El título no es un error. Es Sánchez, no
Puigdemont, que lleva bastante tiempo liándola. Es Sánchez el que la ha
liado ahora siendo elegido SG contra Susana Díaz y el pronóstico de la
autoridad. Esa decisión de la militancia ha trastocado los planes del
frente nacional español PP-PSOE, que lleva gestándose desde la Ley de Seguridad Nacional, aprobada con los votos de ambos partidos dinásticos en septiembre de 2015.
Esa
alianza patriótica funciona soterradamente desde entonces y está en la
base del golpe de mano del 1º de octubre. Existiendo la sospecha de que
Sánchez estuviera tramando alguna forma de alianza con Podemos y los
indepes, el frente nacional da un golpe preventivo. Y del que
parece tenía informado a Rajoy. El entendimiento de este con Rubalcaba
fue siempre patente en asuntos que ambos gustaban llamar "de Estado" y
quería decir Cataluña.
La
gestora del golpe sería Díaz y con esta rotundamente opuesta a Podemos y
los indepes, quedaría armado el triángulo poderoso del nacionalismo
español. Con un respaldo de tres cuartas partes de la Cámara, se
encontraría una solución al contencioso catalán por las buenas o por las
malas.
El
resultado de las primarias ha dinamitado ese plan. Los ha descolocado y
han recurrido a palabras mayores. El famoso editorial de combate de El País, El Brexit del PSOE,
pone a Sánchez de chupa de dómine y habla de "demagogia, medias o
falsas verdades (sic) y promesas de imposible cumplimiento" y se queja
luego donde le duele: "En un momento en el que España enfrenta un grave
problema territorial en Cataluña, era más necesario que nunca que el
PSOE se configurase como un partido estable y capaz de suscitar amplios
apoyos." O sea, la gran coalición, el gobierno de unión nacional.
A
su vez, Rajoy también pierde los nervios y se pone a presumir de
demócrata y adalid del Estado de derecho, acusando a los indepes de
pretender un golpe de Estado Su propuesta es liquidar la Constitución,
lo nunca visto, lo que solo sucede en las peores dictaduras, cosa que él
sabe de buena tinta porque su partido lo fundó un ministro de una de
esas dictaduras. Todos cometemos pecadillos en nuestra juventud, pero es
que este los comete ahora en edad provecta al gobernar conculcando
sistemáticamente todos los fundamentos del Estado de derecho. Más o
menos, lo que deja entrever el "todo" a que dice el gobierno estar dispuesto.
Y encima, viene Sánchez a proclamar en el congreso la fórmula de "nación de naciones".
Que no está mal, es bienintencionado, pero ya lo suficiente para que al
frente nacional le dé un ataque. Y con escaso atractivo en el otro
lado, que pide algo más concreto y tangible, un referéndum. La fórmula
es, además, autodestructiva. Si no he entendido mal, se concibe España
como "nación de naciones"... culturales. Una nación política compuesta
por naciones culturales. Y ¿por qué no asimismo políticas? ¿Por qué la
nación España, cuya idea cultural es problemática, sí, y la nación
catalana, cuya identidad cultural es patente, no?
Si
se quiere aportar algo con intención de desbloquear la situación, la
nación de naciones tiene que ser de naciones políticas en igualdad de
derechos con proporcionalidad negociable y todo ello a partir de un
referéndum pactado vinculante.
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED
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