lunes, 8 de mayo de 2017

La lucha por la supervivencia / Ramón Cotarelo *

Ha costado a los socialistas de la junta gestora rendirse a la evidencia de que su victoria en los avales, en realidad, era una derrota. Más les está costando aquilatar sus efectos, saber hasta dónde llega, qué posibilidades tienen ellos.

Por supuesto, la caudilla seguirá dándose por ganadora y llamando "segundón" a Sánchez. No puede hacer otra cosa y, probablemente, ni se le ocurre. Solo se le alcanza, por lo que le aconsejan sus asesores, "endurecer" su discurso, llevarlo a aquellos lugares en los que no se ha oído, echarse a los caminos de España, como hiciera meses antes Sánchez. Pero, para "endurecer" el discurso, llevarlo a otros lugares, hacerse los caminos, la condición inexcusable es tener un discurso. Y no es el caso. 
 
Por lo que se ha oído hasta la fecha, las intervenciones públicas de Díaz son de una pobreza intelectual apabullante y eso ya no puede ocultarse. Escuchar la sarta de vulgaridades y topicazos sin sentido que suelta en cada una de sus frenéticas arengas horroriza a cualquiera. De todas las viejas glorias que la acompañaron en el Ifema, solo el bueno de Zapatero ha mostrado su apoyo a la candidatura de la andaluza. Los demás están silentes y, sin duda, asustados.

Por otro lado, fabricar un discurso no es sencillo. Hay que tener datos, información, propuestas, razones. Cosas que no se improvisan. Y no solo eso: hay que tener una causa eficiente, un momento inicial que lo justifique. El de Sánchez es el ignominioso golpe de mano en el que fue defenestrado, un 1º de octubre. El de Díaz no tiene fecha ni momento concreto pues responde solamente a su deseo y ambición personal de ser SG y candidata al gobierno de España.

Así que, como no hay discurso, "endurecerlo" quiere decir que van a pasar a (más) guerra sucia, con insultos y difamaciones. Todo eso mientras predican la concordia entre compañeros. Insultando y poniéndose rabiosos, que es como están, perderán las primarias. Incluso si, se produce alguna de las maniobras que la rumorología prevé: López retirándose a favor de Díaz (que era lo inicialmente previsto, para restar votos a Sánchez) o Díaz a favor de López (algo que se empieza a valorar ahora que se ve que la caudilla no arrastra votos) el resultado será el mismo. Perderán.
 
Salva sea la parte
 
Sí, estaba todo el mundo muy nervioso. Le señora parecía traer las peores intenciones, avivando las memorias del fascismo. En Europa, muchas. Y da igual que venga con botas o zapatos de tacón, en militar o civil, adusto o sonriente, pardo o azul. Fascismo es, aunque no lo parezca.

Pero el electorado ha resuelto el angustioso dilema de un modo rotundo. Se ha pronunciado por una figura síntesis de tradición y modernidad, de nacionalismo y europeísmo. Es un enarca, como mandan los cánones napoleónicos, pero también un financiero al nuevo uso, y un antiguo ministro socialista que dejó el partido para probar suerte a la presidencia con un movimiento creado ad hoc
 
Tiene algo de bonapartista y un toque gaullista que le permite hablar de recuperar la France y recuperar una Europa francesa. Esto coincidirá más o menos con el programa de otras tendencias pero es una opción plausible en los tiempos que corren. Es decir, la ambigüedad de Mélenchon y sus seguidores entre los dos candidatos es moralmente impresentable.

La malpensada Le Pen sintetizó la opción electoral diciendo que, fuera cual fuera el resultado, Francia estaría gobernada por una mujer: ella misma o Frau Merkel.

Eso se verá a partir de ahora. Es verdad que Macron representa una candidatura con tintes populistas y tecnocráticos que canaliza el descontento con el sistema habitual. Pero no es un tecnócrata impuesto por Europa sino autóctono, francés. Y eso todavía es una garantía. 
 
 
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED

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