lunes, 8 de mayo de 2017

La condesa de Ségur / Adrián Ángel Viudes *

Sonia Fiódorovna Rostopchina, Condesa de Ségur; nació en San Petersburgo en 1799; murió en París en 1874; hija de un ministro del Zar Pablo II; casada con el conde Eugene de Ségur con quien tuvo ocho hijos,

A los cincuenta años escribe su primer libro: “Nuevos cuentos de hadas”; pero sus dos novelas más recordadas serían: “Después de la lluvia el sol”; y “Que encanto de chiquilla”.

Y ahora, queridos lectores, se podrán ustedes preguntar ¿a que viene esta introducción?; paciencia.

Las dos novelas citadas embrujaron a las niñas de la postguerra, tanto por lo almibarado de los textos, cuanto por la belleza de los dibujos con que se ilustraron las cuidadas ediciones.

Hoy, yo, con un punto de nostalgia, confieso que ambos títulos me dan pie para las siguientes reflexiones:

Qué mayor dicha aquella que, tras un periodo de abundantes lluvias, rayos y truenos; rasgados y disipados los negros nubarrones, se observa como comienza a lucir el astro rey con toda su fuerza y esplendor.

Desde que dio comienzo la dura crisis, ignorada por el señor Zapatero, conspicuo contador de nubes, no hemos levantado cabeza; y, empapados hasta la medula de los huesos, hemos ido viendo como nuestro humor se ensombrecía, a la par que el firmamento, por culpa de esa lluvia tan deseada en estos lares, pero tan odiada cuando se prolonga más allá de las necesidades del agro.

La ineficacia de nuestros gobernantes sociatas y peperos, para: prever primero, y afrontar después las dificultades; el descaro de los políticos para tomar con avaricia lo que no era suyo; el despotismo en la actuación; la mentira como modo de acción; el sinfín de privilegios de los mandarines, mientras el pueblo sufre por el paro y la escasez; era y sigue siendo la imagen de ese cielo gris, esa nube negra, esa odiada lluvia que no alivia ni alimenta, sino que embarra.

El cielo sigue encapotado y el suelo embarrado por tanta corrupción; no se atisba ni un pequeño claro que nos permita ver el sol. Se nos amenaza con nuevos recortes y más impuestos; suben desorbitadamente la cesta de la compra, el recibo del gas y de la luz; aumenta el paro, pero ellos, los mandarines, seguirán disfrutando de sinecuras, canonjías y mamandurrias, mientras una de cada cuatro familias no puede llegar a fin de mes.

No desesperemos; miremos al cielo con optimismo, recordemos a nuestra Condesa, y confiemos en que “Después de la lluvia el sol”

Y qué me dicen de esas dos buenas mozas que, por arte de biribirloque, y amor del dedo de don Mariano, se han convertido en pilares fundamentales del gobierno, y musas de la nueva política: doña Soraya y doña María Dolores, ¡Qué encanto de chiquillas! Rutilantes abogadas del Estado; ambiciosas en grado sumo; agarradas fuertemente la una de la otra de los moños, luchan por el poder presente; y lo que es más importante, por el futuro; caiga quien caiga; pobre del que se interponga en su camino. Ambas dos se ven sucesoras de Rodilardo Rajoy, del que me dicen que, siguiendo el ejemplo de doña Esperanza, está a punto de tirar la toalla asfixiado por tanta corrupción. ¡Que encanto de chiquillas!.

No hay mal que cien años dure, ni deuda que no se pague, aunque esto último debemos ponerlo en almoneda a juzgar por la cantidad de trincones que, aunque cogidos con las manos en la masa de los Eres; la Gurtel; el tres por ciento catalán; la Púnica; la Taula; las Black; Noos, el Lezo, está por ver cuando nos devolverán lo que con tanto descaro y tanta impunidad nos han robado.

Saldrá el sol, lo ha hecho siempre, incluso después de aquel tremendo diluvio universal; y esas dos chiquillas terminaran de tirarse del moño, y, junto con su adorado Jefe, dejaran la política y volverán a sus cómodas casitas rodeadas de su feliz parentela. Pienso que aunque estemos haciendo méritos votando a tanto incapaz, no nos merecemos que nos toque la china; y el Creador, aquel que dispone de cielo y mar, aunque debe estar perdiendo la Celestial Paciencia, no nos va a abandonar. “A Dios rogando y con el voto dando”.
(*) Ex presidente de la Autoridad Portuaria de Cartagena (1996-2014)
Publicado hoy en el diario La Verdad

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