martes, 6 de junio de 2017

Carta a los visitantes de las estrellas / Guillermo Herrera *

Señores hermanos y hermanas de otros mundos que nos visitan en silencio:

No sé en qué buzón debo depositar esta carta, ni qué protocolo diplomático debo seguir, ni a quién o quiénes debo dirigirme, porque soy consciente de que hay una enorme diversidad de especies y razas benévolas que visitan a la Humanidad, de procedencias muy distintas, con la mejor intención de ayudar a nuestro planeta, pero supongo que debo dirigirme a mi propia familia cósmica, porque todos procedemos de una familia espiritual milenaria.

No he desarrollado las habilidades videncia, ni de telepatía, para comunicarme a distancia, por lo que no consigo recordar conscientemente quiénes son ustedes, pero desde lo más profundo de mi corazón los amo tiernamente, entrañablemente, y sólo me salen lágrimas de agradecimiento cuando intento recordarlos, porque sé que me han ayudado en secreto cada vez que lo he necesitado.

Sé que ustedes me conocen a mi, porque llevo muchos años comprometido con la causa de la ascensión del planeta y he utilizado mis habilidades periodísticas para difundir estos temas.

Sé que no soy lo suficientemente importante para ser un contactado, ni tampoco envidio a los que lo son, porque sé que eso conlleva una responsabilidad enorme, y una carga que no me apetece llevar ante una humanidad ingrata, como le pasó al profeta Jonás.

Pero la peor carga de todas es la separación de nuestro origen divino, el olvido de nuestra identidad verdadera, la incompresión de la mayoría de la Humanidad, la matanza de seres inocentes, la putrefacción de la sociedad, la falta de empatía hacia el sufrimiento de todos los seres y del amado planeta Gaia.

Por eso lo único que os pido es que no os demoréis más en la liberación de la humanidad, que tengáis compasión por el sufrimiento de los justos, que rompáis el doloroso velo de la separación, el secreto y el ocultamiento, que se acabe la miseria moral y material de este planeta, y que se difunda la Verdad liberadora.

Este valle de lágrimas debe convertirse en un paraíso de alegría, entusiasmo y libertad, y todos los hermanos tóxicos opresores deben seguir aprendiendo sus lecciones lejos de aquí, para que no hagan sufrir a la buena gente inocente.

Estoy cansado de ver miserias, y no me hablen de “respetar el libre albedrío” porque ¿qué libertad de decisión tiene el esclavo ignorante? Primero tendría que dejar de ser esclavo e ignorante para poder decidir su camino.

Por lo tanto os suplico encarecidamente que aceleréis la liberación de la Humanidad y, a nivel personal, únicamente salud y armonía para evitar los desajustes corporales que sufro de vez en cuando.

Me inclino respetuosamente con el saludo universal de Orión.



(*) Periodista

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