viernes, 12 de mayo de 2017

Los meandros de la izquierda / Ramón Cotarelo *

El triunfo moral de Sánchez en los avales ha dado un giro a las primarias. La candidatura de Díaz -ya lo había anunciado- ha pasado al ataque; la de Sánchez se ha defendido. Obviamente, ante un ataque, lo primero es defenderse; quizá también contraatacar, pero eso depende de las circunstancias. La defensa es inexcusable. 
 
Pero quizá lo más adecuado no sea defenderse a base de identificarse con el atacante. Eso, quizá, después de las primarias, cuando las legislativas, pero no antes porque puede falsear esas mismas primarias: si los dos candidatos proponen lo mismo, ¿por qué se presentan separados?

La izquierda española tiene dos tareas pendientes, de cuya solución depende su acceso al gobierno: su propia unidad y la solución de la cuestión catalana y, por extensión, de la cuestión nacional en España.

En cuanto a la unidad, da vergüenza repetir lugares comunes, como que sin unidad no hay nada que hacer ni perspectiva de gobierno, pero sin unidad se sigue. Y la situación no solo no remite sino que se agrava. Los dos partidos de la izquierda, en realidad, están partidos en otros dos. No hay dos de izquierdas, sino cuatro: dos Podemos (Iglesias/Errejón) y dos PSOE (Díaz/Sánchez). Desde luego ambos niegan fieramente la división. También negaban los enfrentamientos que dieron origen a esa división.

En esta situación de fragmentación se mantiene el deseo de unidad y, si hubiera algo más de coraje y audacia en los planteamientos esta no se plantearía solamente según el trillado criterio de reunificar cada partido dentro de sí mismo. Tan válida podría ser una coalición de errejonistas y sanchistas. Justo lo que ha puesto tan nerviosos a los conservadores del PSOE, con lo que el documento de línea política propugna ahora algo tan etéreo como una "alianza social de progreso", algo que suena a la "Alianza para el progreso" de los yanquies y los latinoamericanos en tiempos de Kennedy. O sea, nada. Palabras. El caso es rechazar toda insinuación de algo parecido a un "programa común de la izquierda", al estilo francés de los ochenta. 

Por eso se ha puesto tan contento El País que anuncia un rechazo de Sánchez al rupturismo de Podemos. Hay quien dice que es una interpretación interesada y quien ve un retroceso de Sánchez en su apertura a la izquierda. Conviene reflexionar brevemente. Más que los ataques de Díaz, lo que pone en un brete la disponibilidad de Sánchez al entendimiento de la izquierda es la sistemática (e inútil) agresividad de Podemos hacia el PSOE. Mantener que no hay diferencias entre el PP y el PSOE y que González, Aznar, Zapatero y Rajoy son iguales a 35 años de corrupción es volver a la más roma visión de "las dos orillas", algo tan elemental y maniqueo que resulta ridículo... y destructivo para el conjunto de la izquierda.

Esa obstinación anti PSOE tan cerrada que favorece a la derecha es algo inherente al corazón comunista que Podemos ha heredado de la absorbida IU. En consecuencia, es también cosa suya cómo cohonestar esa práctica de confrontación con el sempiterno discurso unitario. De la parte del PSOE lo sensato pareciera ser no cerrarse en la negativa de antemano, sino mantenerse abierto a explorar vías de entendimiento para coordinar las acciones, siempre que la otra parte actúe de buena fe.

En cuanto a Cataluña y, por extensión, la cuestión nacional, el retroceso "defensivo" de la candidatura de Sánchez es llamativo. El documento final precisa y aclara el alcance de la "plurinacionalidad" invocada en su día por el candidato. Se trata de naciones "culturales". Una precisión tan inane que, según sus mismos partidarios, no hará necesario tocar el art. 2 de la Constitución. Para remachar, se rehabilita el viejo proyecto federal del que nadie sabe nada; ni quienes lo proponen, porque se sigue con la mentalidad de que aquí no hay nada que negociar, nada que pactar. Aquí basta con imponer. La diferencia es si las imposiciones son más o menos abiertas.

¿Era necesario puntualizar tales trivialidades solo para defenderse de las proclamas patrióticas rojigualdas de la otra candidatura y conseguir no diferenciarse de ella? No, porque aún estamos en primarias y es preciso diferenciarse. Hubiera sido más pertinente reconocer que el concepto de "plurinacionalidad" es muy complejo y obliga a dilucidarlo mediante deliberación pública con intervención de todas las partes interesadas. Y que la forma que tomarían esas deliberaciones y negociaciones de alcance constitucional se decidiría mediante unas elecciones legislativas que podían tener carácter constituyente de hecho como ya lo tuvieron las elecciones de 1977. 

Esto es algo más o menos verosímil (lo creo poco verosímil por tardío) pero es algo. La izquierda no puede dejar de ofrecer una solución distinta a la de la derecha respecto al problema más grave del Estado español.
 
 
La confianza de Rajoy
 
 
Curiosa la respuesta del ministro de Justicia a la pregunta de si va a dimitir. Se da de bruces con dos experiencias de dominio común: una, la de que la confianza de de Rajoy no sirve de nada; dos, que no está Rajoy para otorgar confianzas.

La confianza de Rajoy no sirve de nada. De ellan disponían Mato, Soria, Bárcenas, Camps y demás casos excelentes servidores públicos. Disponían hasta que dejaban de disponer.

No está Rajoy para otorgar confianzas. ¿Quién se la otorga a él ante la petición de dimisión de Sánchez y la anunciada moción de censura de Podemos? 

La continuidad del ministro no puede depender de la confianza de alguien que no tiene autoridad para otorgarla. Y, aunque fuera así, como es de hecho, debe admitirse que también dependerá del juicio objetivo que merezcan sus actos. Todo el comportamiento del ministro, desde el mensaje estilo "sé fuerte" al detenido González hasta el inmenso lío con los fiscales y la supuesta injerencia del ministerio -o sea, el gobierno- en la administración de justicia prueban que su posición política es insostenible. Su reprobación la semana que viene está más que justificada, como lo están la petición de dimisión de Rajoy, de Sánchez, y la moción de censura de Podemos.

El ministro no puede comparecer en el Parlamento a refutar las acusaciones a base de negar los hechos, por lo demás palmarios. No puede ignorar que el Fiscal general tiene una denuncia contra el Fiscal anticorrupción, cuya ideoneidad para el cargo está cuestionada por todas partes. Aquí la cadena de confianzas se alarga: el Fiscal anticorrupción tiene la confianza del Fiscal general que la tiene del ministro, que la tiene de Rajoy que no se sabe de quién la tiene pues no cuenta con la mayoría de la opinión, ni del electorado, ni del Parlamento. 

No es solamente que el estado de la administración de justicia sea desastroso y con pinta de empeorar. Es que el conjunto del sistema político está gripado por la corrupción. El país está gobernado por personajes que dedican más tiempo (y recursos públicos) al cultivo de su imagen y sus estrategias mediáticas y procesales que a sus tareas de gobierno. Podría proponerse una entrada en el Guinness: el partido político con mayor cantidad de dirigentes y militantes procesados en delitos comunes en el más breve tiempo.

La dimensión del caso Lezo ha llevado al juez a trocearlo en seis piezas. Si se tiene en cuenta que emergen de continuo vínculos y relaciones entre Lezo, la Púnica y el caso Gürtel  puede calibrarse la densidad de esta red de presuntos delincuentes que engloba a las instituciones y el conjunto de la administración en todos sus niveles. Y qué capacidad de gobierno tienen unas personas literalmente acorraladas en lo judicial y lo parlamentario.

El PP solicita que Rajoy declare por videoconferencia. Sin duda se trata de evitarle la llamada "pena del paseo", aunque no se ve que haya razones para ello. Camina con frecuencia y garbo, no tiene impedimento alguno, dispone de abundante tiempo libre, ¿por qué no acudir en persona y ahorrar a la ciudadanía ese espectáculo del plasma?

Además, aunque la declaración se haga de esta guisa, y recordando que Rajoy es el presidente de un partido que más parece una asociación para delinquir, ¿quién asegura que en otra pieza de otro proceso conexo las partes no requieran la comparecencia del presidente de nuevo, como testigo o, incluso investigado?

El PP no está en condiciones de asegurar la gobernación del país. De ahí que sea tan importante el resultado de las primarias del PSOE. En ellas se juega la orientación del partido socialista en uno u otro sentido de un dilema: apoyar la continuidad del gobierno del PP con una oposición, para entendernos, "constructiva" o propiciar la salida del PP con una alianza de la izquierda de bloqueo.

De momento, en esta pelea, Rajoy parece haber depositado su confianza en Susana Díaz y eso puede tener consecuencias catastróficas para la candidatura de esta. Y, recuérdese, en cualquiera de los dos casos, nadie puede descartar la convocatoria de unas elecciones anticipadas, con un resusltado imprevisible.
 
 
 
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED

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