lunes, 8 de mayo de 2017

La indignación contra la corrupción inquieta a los dirigentes del PP

MADRID.- Como hace cinco años. Así empiezan a sentirse dirigentes del Partido Popular, que han comenzado a sufrir en sus carnes el acoso y los insultos de los ciudadanos cuando salen a la calle. Dirigentes del PP que no tienen nada que ver con esos casos de corrupción, incluso que no han tenido gran relación con Ignacio González o con los casos que afectan a la Comunidad de Madrid, según publica hoy la edicion estatal de La Vanguardia.

Dirigentes del PP de la nueva hornada, la que nombró Rajoy en julio del 2015, tras los malos resultados de las autonómicas, y veteranos dirigentes, conocidos por los ciudadanos, pero que no han estado involucrados en ningún caso de corrupción advierten el deterioro de su imagen en la calle.
Viven lo que ya vivieron algunos de ellos, los veteranos, al inicio de la anterior legislatura, la primera de Mariano Rajoy, tras los recortes, la subida de impuestos, y el incremento desbocado del paro. Vuelve la ola aunque no llega al nivel de los escraches. Varios dirigentes nacionales del PP confiesan que en las últimas semanas, a raíz de las revelaciones del caso Lezo, han tenido que sufrir ya insultos de espontáneos en la calle. Ya no caminan cómodos. “Los que antes se acercaban a felicitarnos, sobre todo por la marcha de la economía, ya no se acercan, y los que lo hacen es para llamarnos “ladrones o hijos de p…”, se lamentan.
Es un fenómeno, que se está dando sobre todo en Madrid. En este sentido algunos dirigentes regionales aseguran que esa situación no se vive en sus lugares de origen, al menos de momento pero que sin embargo lo notan en la capital de España. El caso más relevante que ha afectado al PP se circunscribe a la Comunidad de Madrid, tras la detención de su expresidente, por las compras presuntamente fraudulentas de empresas en Iberoamérica vinculadas con el Canal de Isabel II.
Vuelven los años difíciles como 2012 o 2013 cuando el veneno de la ira corrió como la pólvora por toda España. “Pero entonces no tenía tanto que ver con la corrupción”, reflexionan dirigentes que vivieron el acoso ciudadano, como con “el sufrimiento social” de las familias afectadas por la crisis económica. Después vino la cuenta en Suiza del extesorero del PP, Luis Bárcenas, su indemnización en diferido y su entrada en prisión en junio del 2013. La corrupción incrementó el malestar social. Ahora es distinto.
Ahora el enojo ciudadano tiene que ver, sobre todo y ante todo, con la corrupción. El PP lo sabe y lo tiene asumido. No tienen más que leer el CIS todos los meses. El último publicado, el de abril, con datos de marzo –habrá que esperar al que ya recoja la detención el 20 de abril de Ignacio González–, registra un incremento de siete puntos de la preocupación de los españoles por la corrupción, del 37,3% del mes anterior al 44,8% de marzo. Los días en que se hizo la encuesta coincidieron con la declaración del ya expresidente de Murcia, Pedro Antonio Sánchez, y su negativa a dimitir, aunque tuvo que acabar haciéndolo.
Fuentes del PP consideran que la indignación actual es fruto de que “nos habían perdonado la corrupción porque la economía iba bien, y ahora se sienten traicionados” con las prácticas que los propios dirigentes populares califican de “gansterismo”.
En el PP han llegado a la conclusión de que tienen poco que hacer en relación con la operación Lezo que ha llevado al expresidente de la Comunidad de Madrid a la cárcel por sus operaciones en el Canal, porque “no se puede matar al muerto” e Ignacio González estaba muerto, al menos para el PP, antes de que saltara su caso de corrupción. Como ejemplo siguen insistiendo en que el propio Mariano Rajoy cerró la puerta a la posible candidatura del delfín de Esperanza Aguirre que se ha visto obligada finalmente a dimitir, pese a no estar vinculada con los casos que investiga el juez, por haber confiado en quien luego la traicionó, como lamentó ella misma en la comparecencia pública en la que anunció su retirada de la política local capitalina.
De ahí que ante esta situación, la única receta posible es la que el presidente del Gobierno y del Partido Popular ha trasladado a su partido: aguantar el chaparrón y esperar a que escampe. Y mientras, condenar todos los casos que han salido a la luz, dar las explicaciones en los juzgados a todo lo que se les pida y pasar por el mal trago de aceptar todas las comparecencias que solicite el Parlamento, como tendrá que hacer más tarde o más temprano Mariano Rajoy.
Al presidente del Gobierno le espera una cita con el tribunal que juzga uno de los casos de la trama Gürtel, para declarar como testigo; y otra en el Congreso de los Diputados, en la comisión que se pondrá inmediatamente en marcha para hablar de la financiación del PP. Los partidos de la oposición, empezando por Ciudadanos, pretenden que esa comparecencia sea una de las primeras en la agenda.

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