE que la acompañaron en la glorificación del Ifema,
muchos con cara de asistir a un sepelio, ninguno de ellos ha vuelto a
abrir la boca para apoyarla, probablemente porque se asustaron de la
obvia falta de luces, la ambición, la vulgaridad, la demagogia y el
desconocimiento de su candidata. Su discurso huero, vacío, apelmazado
(“mucha ilusión”, “ganas de ganar”, “100% PSOE”, “la unidad”,
“compañeros”, “fraternidad, alegría” y otras simplezas) solo se anima
algo cuando, mostrándose escocida por la castaña que le ha arreado
Podemos con la moción de censura, pasa a insultar, y aun así lo hace
mal. Sostiene que Pablo Iglesias el “el tonto útil de la derecha”; lo
primero es probable; lo segundo, no. Más parece inútil.
Para tonta útil de la derecha, ella misma, como certifica el ABC.
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED
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